Franz J. Hinkelammert (*)
Si hoy se habla sobre el humanismo, hay que hablar siempre y necesariamente sobre el desdoblamiento del humanismo. Cuando se trata hoy de la posibilidad de otro mundo, se trata de reivindicar y de recuperar lo humano. Pero es obvio, que hoy solamente podemos hablar de humanismo y de lo humano, si a la vez constituimos una sistemática crítica del humanismo. Exigir otro mundo y exigirlo y hacerlo presente, no es un problema técnico, aunque hace falta solucionar también muchos problemas técnicos. Se trata de la recuperación de lo humano.
Estamos enfrentados con un mundo de la deshumanización de lo humano. Pero esta deshumanización se presenta a sí misma como servicio al ser humano.
Si queremos relacionarnos en forma crítica con el humanismo, necesitamos una determinada comprensión, que tiene que estar subyacente en todos nuestros análisis: la modernidad es humanismo. El renacimiento, el liberalismo, el socialismo e inclusive el fetichismo. Todos hablan en nombre de un humano, que hace falta recuperar. Parece, que ya no podemos hablar siquiera sino en estos términos. Pero se trata de un humanismo desdoblado. Hay una formulación clásica del humanismo, que viene de Marx y de la cual habla como imperativo categórico:
“….la doctrina de que el ser humano es el ser supremo para el ser humano y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable.”
Eso, sin embargo, solamente es un lado del humanismo moderno. Sin embargo, sería ingenuo creer, que el humanismo es solamente eso. En la guerra de Kosovo se hacía presente otro humanismo, que por supuesto no era nuevo, pero que llevaba un nombre nuevo: intervención humanitaria. Intervenciones humanitarias transforman países enteros en tierra quemada: Serbia, Afganistán, Irak, posiblemente el próximo caso será Irán. Una guerra no puede ser guerra total, si no es interpretada como intervención humanitaria, y vivida como tal. Las intervenciones humanitarias todas son guerras totales, en las cuales no hay ningún límite humano para el ejercicio de la violencia. Lo mismo vale par la constitución de sociedades totalitarias.. Solamente en nombre de la recuperación de lo humano puede ser legitimados en su carácter totalitario. Eso mismo vale también para la actual totalización del mercado por medio de la estrategia dominante de globalización: no puede renunciar a transformar todas barbaridades que se comete por medio de la ideología de la mano invisible en un servicio al ser humano.
Eso se expresa también en el nombre del ministerio que administra esta violencia. Primero se llamaba Ministerio de Guerra, después ministerio de Defensa y en el futuro lo será muy probablemente Ministerio para Intervenciones humanitaria, una especie invertido del Ministerio de Bienestar. Pero todo eso es humanismo.
Eso es el desdoblamiento del humanismo. Si podemos decir, que la modernidad es humanismo, tenemos que añadir, de que es humanismo desdoblado. Si no, caímos en una ilusión pura. Se trata del desdoblamiento en humanismo concreto y humanismo abstracto.
El humanismo abstracto
El humanismo abstracto e invertido y falso es probablemente aquello, que es inmediatamente el más visible. Toda la colonialización del mundo se realizó en nombre de intervenciones humanitarias, a pesar de que no había todavía este nombre. En la conquista de América por España y Portugal eso todavía tenía una expresión religiosa. Después de que los europeos reconocieron, que también la población allá se compone de seres humanos, que tienen alma eterna, ellos fueron conquistados para salvarlos y para asegurar su vida eterna. Pero no se olvidó tampoco de hablar de una especie de derechos humanos. Se declaraba estos seres humanos caníbales y como gente que cometía sacrificios humanos, para entender la conquista como salvación de ellos del canibalismo de los sacrificios humanos. Eso hicieron cristianos, que en sus países sacrificaron seres humanos al quemar vivos a herejes y brujas frente a las catedrales y cantando el Te Deum. Para los conquistadores estaba en el centro la preocupación por el ser humano y su vida, aunque solamente su vida eterna. El imperialismo inglés expresaba lo mismo en términos seculares. Cuando conquistó la India, llevaba la “carga del hombre blanco”, que se sacrificaba a sí mismo para llevar por fin la cultura a la India. Llevaba a la vez la ley burguesa, de la cual John Locke había mostrado, que su imposición es la única forma realista para poner el ser humano y su vida en el centro de la sociedad. De paso salvaron a las viudas de la India de ser quemadas después de la muerte de sus maridos. Todo era humanismo y se sacrificaron por esta misión. Por supuesto, como contrapartida merecieron llevarse las riquezas de la India a Inglaterra.
También la esclavitud en las Américas ha sido, en estos términos, un servicio al ser humano. Hamilton, uno de los Founding Fathers de los EEUU, declaró que la esclavitud de los africanos importados era necesario para “civilizarlos”. Esta justificación hizo escuela. En la China socialista había campos con la tarea de la “reeducación”. Pero siempre al servicio del ser humano. El humanismo abstracto nunca conoció ni un límite. También el GULAG de la Unión Soviética era considerado un servicio al ser humano. Solamente hay que leer los discursos de Vishinski, el fiscal de los tribunales de purga en la Unión Soviética de los años 30, para escuchar, que el GULAG era necesario para llevar la humanidad al comunismo, la verdadera sociedad humana.
Este humanismo abstracto, que todavía hoy es el alma de la colonialización del mundo, determinó inclusive la misma conformación de la sociedad burguesa y del mismo capitalismo. Apareció una verdadera espiritualidad del mercado. Mandeville declaró al comienzo del siglo 18: vicios privados – virtudes públicas. Adam Smith transformó eso en la mano invisible del mercado: lo malo es lo bueno. Lo malo, por eso precisamente la explotación del otro, solamente en apariencia es lo malo: la mano invisible del mercado lo transforma en un aporte al interés general, haciendo de que sea lo bueno. La teoría económica neoclásica transformó eso en la tesis de la tendencia automática del mercado al equilibrio y en esta forma sigue siendo afirmado por la teoría neoliberal: lo malo es lo bueno, siempre y cuando lo malo se comete en el marco del mercado. Mil veces estas tesis han sido refutados, pero los economistas de estas corrientes sencillamente miran a otro lado y repiten su dogma. Efectivamente, sin este dogma no es posible sustentar al capitalismo y por eso constantemente es inmunizado. Hoy en día se puede leer eso de nuevo en la autobiografía recién publicada por Greespan, quien ha sido largos años el presidente del FED, el Banco Central de EEUU: The Age of Turbulence. Se trata de una efectiva espiritualidad, que protegió a Greenspan del peligro de caer en los trampas de un humanismo concreto, para el cual lo malo es lo malo y no lo bueno.[1]
Este servicio al ser humano de parte del humanismo abstracto hay está hasta por transformar el propio Estado de derecho en su contrario. Hoy llegó a ser compatible con la existencia de campos de concentración como en Guantánamo, la tortura sistemática y la desaparición de personas humanas. Visiblemente todo es transformado en asuntos de sentido común. Hasta la tortura se hace pasar como servicio al ser humano.
En este sentido puede servir una cita de un torturador prominente del Campo Delta en el campo de concentración en Guantánamo, que apareció en el Washington Post:
“VanNatta terminó su tarea de superintendente de Camp Delta en septiembre. Dice que hoy está orgulloso de lo que él y sus tropas han logrado.
“Se trata del año más importante que jamás he vivido, porque estoy convencido de que hemos salvado vidas,” decía VanNatta, quien ahora volvió para dirigir la prisión de máxima seguridad al norte de Indianapolis.
“Si resulta así como yo creo que resultará, (Camp Delta) será considerado la más única prisión jamás realizada. Si resulta que la información que hemos recolectado salvó vidas, va a ser considerado como uno de lo más adecuado hecho jamás. Sin embargo, si se comprueba de que no ha habido inteligencia (información eficaz), entonces todo será visto como acción de un superpoder que ha usado su poder arbitrariamente.”[2]
La cita me recuerda una anécdota que se cuenta sobre el Gran Inquisidor Torquemada del siglo XV. Este hizo un diálogo, en el cual se hace a sí mismo la pregunta: Es lícito, no torturar a un hereje? Y contesta: No es lícito no torturarlo porque con eso se le quita su última oportunidad para salvar su alma.
Eso cambia ahora, aunque continua. La pregunta ahora es: Es lícito no torturar a un sospechoso del terrorismo? Y la respuesta: No es lícito no torturarlo, porque con eso se pierde una oportunidad de salvar vidas inocentes.
El memorando citado del Departamento de Justicia dice:
“…que las leyes internacionales en contra de la tortura “posiblemente son inconstitucionales (violan la constitución) si son aplicadas a interrogaciones” llevadas a cabo en la guerra de Bush en contra del terrorismo…”
Si un empleado del gobierno tortura a un sospechoso preso “lo podría hacer para prevenir ataques futuros de parte de la red Al Qaeda en contra de EEUU”, decía el memorando… escrito en respuesta al pedido de consejo legal de parte de la CIA. Añadió que argumentos centrados “ en la necesidad y la autodefensa podrían dar justificación que eliminaría cualquier responsabilidad criminal.”[3]
No torturar resulta ahora ser una violación del derecho y de la constitución, una irresponsabilidad, una colaboración con el terrorismo. La tortura es resultado de la afirmación de la vida. No torturar es ahora un acto de barbaridad. Es Torquemada, securalizado, y no es fácil decir, lo que es peor.
Este tipo de argumento aparece por todos lados. Apareció también en relación con la bomba atómica sobre Hiroshima. En una entrevista el piloto responde la pregunta sobre lo que ha sido lo más importante en su vida:
“Obviamente el haber formado y operado el grupo 509, entrenado para usar la bomba... Originariamente se me dijo que los bombardeos en Europa y Japón se iban a hacer simultáneamente.
Me atrevo a decir que salvé millones de vidas al hacerlo, labor que me tomó diez meses y medio.
¿Para usted cuál sería la gran lección que le dejó haber tirado la bomba?
Diría que lo que aprendí es que si me proponía algo podía hacerlo. Desde el momento en que me informaron de que esta arma podía existir yo me dije a mi mismo: si la construyen yo la cojo y la tiro al blanco. Me molesta mucho el negativismo, la gente que se autoderrota y que no puede hacer las cosas. Yo podía hacerlo, y sabía muy bien que podía. Y lo hice.”[4]
Sobre un viaje de Condolezza Rice a Europa, hay la siguiente noticia:
“La secretaria norteamericana de Estado, Condolezza Rice, defendió ayer los traslados de sospechosos de terrorismo a terceros países para interrogarlos, pero negó que EEUU practica la tortura. Poco antes de iniciar una gira por Europa, Rice afirmó que las operaciones encubiertas de la CIA “salvan vidas europeas”.
…se negó a abordar directamente las acusaciones de que la CIA tiene prisiones clandestinas.”No podemos hablar de informaciones que comprometerían el éxito de operaciones militares, policiales o de inteligencia”, dijo”.[5]
La tortura, la bomba atómica, la estrategia de globalización: todo salva vida. Hasta habría sido irresponsable e inconstitucional no haber lanzado la bomba atómica sobre Hiroshima.[6] El terrorismo del Estado es ahora la manera realista, de asegurar la vida humana y de servir al ser humano.
El general Humberto Gordon, en el tiempo de la dictadura de Seguridad Nacional de Pinochet en Chile jefe del servicio de seguridad CNI, que administraba en este tiempo la red de cámaras de tortura, decía:
La Seguridad Nacional es como el amor: nunca es suficiente." El Mercurio, Santiago de Chile, 4.12.83
Hablando el lenguaje de Orwell, él era el jefe del ministerio de amor que estaba a servicio también de alguna intervención humanitaria con su respectivo: guerra es paz.
A Camdessus, anterior presidente de Fondo Monetario Internacional (FMI), le gustaba en su tiempo pronunciar conferencias con el tema “Mercado y reino de Dios”. En estas conferencias hablaba enfáticamente de la “opción por los pobres”, que afirmaba la teología de liberación. En realidad esta opción afirma un humanismo concreto, paralelo al imperativo categórica de Marx, que hemos citado antes. Camdedessus la celebró entusiastamente. Pero el advertía, que no se debe perder el realismo y sostenía entonces, que la forma realista de realizar esta opción por los pobres era precisamente era asumir la estrategia del Fondo Monetario. Quien asume realistamente la opción por los pobres, lo puede hacer solamente asumiendo y realizando los ajustes estructurales del Fondo monetario. Con el humanismo concreto de la opción por los pobres había sido invertido en humanismo abstracto que otra vez margina el pobre, pero para salvarlo “realistamente”. Camdessus declaró, que el mercado es la aproximación más perfecta al reino de Dios, que para el ser humano es posible. El Vaticano estaba tan entusiasmado, que nombró a Camdessus después de terminar su período en el FMI como miembro de su Comisión Justicia y Paz, aboliendo así de hecho la anterior doctrina social de la iglesia.
Todo eso es espiritualidad del mercado y su sacralización.
Pero con eso no termina este tipo de servicio al ser humano. También el fascismo era servicio al ser humano, aunque no como humanismo abstracto. Muy al contrario. En buena parte se deriva de una determinada crítica al humanismo abstracto. Pero no busca la salida en alguna recuperación del humanismo concreto, sino, siguiendo a Nietzsche, en la abolición completa del mismo humanismo, para que el ser humano se pueda realizar a sí mismo como humano. Kart Schmitt encontró para eso la fórmula: humanidad – Bestialidad y añadía: Quien dice humanidad quiere engañar. En sentido actual se podría traducir: Quien dice humanidad, quiere robar petróleo. No sorprende entonces, que Juan Antonio Primo de Rivera decía: cuando escucho la palabra humanidad, tengo ganas de sacar la pistola.
Por eso Schmitt busca realizar una guerra no falsificada por ningún humanismo abstracto y en el cual se enfrentan enemigos reales, que no se transforman mutuamente en enemigos absolutos, algo, que transforma la guerra en guerra total.
Esta medicina ha sido seguramente mucho peor que la enfermedad, pero por lo menos es necesario entender, a que perversiones puede llevar. Al final había que abolir a los mismos judíos, porque la tradición del humanismo (lo que incluye las utopías) está muy estrechamente vinculada con la tradición judía. Se creía entonces, que para erradicar este malo del humanismo desde sus raíces había que erradicar a los propios judíos.
Schmitt ve en el humanismo la causa de la transformación de la guerra en guerra total. Sin embargo, es la abolición del humanismo que produjo la más absoluta guerra total en la historia mundial hasta hoy.
La recuperación del humanismo concreto
Sin duda, hoy se trata de la recuperación del humanismo concreto. Pedro esta recuperación presupone mirar el humanismo de manera crítica y por eso en su desdoblamiento. En caso contrario somos ingenuos y cada vez todo el circuito de desdoblamiento vuelve a empezar. El humanismo concreto tiene en sí la tendencia, darse vuelta hacia un humanismo abstracto y hacia la violencia. Se transforma entonces en un imperativo categórico de la violencia. Eso no es simplemente una consecuencia de alguna maldad humana de por sí, sino sigue de la misma condition humana. Podemos usar por esta transformación una palabra, que Marx usó para la transformación de la revolución francesa en el bonapartismo: Termidor. Todo el tiempo el termidor del humanismo concreto está detrás de la puerta.
La toma de posición para la recuperación de lo humano por eso tiene que reflexionar a la vez esta tendencia al termindor y eso por todos los lados de los conflictos que surgen. Eso no vale solamente en relación con el sistema social, sino vale para todas las relaciones humanas. En todos los planos se hace visible este peligro y tiene que ser reflexionado y anticipado. No es posible evitar este peligro, porque todo proceso de institucionalización siempre institucionaliza a la vez este peligro. Todas las instituciones son administración de la muerte, a pesar del hecho de que no se puede vivir sin ellas. Pero en cuanto administración de la muerte inevitablemente desarrollan la tendencia hacia el termidor hacia un humanismo abstracto con su imperativo categórico a matar y a destruir todo lo humano. Eso ocurre en todos los niveles, no solamente en el nivel del mercado. La negación de lo humano se transforma en la ilusión de lo humano, la violencia en verdadero servicio al ser humano. Eso ocurre de la manera más extrema, cuando toda una institucionalidad e4s declarada presencia de lo humano, como eso ocurre en la totalización del mercado o del plan. La misma institución entonces se transforma en un imperativo de violencia. Todos los derechos humanos del ser humano concreto son disueltos. El mercado deja de ser flexible y como consecuencia, los seres humanos tienen que flexibilizarse, para que el mercado pueda seguir inflexible. Con eso pierden sus derechos humanos.
Por supuesto, no hay solo humanismo abstracto. Paralelamente al humanismo abstracto se desarrollan los grandes movimiento de emancipación de la modernidad, como aparecen específicamente a partir de la revolución francesa. Se hace presente un humanismo concreto: emancipación de los esclavos, de los obreros, de las mujeres, a las cuales siguen en el curso de la historia hasta hoy muchos nuevos movimientos de emancipación. Sin embargo, la historia de estos movimientos demuestra, que, aunque partan de un humanismo concreto, son y siguen siendo parte del problema del desdoblamiento del humanismo. El movimiento socialista obrero vivió con el estalinismo su propio gran termidor, que tiene muchas analogías con el termidor del Napoleón Bonaparte. Si se analiza estos termidores, tampoco el termidor cristiano está muy lejos, en el cual el cristianismo de los orígenes es transformado durante los siglos III y IV por el emperador Constantino y con Agustino en su contrario. Todos estos termidores tienen en común, que en ellos los orígenes desde el humanismo concreto son declarados, desde un humanismo abstracto, herejías.
Sin embargo, la autorreflexión del humanismo no puede ser reducida a una reflexión de sus metas emancipatorias. Tiene que reflexionar también los medios, que se usan. La relación de la emancipación humana no debe ser reducida a una simple relación medio-fin. Son los medios influyen también en los fines y su especificación. Por eso las metas de la emancipación excluyen y deben excluir ciertos medios, que bajo el punto de vista de un cálculo medio-fin pueden parecer adecuados. Los medios pueden destruir los fines, para los cuales aparentemente sirven. Eso en especial se refiere a la violencia como medio de procesos de emancipación y humanización. La violencia no puede ser un medio de emancipación, cuando se la usa como parte estratégica del camino. Eso no implica un pacifismo absoluto, al cual siempre falta el realismo, y contiene por eso fácilmente desarrollo tendencias al humanismo abstracto de la guerra por la paz. Violencia no puede ser sino un medios absolutamente excepcional. Pero inclusive como medio excepcional tiene que estar todo el tiempo bajo crítica, para que no desemboque en guerras totales. Siempre tiene que ser válido, que emancipación y violencia están en contradicción. Ninguna guerra es guerra justa, aunque sea inevitable.
Aparece un punto de vista desde el sujeto, que tiene que anteceder a todo juicio realista: yo soy, si tu eres. Ningún conflicto debe hacer desaparecer esta referencia básica de todo juicio ético.
El laberinto de la modernidad
Este análisis del humanismo en su desdoblamiento nos hace presente, en qué sentido la modernidad es humanismo. Lo podemos expresar también de otra manera: en la modernidad Dios se hace ser humano se hace humano. Lo hace de manera específica, que pone todo significado religioso de esta afirmación entre paréntesis. Vale para convicciones ateas igual que convicciones religiosas. Especifica lo que es modernidad.
Se trata de la categoría básica de la modernidad. Siendo categoría, penetra todo, pero no sirve para distinguir entre una u otra forma de su realización. Vale en lo bueno y en lo malo. No implica directamente ninguna ética, pero está presente en todas las éticas que aparecen en el marco de la modernidad, inclusive las postmodernas. Todo es humanismo, todo puede ser visto como servicio al ser humano.
La modernidad es un laberinto. Sin un hilo de Ariadna no hay orientación. Este hilo de Ariadna es el saber, que en la modernidad Dios se hizo humano. De maneras muy diversas, también contrarias y muchas veces perversas. Surgió un mundo, en el cual ni lo inhumano se puede hacer presente sino en nombre de lo humano, el odio en nombre del amor.
Tomar conciencia de eso, es el cambio que la modernidad necesita. No es postmodernidad, sino modernidad con conciencia de lo que es. Eso sería la otro modernidad, el otro mundo, del cual se trata. Una humanidad que se especifique a partir del humanismo concreto.
Que Dios se hizo humano, resultó en un proceso histórico de 2000 años. No es reducible a un determinado hecho ocurrido en Belén hace 2000 años, aunque el proceso haya partido de eso. Walter Benjamin decía que el capitalismo es el resultado de una transformación de la ortodoxia cristiana en capitalismo. Creo que es cierto. Pero hay mucho más. La propia modernidad es resultado de una transformación del cristianismo y no solamente de la ortodoxia cristiana.
Esta transformación no es intencional. Por eso se puede dar el hecho de que el cristianismo no ve su lugar en la modernidad, que efectivamente es secular. Pero si Dios se hace humano, resulta en consecuencia un mundo secular. Sin embargo, el cristianismo se siente extraño, hasta frente a un enemigo. Pero para reconstituirse, tiene que descubrir, que tiene que hacerlo desde el interior secular de la modernidad. Si no lo hace, resulta una escalera para subir hasta la modernidad, pero que después sobra y puede ser botada.
Advertencia
Una última advertencia. El carácter doble del humanismo se puede entender como una ampliación del análisis marxiano de carácter doble de la mercancía. Estoy convencido, que su análisis tiene que llegar a ser una parte imprescindible de la crítica de la economía política.
Si hoy se habla sobre el humanismo, hay que hablar siempre y necesariamente sobre el desdoblamiento del humanismo. Cuando se trata hoy de la posibilidad de otro mundo, se trata de reivindicar y de recuperar lo humano. Pero es obvio, que hoy solamente podemos hablar de humanismo y de lo humano, si a la vez constituimos una sistemática crítica del humanismo. Exigir otro mundo y exigirlo y hacerlo presente, no es un problema técnico, aunque hace falta solucionar también muchos problemas técnicos. Se trata de la recuperación de lo humano.
Estamos enfrentados con un mundo de la deshumanización de lo humano. Pero esta deshumanización se presenta a sí misma como servicio al ser humano.
Si queremos relacionarnos en forma crítica con el humanismo, necesitamos una determinada comprensión, que tiene que estar subyacente en todos nuestros análisis: la modernidad es humanismo. El renacimiento, el liberalismo, el socialismo e inclusive el fetichismo. Todos hablan en nombre de un humano, que hace falta recuperar. Parece, que ya no podemos hablar siquiera sino en estos términos. Pero se trata de un humanismo desdoblado. Hay una formulación clásica del humanismo, que viene de Marx y de la cual habla como imperativo categórico:
“….la doctrina de que el ser humano es el ser supremo para el ser humano y, por consiguiente, en el imperativo categórico de echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable.”
Eso, sin embargo, solamente es un lado del humanismo moderno. Sin embargo, sería ingenuo creer, que el humanismo es solamente eso. En la guerra de Kosovo se hacía presente otro humanismo, que por supuesto no era nuevo, pero que llevaba un nombre nuevo: intervención humanitaria. Intervenciones humanitarias transforman países enteros en tierra quemada: Serbia, Afganistán, Irak, posiblemente el próximo caso será Irán. Una guerra no puede ser guerra total, si no es interpretada como intervención humanitaria, y vivida como tal. Las intervenciones humanitarias todas son guerras totales, en las cuales no hay ningún límite humano para el ejercicio de la violencia. Lo mismo vale par la constitución de sociedades totalitarias.. Solamente en nombre de la recuperación de lo humano puede ser legitimados en su carácter totalitario. Eso mismo vale también para la actual totalización del mercado por medio de la estrategia dominante de globalización: no puede renunciar a transformar todas barbaridades que se comete por medio de la ideología de la mano invisible en un servicio al ser humano.
Eso se expresa también en el nombre del ministerio que administra esta violencia. Primero se llamaba Ministerio de Guerra, después ministerio de Defensa y en el futuro lo será muy probablemente Ministerio para Intervenciones humanitaria, una especie invertido del Ministerio de Bienestar. Pero todo eso es humanismo.
Eso es el desdoblamiento del humanismo. Si podemos decir, que la modernidad es humanismo, tenemos que añadir, de que es humanismo desdoblado. Si no, caímos en una ilusión pura. Se trata del desdoblamiento en humanismo concreto y humanismo abstracto.
El humanismo abstracto
El humanismo abstracto e invertido y falso es probablemente aquello, que es inmediatamente el más visible. Toda la colonialización del mundo se realizó en nombre de intervenciones humanitarias, a pesar de que no había todavía este nombre. En la conquista de América por España y Portugal eso todavía tenía una expresión religiosa. Después de que los europeos reconocieron, que también la población allá se compone de seres humanos, que tienen alma eterna, ellos fueron conquistados para salvarlos y para asegurar su vida eterna. Pero no se olvidó tampoco de hablar de una especie de derechos humanos. Se declaraba estos seres humanos caníbales y como gente que cometía sacrificios humanos, para entender la conquista como salvación de ellos del canibalismo de los sacrificios humanos. Eso hicieron cristianos, que en sus países sacrificaron seres humanos al quemar vivos a herejes y brujas frente a las catedrales y cantando el Te Deum. Para los conquistadores estaba en el centro la preocupación por el ser humano y su vida, aunque solamente su vida eterna. El imperialismo inglés expresaba lo mismo en términos seculares. Cuando conquistó la India, llevaba la “carga del hombre blanco”, que se sacrificaba a sí mismo para llevar por fin la cultura a la India. Llevaba a la vez la ley burguesa, de la cual John Locke había mostrado, que su imposición es la única forma realista para poner el ser humano y su vida en el centro de la sociedad. De paso salvaron a las viudas de la India de ser quemadas después de la muerte de sus maridos. Todo era humanismo y se sacrificaron por esta misión. Por supuesto, como contrapartida merecieron llevarse las riquezas de la India a Inglaterra.
También la esclavitud en las Américas ha sido, en estos términos, un servicio al ser humano. Hamilton, uno de los Founding Fathers de los EEUU, declaró que la esclavitud de los africanos importados era necesario para “civilizarlos”. Esta justificación hizo escuela. En la China socialista había campos con la tarea de la “reeducación”. Pero siempre al servicio del ser humano. El humanismo abstracto nunca conoció ni un límite. También el GULAG de la Unión Soviética era considerado un servicio al ser humano. Solamente hay que leer los discursos de Vishinski, el fiscal de los tribunales de purga en la Unión Soviética de los años 30, para escuchar, que el GULAG era necesario para llevar la humanidad al comunismo, la verdadera sociedad humana.
Este humanismo abstracto, que todavía hoy es el alma de la colonialización del mundo, determinó inclusive la misma conformación de la sociedad burguesa y del mismo capitalismo. Apareció una verdadera espiritualidad del mercado. Mandeville declaró al comienzo del siglo 18: vicios privados – virtudes públicas. Adam Smith transformó eso en la mano invisible del mercado: lo malo es lo bueno. Lo malo, por eso precisamente la explotación del otro, solamente en apariencia es lo malo: la mano invisible del mercado lo transforma en un aporte al interés general, haciendo de que sea lo bueno. La teoría económica neoclásica transformó eso en la tesis de la tendencia automática del mercado al equilibrio y en esta forma sigue siendo afirmado por la teoría neoliberal: lo malo es lo bueno, siempre y cuando lo malo se comete en el marco del mercado. Mil veces estas tesis han sido refutados, pero los economistas de estas corrientes sencillamente miran a otro lado y repiten su dogma. Efectivamente, sin este dogma no es posible sustentar al capitalismo y por eso constantemente es inmunizado. Hoy en día se puede leer eso de nuevo en la autobiografía recién publicada por Greespan, quien ha sido largos años el presidente del FED, el Banco Central de EEUU: The Age of Turbulence. Se trata de una efectiva espiritualidad, que protegió a Greenspan del peligro de caer en los trampas de un humanismo concreto, para el cual lo malo es lo malo y no lo bueno.[1]
Este servicio al ser humano de parte del humanismo abstracto hay está hasta por transformar el propio Estado de derecho en su contrario. Hoy llegó a ser compatible con la existencia de campos de concentración como en Guantánamo, la tortura sistemática y la desaparición de personas humanas. Visiblemente todo es transformado en asuntos de sentido común. Hasta la tortura se hace pasar como servicio al ser humano.
En este sentido puede servir una cita de un torturador prominente del Campo Delta en el campo de concentración en Guantánamo, que apareció en el Washington Post:
“VanNatta terminó su tarea de superintendente de Camp Delta en septiembre. Dice que hoy está orgulloso de lo que él y sus tropas han logrado.
“Se trata del año más importante que jamás he vivido, porque estoy convencido de que hemos salvado vidas,” decía VanNatta, quien ahora volvió para dirigir la prisión de máxima seguridad al norte de Indianapolis.
“Si resulta así como yo creo que resultará, (Camp Delta) será considerado la más única prisión jamás realizada. Si resulta que la información que hemos recolectado salvó vidas, va a ser considerado como uno de lo más adecuado hecho jamás. Sin embargo, si se comprueba de que no ha habido inteligencia (información eficaz), entonces todo será visto como acción de un superpoder que ha usado su poder arbitrariamente.”[2]
La cita me recuerda una anécdota que se cuenta sobre el Gran Inquisidor Torquemada del siglo XV. Este hizo un diálogo, en el cual se hace a sí mismo la pregunta: Es lícito, no torturar a un hereje? Y contesta: No es lícito no torturarlo porque con eso se le quita su última oportunidad para salvar su alma.
Eso cambia ahora, aunque continua. La pregunta ahora es: Es lícito no torturar a un sospechoso del terrorismo? Y la respuesta: No es lícito no torturarlo, porque con eso se pierde una oportunidad de salvar vidas inocentes.
El memorando citado del Departamento de Justicia dice:
“…que las leyes internacionales en contra de la tortura “posiblemente son inconstitucionales (violan la constitución) si son aplicadas a interrogaciones” llevadas a cabo en la guerra de Bush en contra del terrorismo…”
Si un empleado del gobierno tortura a un sospechoso preso “lo podría hacer para prevenir ataques futuros de parte de la red Al Qaeda en contra de EEUU”, decía el memorando… escrito en respuesta al pedido de consejo legal de parte de la CIA. Añadió que argumentos centrados “ en la necesidad y la autodefensa podrían dar justificación que eliminaría cualquier responsabilidad criminal.”[3]
No torturar resulta ahora ser una violación del derecho y de la constitución, una irresponsabilidad, una colaboración con el terrorismo. La tortura es resultado de la afirmación de la vida. No torturar es ahora un acto de barbaridad. Es Torquemada, securalizado, y no es fácil decir, lo que es peor.
Este tipo de argumento aparece por todos lados. Apareció también en relación con la bomba atómica sobre Hiroshima. En una entrevista el piloto responde la pregunta sobre lo que ha sido lo más importante en su vida:
“Obviamente el haber formado y operado el grupo 509, entrenado para usar la bomba... Originariamente se me dijo que los bombardeos en Europa y Japón se iban a hacer simultáneamente.
Me atrevo a decir que salvé millones de vidas al hacerlo, labor que me tomó diez meses y medio.
¿Para usted cuál sería la gran lección que le dejó haber tirado la bomba?
Diría que lo que aprendí es que si me proponía algo podía hacerlo. Desde el momento en que me informaron de que esta arma podía existir yo me dije a mi mismo: si la construyen yo la cojo y la tiro al blanco. Me molesta mucho el negativismo, la gente que se autoderrota y que no puede hacer las cosas. Yo podía hacerlo, y sabía muy bien que podía. Y lo hice.”[4]
Sobre un viaje de Condolezza Rice a Europa, hay la siguiente noticia:
“La secretaria norteamericana de Estado, Condolezza Rice, defendió ayer los traslados de sospechosos de terrorismo a terceros países para interrogarlos, pero negó que EEUU practica la tortura. Poco antes de iniciar una gira por Europa, Rice afirmó que las operaciones encubiertas de la CIA “salvan vidas europeas”.
…se negó a abordar directamente las acusaciones de que la CIA tiene prisiones clandestinas.”No podemos hablar de informaciones que comprometerían el éxito de operaciones militares, policiales o de inteligencia”, dijo”.[5]
La tortura, la bomba atómica, la estrategia de globalización: todo salva vida. Hasta habría sido irresponsable e inconstitucional no haber lanzado la bomba atómica sobre Hiroshima.[6] El terrorismo del Estado es ahora la manera realista, de asegurar la vida humana y de servir al ser humano.
El general Humberto Gordon, en el tiempo de la dictadura de Seguridad Nacional de Pinochet en Chile jefe del servicio de seguridad CNI, que administraba en este tiempo la red de cámaras de tortura, decía:
La Seguridad Nacional es como el amor: nunca es suficiente." El Mercurio, Santiago de Chile, 4.12.83
Hablando el lenguaje de Orwell, él era el jefe del ministerio de amor que estaba a servicio también de alguna intervención humanitaria con su respectivo: guerra es paz.
A Camdessus, anterior presidente de Fondo Monetario Internacional (FMI), le gustaba en su tiempo pronunciar conferencias con el tema “Mercado y reino de Dios”. En estas conferencias hablaba enfáticamente de la “opción por los pobres”, que afirmaba la teología de liberación. En realidad esta opción afirma un humanismo concreto, paralelo al imperativo categórica de Marx, que hemos citado antes. Camdedessus la celebró entusiastamente. Pero el advertía, que no se debe perder el realismo y sostenía entonces, que la forma realista de realizar esta opción por los pobres era precisamente era asumir la estrategia del Fondo Monetario. Quien asume realistamente la opción por los pobres, lo puede hacer solamente asumiendo y realizando los ajustes estructurales del Fondo monetario. Con el humanismo concreto de la opción por los pobres había sido invertido en humanismo abstracto que otra vez margina el pobre, pero para salvarlo “realistamente”. Camdessus declaró, que el mercado es la aproximación más perfecta al reino de Dios, que para el ser humano es posible. El Vaticano estaba tan entusiasmado, que nombró a Camdessus después de terminar su período en el FMI como miembro de su Comisión Justicia y Paz, aboliendo así de hecho la anterior doctrina social de la iglesia.
Todo eso es espiritualidad del mercado y su sacralización.
Pero con eso no termina este tipo de servicio al ser humano. También el fascismo era servicio al ser humano, aunque no como humanismo abstracto. Muy al contrario. En buena parte se deriva de una determinada crítica al humanismo abstracto. Pero no busca la salida en alguna recuperación del humanismo concreto, sino, siguiendo a Nietzsche, en la abolición completa del mismo humanismo, para que el ser humano se pueda realizar a sí mismo como humano. Kart Schmitt encontró para eso la fórmula: humanidad – Bestialidad y añadía: Quien dice humanidad quiere engañar. En sentido actual se podría traducir: Quien dice humanidad, quiere robar petróleo. No sorprende entonces, que Juan Antonio Primo de Rivera decía: cuando escucho la palabra humanidad, tengo ganas de sacar la pistola.
Por eso Schmitt busca realizar una guerra no falsificada por ningún humanismo abstracto y en el cual se enfrentan enemigos reales, que no se transforman mutuamente en enemigos absolutos, algo, que transforma la guerra en guerra total.
Esta medicina ha sido seguramente mucho peor que la enfermedad, pero por lo menos es necesario entender, a que perversiones puede llevar. Al final había que abolir a los mismos judíos, porque la tradición del humanismo (lo que incluye las utopías) está muy estrechamente vinculada con la tradición judía. Se creía entonces, que para erradicar este malo del humanismo desde sus raíces había que erradicar a los propios judíos.
Schmitt ve en el humanismo la causa de la transformación de la guerra en guerra total. Sin embargo, es la abolición del humanismo que produjo la más absoluta guerra total en la historia mundial hasta hoy.
La recuperación del humanismo concreto
Sin duda, hoy se trata de la recuperación del humanismo concreto. Pedro esta recuperación presupone mirar el humanismo de manera crítica y por eso en su desdoblamiento. En caso contrario somos ingenuos y cada vez todo el circuito de desdoblamiento vuelve a empezar. El humanismo concreto tiene en sí la tendencia, darse vuelta hacia un humanismo abstracto y hacia la violencia. Se transforma entonces en un imperativo categórico de la violencia. Eso no es simplemente una consecuencia de alguna maldad humana de por sí, sino sigue de la misma condition humana. Podemos usar por esta transformación una palabra, que Marx usó para la transformación de la revolución francesa en el bonapartismo: Termidor. Todo el tiempo el termidor del humanismo concreto está detrás de la puerta.
La toma de posición para la recuperación de lo humano por eso tiene que reflexionar a la vez esta tendencia al termindor y eso por todos los lados de los conflictos que surgen. Eso no vale solamente en relación con el sistema social, sino vale para todas las relaciones humanas. En todos los planos se hace visible este peligro y tiene que ser reflexionado y anticipado. No es posible evitar este peligro, porque todo proceso de institucionalización siempre institucionaliza a la vez este peligro. Todas las instituciones son administración de la muerte, a pesar del hecho de que no se puede vivir sin ellas. Pero en cuanto administración de la muerte inevitablemente desarrollan la tendencia hacia el termidor hacia un humanismo abstracto con su imperativo categórico a matar y a destruir todo lo humano. Eso ocurre en todos los niveles, no solamente en el nivel del mercado. La negación de lo humano se transforma en la ilusión de lo humano, la violencia en verdadero servicio al ser humano. Eso ocurre de la manera más extrema, cuando toda una institucionalidad e4s declarada presencia de lo humano, como eso ocurre en la totalización del mercado o del plan. La misma institución entonces se transforma en un imperativo de violencia. Todos los derechos humanos del ser humano concreto son disueltos. El mercado deja de ser flexible y como consecuencia, los seres humanos tienen que flexibilizarse, para que el mercado pueda seguir inflexible. Con eso pierden sus derechos humanos.
Por supuesto, no hay solo humanismo abstracto. Paralelamente al humanismo abstracto se desarrollan los grandes movimiento de emancipación de la modernidad, como aparecen específicamente a partir de la revolución francesa. Se hace presente un humanismo concreto: emancipación de los esclavos, de los obreros, de las mujeres, a las cuales siguen en el curso de la historia hasta hoy muchos nuevos movimientos de emancipación. Sin embargo, la historia de estos movimientos demuestra, que, aunque partan de un humanismo concreto, son y siguen siendo parte del problema del desdoblamiento del humanismo. El movimiento socialista obrero vivió con el estalinismo su propio gran termidor, que tiene muchas analogías con el termidor del Napoleón Bonaparte. Si se analiza estos termidores, tampoco el termidor cristiano está muy lejos, en el cual el cristianismo de los orígenes es transformado durante los siglos III y IV por el emperador Constantino y con Agustino en su contrario. Todos estos termidores tienen en común, que en ellos los orígenes desde el humanismo concreto son declarados, desde un humanismo abstracto, herejías.
Sin embargo, la autorreflexión del humanismo no puede ser reducida a una reflexión de sus metas emancipatorias. Tiene que reflexionar también los medios, que se usan. La relación de la emancipación humana no debe ser reducida a una simple relación medio-fin. Son los medios influyen también en los fines y su especificación. Por eso las metas de la emancipación excluyen y deben excluir ciertos medios, que bajo el punto de vista de un cálculo medio-fin pueden parecer adecuados. Los medios pueden destruir los fines, para los cuales aparentemente sirven. Eso en especial se refiere a la violencia como medio de procesos de emancipación y humanización. La violencia no puede ser un medio de emancipación, cuando se la usa como parte estratégica del camino. Eso no implica un pacifismo absoluto, al cual siempre falta el realismo, y contiene por eso fácilmente desarrollo tendencias al humanismo abstracto de la guerra por la paz. Violencia no puede ser sino un medios absolutamente excepcional. Pero inclusive como medio excepcional tiene que estar todo el tiempo bajo crítica, para que no desemboque en guerras totales. Siempre tiene que ser válido, que emancipación y violencia están en contradicción. Ninguna guerra es guerra justa, aunque sea inevitable.
Aparece un punto de vista desde el sujeto, que tiene que anteceder a todo juicio realista: yo soy, si tu eres. Ningún conflicto debe hacer desaparecer esta referencia básica de todo juicio ético.
El laberinto de la modernidad
Este análisis del humanismo en su desdoblamiento nos hace presente, en qué sentido la modernidad es humanismo. Lo podemos expresar también de otra manera: en la modernidad Dios se hace ser humano se hace humano. Lo hace de manera específica, que pone todo significado religioso de esta afirmación entre paréntesis. Vale para convicciones ateas igual que convicciones religiosas. Especifica lo que es modernidad.
Se trata de la categoría básica de la modernidad. Siendo categoría, penetra todo, pero no sirve para distinguir entre una u otra forma de su realización. Vale en lo bueno y en lo malo. No implica directamente ninguna ética, pero está presente en todas las éticas que aparecen en el marco de la modernidad, inclusive las postmodernas. Todo es humanismo, todo puede ser visto como servicio al ser humano.
La modernidad es un laberinto. Sin un hilo de Ariadna no hay orientación. Este hilo de Ariadna es el saber, que en la modernidad Dios se hizo humano. De maneras muy diversas, también contrarias y muchas veces perversas. Surgió un mundo, en el cual ni lo inhumano se puede hacer presente sino en nombre de lo humano, el odio en nombre del amor.
Tomar conciencia de eso, es el cambio que la modernidad necesita. No es postmodernidad, sino modernidad con conciencia de lo que es. Eso sería la otro modernidad, el otro mundo, del cual se trata. Una humanidad que se especifique a partir del humanismo concreto.
Que Dios se hizo humano, resultó en un proceso histórico de 2000 años. No es reducible a un determinado hecho ocurrido en Belén hace 2000 años, aunque el proceso haya partido de eso. Walter Benjamin decía que el capitalismo es el resultado de una transformación de la ortodoxia cristiana en capitalismo. Creo que es cierto. Pero hay mucho más. La propia modernidad es resultado de una transformación del cristianismo y no solamente de la ortodoxia cristiana.
Esta transformación no es intencional. Por eso se puede dar el hecho de que el cristianismo no ve su lugar en la modernidad, que efectivamente es secular. Pero si Dios se hace humano, resulta en consecuencia un mundo secular. Sin embargo, el cristianismo se siente extraño, hasta frente a un enemigo. Pero para reconstituirse, tiene que descubrir, que tiene que hacerlo desde el interior secular de la modernidad. Si no lo hace, resulta una escalera para subir hasta la modernidad, pero que después sobra y puede ser botada.
Advertencia
Una última advertencia. El carácter doble del humanismo se puede entender como una ampliación del análisis marxiano de carácter doble de la mercancía. Estoy convencido, que su análisis tiene que llegar a ser una parte imprescindible de la crítica de la economía política.
(*) Franz J. Hinkelammert: doctor en economia por la Universidad Libre de Berlín. Autor de: Ideología del sometimiento (San José, DEI, 1977) , Las armas ideológicas de la muerte (San José, DEI,1977 y 1981) Cultura de la esperanza y sociedad sin exclusión (San José, DEI, 1995)
[1] Descubrió eso por un libro de Ayn Rand e dijo: "Lo que ella hizo... fue hacerme pensar sobre el por qué el capitalismo no solamente es eficiente y práctico, sino también moral", dijo en 1974. Había solucionado sus problemas de conciencia moral y sirvió ahora toda su vida al ser humano, maltrándolo.
[2] VanNatta ended his tour as superintendent of Camp Delta in September. Today, he says he is proud of what he and his troops accomplished.
"That was the most important year I ever spent, because I think we saved lives," said VanNatta, now back running the maximum-security prison north of Indianapolis.
"If it comes out the way I think it will, it will be viewed as the most unique prison environment ever created. If it comes out that the information we collected did save lives, it will be viewed as one of the smartest moves ever made. If it's proven that there was no intelligence, then it's going to be viewed as a superpower using its power unchecked."
Torture Policy The Washington Post Company, washingtonpost.com Wednesday, June 16, 2004; Page A26. Staff writers John Mintz, R. Jeffrey Smith and Dana Priest in Washington and David B. Ottaway in Saudi Arabia contributed to this report.
En el drama de Benedetta “Pedro y el Capitán” el Capitán, que es el torturador, habla exactamente el mismo idioma como VanNatta. Ver: Benedetti, Mario: Pedro y el Capitán. Nueva Imagen. Mezico, 1979
[3] that international laws against torture "may be unconstitutional if applied to interrogations" conducted in President Bush's war on terrorism, according to a newly obtained memo…
If a government employee were to torture a suspect in captivity, "he would be doing so in order to prevent further attacks on the United States by the Al Qaeda terrorist network," said the memo, from the Justice Department's office of legal counsel, written in response to a CIA request for legal guidance. It added that arguments centering on "necessity and self-defense could provide justifications that would eliminate any criminal liability" later….
según: Memo Offered Justification for Use of Torture
Justice Dept. Gave Advice in 2002
By Dana Priest and R. Jeffrey Smith, Washington Post Staff Writers, Tuesday, June 8, 2004; Page A01
washingtonpost.com
[4] Entrevista con Paul Tibbets, coronel, quien con 27 años de edad como piloto principal tiró la bomba atómica de Hiroshima el 6 de agosto de 1945. La bomba se llamaba Little Boy y el avión llevaba el nombre de la madre del piloto principal Enola Gay.
La entrevista la hace Andrés Jiménez, periodista de la revista colombiana Semana. Reproducida en La Nación, 22.8.99
[5] El País, 6.12.05 p.1
[6] Se trata de un argumento que es heredero de argumentos conservadores anteriores. Por ejemplo, decía el Cardinal Höffner, Erzobispo de Colonia en Alemania:
“El derecho del Estado de aplicar la pena capital (derecho de la espada) es un reconocimiento especial de la invulnerabilidad de bienes humanos, en especial de la vida humana. La Santidad del orden de Dios se muestra ‘con poder’ en este Eon por medio de la pena capital.” Höffner, Josef: Christliche Gesellschaftslehre, Kevelaer 1975 p.231