PHILOSOPHIA ANDINA ANTE LA RACIONALIDAD TÉCNICA EN UN MUNDO ECOLÓGICO: UNA VISIÓN HERMENÉUTICA, LINGÜÍSTICA Y EPISTEMOLÓGICA

Odilón Guillén Fuentes (*)

RESUMEN: El objetivo de este ensayo[1] es plantear una investigación hermenéutica, epistemológica y lingüística del valor categorial del Kichwa y de la filosofía andina en una sociedad interrelacionada por el desarrollo de sus Culturas en nuevas condiciones socio-históricas de interculturalidad, de una racionalidad poscolonial y tecnócrata.
Introducción. Replanteamos que Pachayachay o Philosophia clásica o antigua, que data desde tiempos anteriores al Tawantinsuyu, no se reduce a un sentido cosmogónico, sino que se revitaliza en una Philosophia andina vigente, y es una alternativa con sus posibilidades en lenguas originarias; es adversa al estudio de Estermann, y de otros que están reconceptualizando lo andino del lastre étnico, por estar imbuidos de una razón técnica y de un discurso filosófico monocultural eurocéntrico, en esta parte de América.

1. Problemática de la identidad individual y la lógica destructiva de Occidente
El individuo moderno cuando tuvo conciencia de sí, trató de comprender su individualidad, su comunidad o sociedad, señalando en su argumentar la condición de ser sujeto objetualizador, en medio de una cultura que propugnaba la independencia y el dominio. Al surgir el pensamiento moderno aparece una forma de tomar conciencia sui generis, se inaugura una refinada manera de plantearse el ser individual.
Con Descartes, el individuo puede cuestionar y cuestionarse con cierta perspicacia, poniendo en cuestión el asentimiento de la autoridad y del vago sentido común, y de la sana razón. Es una primera escisión de lo humano en la modernidad; el cogito refiere y aporta un reduccionismo de las facetas del hombre calculador, objetual, conceptista, un ser con “razones”, un ser más allá de los sentimientos y de las pasiones (metafísico, burgués), configuró una sublimación “espiritual” (individualismo) que se debate en su propia instrumentalización y ocaso. Kant ya hacía precisiones sobre tal cuestión de un modo sintético en su filosofía de la conciencia, así: La identidad de la conciencia de mi mismo en distintos tiempos no es, pues, más que una condición formal de mis pensamientos y de su cohesión... Por ello debemos, en cualquier caso, juzgar necesariamente que somos los mismos en todo tiempo del que poseemos conciencia (Kant 1994: 341-342; Guillén 2002, y 2003: 73-87). Kant supone la conexión de los datos de la conciencia (en la memoria) por el pensamiento, para preservar la identidad en todo tiempo. Hume lo examinó en una reflexión (el Tratado: tomo I, parte IV, sec. V) sobre la identidad personal como aquella que no la pierde el sujeto al variar su carácter y disposición, al igual que sus impresiones e ideas; lo hizo basado en los principios de semejanza (de unidad, diferencia, igualdad), continuidad y causalidad, propios de Occidente. Kant replanteó la cuestión en el principio de la persona como fin en sí mismo (autotelia, autodeterminación); Hegel la ontologizó; Heidegger, Sartre, y Ortega y Gasset la refirieron a la existencia humana y vital del yo; Lyotard, Habermas y Apel la circunscriben en la “comunicación argumentativa”. Hay una lógica homogeneizadora, esquemática y egocéntrica. Por ello, lo que hoy está en crisis es también ese ideal de la “modernidad” del hombre como “fin en sí mismo”, abandonado al imperio de la razón, que ha dado las espaldas a Dios: al poder de su palabra, a su voluntad y al sentido y significado del Verbo o del Lógos. La cuestión no es meramente política, económica (Marx), sociológica (Weber) o axiológica (Nietzsche); es un problema profundamente humano, y espiritual. Se trata de una lógica destructiva de la sociedad de consumo o tecnocrática. Para algunos, es una crisis humana en tanto quiebra o desconexión de las “relaciones esenciales de sujetos”, consigo mismos, con los demás y con Dios; sin embargo, la crisis hunde sus raíces más profundas en una crisis espiritual de la humanidad, desde los comienzos del medioevo, agudizándose en la llamada “modernidad”, en el modus operandi de Occidente. La política neoliberal permeabiliza la globalización cultural con la económica. Desde los años 60 del siglo XX es reiterativo este diagnóstico, y la crisis hunde sus raíces en el plano moral, religioso y en las costumbres.
2. Identidad colectiva y lógica constructiva de lo andino en la postmodernidad
Hoy el mundo andino se enfrenta a una nueva realidad en la sociedad postindustrial del mundo occidental, en la época de la “modernidad” y del “discurso”. El ser andino refiere la alteridad (diferencia, diversidad, autenticidad), simetría (reciprocidad) y la no-arbitrariedad (complementariedad), principios de la racionalidad andina de una filosofía intercultural, de una época de transición, que busca desarrollar su cultura con una lógica constructiva, que requiere ser examinada categorialmente. El fenómeno de nuestra identidad tiene sus raíces, su fuente, su contextualidad y su horizonte, para su posibilidad y realidad, en la mecánica y la dialéctica de nuestra historia colectiva, y ha definido el carácter de nuestras comunidades y naciones de América de Sur, elevándolo a la reflexión filosófica en sus idiomas originarios.
Los andinos fueron prácticos con un criterio sui generis de las cosas, talento heredado de los inkas, supieron subsistir (resistir a la dominación y a la enajenación venida de occidente). Así parece apuntalar en esa perspectiva Zenón Depaz: “El hombre andino «escucha», «siente» lo real que se manifiesta en su entorno y lo abarca, concibe al cosmos como viviente” (La naturaleza se nutre, tiene sed, se enoja, se complace, etc.), “La mentalidad andina concibe todo como relacionado. La relación tiene prioridad ontológica ante lo relacionado”, “El hombre andino no se concibe fuera de conexiones que constituye el cosmos y del cual es parte constitutiva”, “con su trabajo... establece una conversación y una relación de crianza con la naturaleza, de carácter cúltico, ritual, tendiendo puentes entre fenómenos de orden diverso, sosteniendo y promoviendo aquella diversidad”, y de ahí que “el horizonte mítico porta una «verdad» no verificable, una verdad que «aparece» desde los trasfondos del lenguaje. Los relatos míticos tienen una base «conversacional», ritual que remite a la experiencia de lo sagrado” (García Z. 2001: 71-84). Aunque no guste a los costeños o “mestizos” (que son excluyentes e individualistas), la categoría andino es útil y tiene objetividad, pues expresa la nueva realidad y la nueva manera de vivir y de ver el mundo; así nos conoce todo el mundo ahora. Hay que considerar que el subjetivismo sociológico (de ciertos “criollos” y “mestizos puros”, que habían creado una segunda dominación, con sus añoranzas anacrónicas), no resuelve aún muchos de los conflictos republicanos y menos aún el problema de la identidad cultural. En realidad lo que nos cohesiona es la historia vivida y ancestral, y el marco de horizonte geopolítico. Se asume como un problema abierto y como una condición de posibilidad para su desarrollo (Basadre: Perú: problema y posibilidad).
En tanto ideal de unidad y autenticidad cultural, del mismo modo que cualquier valor metafísico o histórico, el problema de la identidad cultural, supone la asimilación y confluencia de factores autóctonos y ciertas tradiciones, y no la simple “emoción por lo indígena y sus valores vitales” (Wagner de Reina) de una existencia inauténtica e imitativa (Salazar), y menos una simple “simbiosis de formas” que incorpore “elementos indígenas” en la formación de una “identidad nacional”, para su “arraigo y consolidación” (M-Q. Cantuarias, M-L. Rivara), sino que las aspiraciones colectivas se plasman en la construcción de un proyecto histórico de integración andina, considerando todos los factores concomitantes. El subjetivismo sociológico (criollismo, mestizaje, indianismo) tiene que replantear sus esquemas de explicación, interpretación y análisis, en la objetividad científica o filosófica. El pensamiento filosófico andino tiene el desafío de contrastar con las ideas del “pensamiento occidental” (europeo o americano) y con las ideas del mito enmascarador de lo “latinoamericano”, para develar por contraste su verdad, en el contexto plurinacional del mundo andino. Prefiero no hablar de la “identidad latinoamericana”, por su origen contrafáctico y producto de una cultura de la dominación, en la ideología y construcción de un mito enmascarador desde los tiempos de la emancipación, como la ideología de la emancipación (Mariátegui en 1924, desenmascaró el pasadismo y lo nacional), ajena a nuestra verdadera realidad multicultural, multilingüe y multinacional. Mariátegui pensó un nuevo ideal, basándose en una nueva perspectiva para los andinos, desde la época de González Prada, y de manera sistemática con Salazar Bondy, A.), en esta parte de América donde ya no se habla “latín”. En esta época de globalización la estructura económica, social, política e ideológica de la “sociedad peruana” está en crisis, pues el nuevo horizonte cultural recreado del mundo andino lo refuta, lo interpela, en la nueva realidad histórica y geopolítica; y es contraria al mito enmascarador de la “Unión Latina”, y el plan hegemónico de la “Comunidad Sudamericana de Naciones”. A pesar de que han surgido movimientos sin norte, sin una posición definida (solapados y oportunistas como los etno-nacionalistas), mafiosos (donde se lucran con el poder) y corruptos como el fujimontesinismo, involucrados al narcoterrorismo, o a la xenofobia (los nacional-elitistas conservadores de derecha), se cree que ser “independiente” es solución a cuestiones decisivas, a causa de la retórica y el pragmatismo politiquero que se aprovecha de la confusión e inmadurez de la conciencia ciudadana. La credibilidad de los gobiernos está en crisis en Sudamérica. En el mundo andino, es necesario valorar nuestras fuerzas, ideas colectivas, sentimientos y voluntades. En sentido vallejiano o como Arguedas: humano, solidario, andino, integrador, creativo, de posibilidades y esperanzas. La vida cotidiana, la memoria colectiva y la inventiva creadora de los pueblos peruanos, permitirá comprender hoy la posibilidad de la Comunidad Andina de Naciones, para reedificar y reconocer el lugar histórico del pensamiento y de la Philosophia andina, pero no desde una óptica esquemática occidentalizante

3. Racionalidad técnica en los discursos eurocéntricos posmodernistas
La mirada lógica del eurocéntrico no ha conocido la historia del pensamiento filosófico andino, no la ha referido a sus raíces, a su lengua autóctona, como así lo hicieron los griegos que no hicieron suyo la lengua de los babilonios, medo-persas, romanos y, lo mismo sucedió con los alemanes que no sucumbieron al latín y al francés, en aquellas épocas de globalización históricas. La semántica y la lógica occidentalizante no ha investigado las posibilidades de la interacción de estas culturas andinas. El hecho de que no se concretice un proyecto posible o que quede “inconcluso”, no es porque sus bases sean nostálgicas, utópicas o “modernas” (consensuales), ante la crisis actual. Es el caso del “proyecto moderno” de aquella época del racionalismo “ilustrado”, y que en la actualidad el “discurso de la modernidad” quiere retomarlo, en el marco teórico de la “argumentación” (Apel-Habermas), en el “consenso de una racionalidad técnica”, al margen de una racionalidad práctica o moral, no porque sea de masas sino porque impera la crisis con la “globalización”. Ante lo cual las sociedades modernas han respondido organizándose en bloques de poder económico y político (v.g. “comunidad europea”, “comunidad asiática”, “estados americanos”, “mercosur”, etc.).
Sabemos que desde 1980 se ventiló el pensamiento postmetafísico, como que también se planteó la ideología “fin de la historia o de las ideologías”. (Ilusión y “novedad” de F. Fukuyama, entre 1989-1992. Precede, pues, a la consolidación de los Estados modernos, las filosofías de los siglos XVIII, XIX y los últimos “discursos” del siglo XX) o la tendencia predominante de la democracia neoliberal, el que tiene su antecedente en Hegel, desde la época del triunfo de Napoleón y el emplazamiento de los Estados modernos. Descartes los precede en el pensar, Maquiavelo en la política, Bacon en la ciencia, Hegel en la filosofía de la historia, y no hace mucho Lyotard-Habermas en el meta-discurso sobre “modernidad-postmodernidad” y “argumento-consenso”, y United States en política internacional (en decisiones hegemónicas y tecnológicas) con la globalización. En el mundo el “ciudadano” es un “agente contractual” del esfera virtual, cosmopolita y occidentalizado, con una racionalidad pragmática o técnica, enmascarado por el movimiento monocultural de justificación poscolonial llamado “Unión Latina”.
Esta sociedad ha permitido cierta forma de moral pragmática acentuando la crisis (Guillén: “Moral de consumidores”, 1996: 33-40), frente a “lo nacional” homogeneizador occidentalizante. La “crisis de valores” es crisis de la sociedad antropocéntrica, y crisis de los esquemas conceptuales de la sociedad y del pensamiento occidental moderno. La racionalidad de medios arrastra consigo una crisis de la sociedad poscolonial occidental en proceso de globalización neoliberal, instrumental, antiecológica y tecnocrática: una lógica homogeneizadora. En los Andes se vive un proceso histórico, económico, social, cultural y artístico, diferente a lo acontecido en Europa, Asia, Africa, etc.; es tan obvio y evidente. Es un proceso encuadrado y configurado en los cauces de la dependencia y el subdesarrollo. Es causa de todo lo ocurrido cierta razón instrumentalizadora que se plasma en el poder de subsunción del neoliberalismo sobre nuestras economías que, con tanta implementación, nuestros países o comunidades han devenido en la dependencia poscolonial. Las identidades culturales como una búsqueda, en la historia, han sido una cuestión permanente y capital, posiblemente desde los orígenes de la cultura. Las culturas andinas proyectan como alternativa la racionalidad andina de fines en el horizonte del «otro» y de la diversidad. Si la globalización es entendida como proceso de modernización y universalización de las culturas, de los códigos culturales, y por tanto, de las identidades culturales y nacionalidades de los diferentes continentes, habría una apertura a la universalidad de la diferencia, de lo heterogéneo, de la otreidad, y una genuina existencia de lo individual en la universalidad, habría un respeto por el modo de pensar, vivir, comprender, y toda cultura tendría una razón de ser.

4. Racionalidad ecológica en los idiomas andinos con discursos técnicos
En el fondo de la conciencia de los andinos subyace una lógica semántica categorial, en las estructuras semánticas de los idiomas andinos. La Comunidad Andina, es un encuentro de identidades heterogéneas, de objetivos concordantes y afinidad en sentimientos colectivos. ¿Acaso un pensamiento unificante de los actos colectivos en la América del Sur? ¿Acaso el despertar de una opción relegada? Hace poco, alguien pensó que “Latinoamérica” era “el reto de las redefiniciones”, para una revolución cultural, ante la “globalización” de los discursos, de los lenguajes, de la racionalidad de los mitos.
En la América Andina, la racionalidad práctica va con la idea de un “Alma Matinal” de un hombre nuevo o la “República Andina”, pues todos tienen la idea del pachawaray, y todos hacen referencia a su intipaqarina, para identificarse, para congraciarse con la Pachamama. Son famosas las “piedras” del Tawantinsuyu o de Machu Picchu, en la Hatun Pachamama, que albergó a Vallejo, Mariátegui, Arguedas, Martín Adán, Darío, Neruda, Huidobro, Octavio Paz, García Márquez, y otros que respondieron al desafío de revelar una América Nueva. Las naciones tienen puesta la mirada en el “pachakutiy” (siempre en cuando signifique cambios profundos). Y en esa perspectiva prefigura y confluye la Comunidad Andina de Naciones, alternativa clara ante la crisis de los países americanos, una afirmación de la realidad como potencial estratégico de esperanzas, en una efectividad de respuestas colectivas. ¿Cuál el pensamiento emplazado? Identidad y diferencia en la unidad y para la armonía: Hukllanakuy (integración). Con ello se reflexiona la conciencia de la identidad de lo andino en el horizonte andino, y se expresa el sentimiento con lucidez y autenticidad, en un proyecto colectivo de acción; pues, los andinos “no deben temer soñar e imaginar, pues no es en el soñar que radica su debilidad, sino en el no haber sabido o querido soñar con autonomía y libertad (...), se trata de que el hombre americano cree, invente sus propias utopías, que se plantee sus propios ideales, a partir de las circunstancias que determinan su condición actual (...). Ese nuevo proyecto de vida es lo que queda ahora por desarrollar”, pensó Juan Abugattás. Tales perspectivas filosóficas en nuestra América puede ser construido en las mismas categorías integradoras del Runasimi, capaces de incorporar términos modernos en las estructuras aglutinantes del Kichwa, del aymara, etc. Vallejo, Arguedas, Alegría y otros plasmaron y anunciaron la nueva sensibilidad y abrieron un panorama de alternativas para el pensar y la praxis; Mariátegui y A. Salazar Bondy cuestionaron la falta de autenticidad de nuestro filosofar, y V. A. Belaunde buscó una filosofía constructiva e integral. Arturo Andrés Roig ha reiterado la inversión de la filosofía de la historia en un nuevo mito, y Edgar Montiel propuso la búsqueda de la autenticidad, la subversión creadora de la filosofía, pero dentro del paradigma de la racionalidad occidental.
En el mundo andino hay conceptos originales que deberían ser repensados y replanteados como perspectivas para el análisis; términos como Pacha, Kay, Chay, Yachay, Pachayachay, Kikinkay (ser uno mismo), Inka (Hijo de Dios), Teqse, yuyaychay, hamut’ay,etc. Desde la perspectiva lingüista, tanto Pa como cha, ta y la “k” final de un término (para determinar sustantivos, adjetivos), la “y” como la “i” de origen latino, requieren ser examinados, categorial y hermenéuticamente, y desde una etimología y una pragmática comparada, para una mayor riqueza cultural lingüística. El hombre andino está reconstruyendo las formas de pensar que articulen los más valiosos y variados patrimonios lingüísticos, métodos, ciencia y tecnologías, las perspectivas más genuinas del sentimiento y el pensamiento colectivos, en su diversidad multiétnica, multilingüe, multicultural e intercultural. Para los andinos la identidad (Kikinkay) es recreada (con el imaginario y la memoria colectiva de todas las sangres), redescubierta, reconstruida en proyectos y perspectivas, en la praxis cotidiana, en el pensar (yuyaychay), en la artesanía y por el arte. En virtud de la artesanía, la literatura oral y escrita; en virtud de las lenguas Kechwa, aymara, y los dialectos amazónicos; de los restos arqueológicos, hallazgos etnológicos y antropológicos de culturas ecológicas.

5. Racionalidad práctica del arte andino en el mundo ecológico de América
El arte parece redimir, resucitar, liberar las fuerzas misteriosas y potencias creativas del ser humano, desde su condición inmediata, cruda, hasta del ciudadano soslayado o marginado, como del pueblo relegado y dependiente, de su entorno y de la naturaleza, mostrando su condición humana, su posibilidad y realidad. Los andinos unidos por el espacio agreste de los Andes y por el imaginario e inventiva de los andinos solidarios, con promesas y utopías, críticos y consecuentes, apuestan en la posibilidad de una identidad cultural genuina, por una historia vital, por un arte y un pensamiento filosófico auténtico. ¿Acaso pensaron y creyeron en una América Andina? ¿O tal vez en una sociedad andina? ¿Partieron, acaso de un hecho o problema no resuelto? Sí; es obvio. Los andinos en toda la historia y la cultura han sido creativos hasta en los idiomas; de allí que hay una riqueza tan diversa en sus fonemas y morfemas. Son conocidos los modos de vida, formas de sentir y pensar propios del Ande. Hatun llaktata yuyaychaspa, hatun yachaqkunaq qespichinakunaywanchispaq; hamut’aqkunaq yuyaychaskanpi, huk musuq Pacha kausarinanpaq (“Repensando la grande patria, para que nuestros grandes sabios nos guíen; en la reflexión de los grandes pensadores, para que un mundo nuevo renazca”). El proyecto cultural andino para nuestra sociedad requiere el efecto de políticas culturales de integración y regionalización coherentes, que armonicen los ideales y las utopías, y “añoranzas latinoamericanistas”, ante la conciencia de andinos y occidentales. Tal proyecto es, pues, la Comunidad Andina de Naciones. Una experiencia la sustenta, un rico y profundo pensamiento (yuyaychai) lo trasluce, un saber y un ideal auténtico (kikinchay) en el espíritu de los andinos, Hatun kapaq Apuq wawankuna (“Hijos del Dios grande y poderoso”) los mueve y los guía, yayaychaspa qespichinakunkaku huk Pachayachaykuwan (“repensando se liberarán con una filosofía propia y auténtica”, de los esquemas occidentalizantes).
La aventura cultural, lingüística, filosófica, en la perspectiva andina integradora está abierta, para posibilitar la revolución cultural, social, económica que todos anhelamos, con alternativas creativas. En el mundo andino: sé lo que eres en tu ser - nos ha dicho José A. Russo Delgado (en Kichwa diríamos: kikinkay chayniykipi)- y trata de comprender la racionalidad de tu praxis, tus sentimientos colectivos y la posibilidad de tu ser en la realización de tu identidad cultural en una sociedad integrada, autodescubierta en el arte y en la praxis, reinterpretando tu cosmovisión, y tu filosofía ancestral precolombina (Pachayachay o Philosophia significó posiblemente y ha conservado en su semántica a una Philosophia de la realización humana en el término kikinkay: “sé tu mismo”, inkariy: “sé como el Inka”, “anda como un Inka”, “sé como el Hijo de Dios”). Ello es posible de ser visualizado en nuestras propuestas literarias, en sueños y en utopías, en ideales y en una racionalidad práctica nueva, que revelen nuestra verdad, desde nuestras raíces culturales, pero en la unidad de acción, en la comunidad y en la racionalidad de fines.
Lima, 19 agosto de 2007

(*) Odilón Guillén Fuentes, Filósofo (UNMSM 2002), Poeta, Escritor y Artista Plástico autodidacto, Investigador autodidacto de la sicología y la sociología contemporáneas, estudioso de la filosofía andina, la filosofía moderna, ética y bioética, teología bíblica y cristiana. Analista de política nacional e internacional. Ensayista, Conferencista, y Editor de sus propias obras literarias. Presidente Fundador de FIIDPAZ; de IIP; de SAECTEL y de SIHANDINA; Presidente Co-fundador de SAEKANT.
[1] Este ensayo fue una ponencia sustentada en el Encuentro Científico Internacional (ECI 2007-verano), el día jueves 04 de Enero en el Auditorio de INICTEL, intitulada: “Lógica y semántica del kechwa en el mundo andino”.