ETICA, LIBERTAD Y CORRUPCION EN EL PROCESO POLITICO PERUANO: 50-90

"En filosofía no hay criterio de autoridad"
(José Russo Delgado)
Octavio Obando Morán (*)

INTRODUCCION
Este breve ensayo es un intento de aplicar la filosofía al análisis y superación de uno de los males endémicos que nos corroe, la corrupción. Y en el proceso de investigar este fenómeno dejamos las puertas abiertas para algo que entenderíamos como la impostergable necesidad de una ética y libertad de la esperanza.
Esta postura, aplicar la filosofía al análisis y superación de los problemas que nos aquejan, parte del rechazo al reduccionismo intelectualista en la filosofía que quiere que ésta sea mera apostilla de lo que los clásicos de la filosofía dijeron, quisieron decir o diciendo no dijeron. La imperiosa necesidad de ofrecer análisis de los problemas socio-espirituales de la patria nos obligan a llevar a la práctica la filosofía y nos exime de transitar el camino que denunciamos y al que renunciamos.
El presente material está compuesto de varios subtítulos, el primero se denomina De los 50 a los 80 las cosas han cambiado, aquí se muestra que la inmigración del campo a la ciudad ha modificado la vieja y dominante visión del mundo; el segundo se intitula La economía liberal no da para mas como va, aquí se quiere mostrar que esta economía ha desarrollado un individualismo que va de lo agresivo a lo zoológico; el tercero se llama La fragilidad institucional del sistema político, en esta sección se pone en evidencia que el experimento de un liberalismo político de corte militar no garantiza la dinámica del sistema; finalmente la parte intitulada Etica pública y ética privada, que es la más interesante para mí, refleja que en esencia la ética privada en nuestro país no ha desarrollado el lado público de la misma, de allí que al situarse lo privado ante lo público lo hace con una visión no de servicio sino de servirse de lo público, este fenómeno acontece porque lo privado como hecho mental sigue instalado en una concepción del individuo proveniente de nuestra edad media peruana y esto posteriormente se subsume en la política liberal de nuestra primera y segunda república, de aquí procede la discordancia histórica: mirar como individuo lo que es una relación social ejecutada por un sujeto histórico, en esta misma sección se discurre sobre cómo intentar el enfrentar el problema teórico y su secuela práctica: la corrupción.

DE LOS 50 A LOS 80 LAS COSAS HAN CAMBIADO.-
Desde aquellos días en que todo parecía estable, que es el mundo de nuestros padres en términos de relaciones sociales, no ha quedado gran cosa, excepto el Estado. Y este como tal sigue siendo nada confiable.
Ha quedado para el recuerdo lo que fue, y hoy se ha impuesto de manera agresiva la realidad de la migración de las provincias. Peruanos de las provincias que a falta de mejores oportunidades fueron tras el sueño dorado de la gran Lima. Lima, la gran ilusión, como para el intelectual puede ser París o Alemania. Sin embargo para el peruano de Lima sólo significó el cholo, el serrano que venía a la gran capital a traer su desorden, sus costumbres, sus malos olores. No eran compatriotas empujados por la desocupación en el campo, eran peruanos a los que se consideraba o intrusos o enemigos, más enemigo que intruso.
Tras ese desorden, costumbres y malos olores trajo el provinciano algo más importante que el nostálgico de la Lima virreinal no quiere ver: otro enfoque de las cosas. La forma lenta pero inevitable de socavar --no teórica sino práctica, actuadamente-- una vieja concepción intelectual del mundo y de la vida fundada en una percepción de las relaciones sociales. La vieja concepción intelectual del mundo y de las vida que pretendía justificar la inalterabilidad de un orden ficticio, supuestamente sin fisuras, homogéneo y, por ende justo; de un orden en el que el Perú más allá de Lima no tenía cabida. Y esta percepción de las relaciones sociales coagulada en una vieja concepción del mundo y de la vida, una conciencia teórica, imbricada de manera implícita en la realización explícita de concebir los distintos momentos de la política liberal. La migración del campo a la ciudad ha puesto de relieve que esa conciencia teórica es relativa, históricamente sujeta a génesis y capaz de mimetizarse en las formas histórico-políticas dadas.
Incluso la divinidad que estaba acomodada en su vieja conciencia teórica a la iglesia y el rito fue alterado, fue cambiado al aparecer un cura de barrio que dio vida a la teología de la liberación, o, simplemente, el ver a la divinidad en el prójimo desde lo social y político. Si incluso el lugar de la divinidad se veía alterado ¿porqué no también las demás cosas?. Las décadas del 50 al 80 parecen mostrar una decidida voluntad de desarrollar en todo aspecto contra la vieja conciencia teórica, desarrollo dado de manera desigual y que no logró cuajar en una conciencia teórica totalizadora y unitaria alternativa a la vieja conciencia teórica. Momento socioespiritual lleno de nuevos problemas, contradicciones y microprocesos que no arribó a una conciencia teórica totalizadora correspondiente. El otro aspecto de este evento es que si bien no cuajó en una conciencia teórica correspondiente tampoco es posible retraerse a la vieja conciencia teórica, la ilusión de restaurar la vieja conciencia teórica. Veamos este evento ahora en el orden de lo político y su repercusión en el orden de la ética y libertad.
La relación social política, quehacer siempre de unos pocos y vedado hasta este entonces para cholos y serranos, fue invadida también por el mal olor y el desorden. Ellos quisieron participar de la historia social de Perú. Comenzó en esta etapa el lento madurar del socialismo social-demócrata de las izquierdas. Y a madurar también el otro, el socialismo levantisco, el socialismo subversivo. Como nunca la política se vió cercana a la ética, o mejor todavía, se vió que tras la política menuda y doméstica de la conciencia teórico-política tradicional, como parte de la vieja conciencia teórica, había también un efecto práctico reflejo de concebir lo social, una ética social. La conciencia liberal habitual había supuesto como una especie de norma política incuestionable que la ética pública [el efecto práctico-social de una política determinada ejecutada por un individuo] y la privada [como individuo que actúa en el ámbito privado] eran totalmente distintas. La vida impugnó esta ilusión. La conciencia teóricopolítica liberal tiene una visión de lo privado y de lo social como aspectos separados, pero hay también el aspecto de percibir lo social desde lo privado, es decir mirar el efecto práctico-social de una política determinada como una simple cuestión individual y no como acción de un sujeto que se concibe a sí mismo como sujeto social, cuya autoconciencia no se ha elevado a esa conciencia individual que asume al otro. Por el contrario persiste en la mera contemplación del objeto. Este es el aspecto que la conciencia teóricopolítico liberal se esmera en ignorar --en rigor confusión de planos-- y es aquí donde radica el lado feudal de esta pretendida ignorancia. Pero mantener esta supuesta división entre lo público y privado como algo antagónico es pura ilusión y las vida se encargó de impugnarla.
Pero si bien la vida impugnó esta ilusión, la ilusión es mantenida contra viento y marea por el Estado. La razón parece sencilla, el Estado necesita el cinismo como arma para su existencia. Y separar como dos mundos totalmente opuestos la ética pública de la privada consiente, precisamente, ese cinismo.
Después de todo, si el Estado no se inmuta de que en el país sigan muriendo 50,000 jóvenes compatriotas de 01 a 1 años, y 250,000 de 1 a 5 cada año, será obviamente por razones de Estado, o, para decirlo en lenguaje oficial, es un inevitable costo social. Todo se hace para nuestro bien. Extraña concepción del bien, extraña ética pública y no menos rara libertad para los demás. La libertad de morir de a pocos por nuestro bien. ¿Habrá infierno que contenga tan grande bondad?.
Y eso no es cosa que venga desde hace una década, viene de muy atrás. Tan atrás que la historia social de la patria la grafica de mil maneras: huelgas, paralizaciones, motines, rebeliones, y subversión ahora.
Así, pues, encuentro que éstas décadas del 50 al 80 han puesto en contrapunto dos políticas, dos éticas y dos libertades: la ética de los que por necesidad encuentran que esto tiene que cambiar obligatoriamente, so pena de morir un poco más rápido del morir de a pocos; y la correspondiente libertad para impedirlo. Y la que maneja el Estado que es la ética que dice que todo debe cambiar para que nada cambie; y la libertad que esto implica, es decir, la libertad que el Estado permite. En ambos casos es la ética y la libertad para sobrevivir que subyace tras lo puramente político.
Si adelantamos las cosas hacia la década del 70 es fácil observar que la llamada revolución militar del 68 al 75, que encabezara Juan Velasco Alvarado de carácter político estatista, no fue tan generosa como él quiso hacerlo creer. Formó parte de lo que llamaron una necesaria "revolución preventiva", que evitase que ante un potencial estallido social se derivase hacia una forma política de corte cubano o marxista - leninista. De esta manera la revolución militar trató de transitar un camino de socialismo a la peruana equidistante del comunismo sovietista y del capitalismo estadounidense. Un socialismo político militar. Esto generó a nivel masivo nuevas expectativas.
Todo el potencial de cambio obligatorio del pueblo con sus ideales, ideas, valores, motivaciones y temores se quiso canalizar tras el élan de la revolución militar. El Estado, como gigante de mil ojos quiso decir como deberían hacerse las cosas. Desplegó una gigantesca red para que no escape nada ni nadie.
El socialismo político de carácter socialdemócrata se fortaleció en esta etapa de la historia social, apoyó a la revolución militar. Y junto a la red del Estado, extendió la suya propia. En la gente despertó un entusiasmo novedoso, una ilusión de cambio real. Se creyó que este cambio dirigido por el Estado en el ámbito político y espiritual coincidía con toda la retórica del socialismo socialdemócrata. Se habló de solidaridad, de colectivismo, de nuevos valores, de un nuevo hombre, de una nueva política. Se creyó efectivamente en una nueva ética y en una nueva libertad. Todos los canales propagandísticos así lo aseguraban. Unido a reformas económicas más bien de tinte distributivo, efectista más no sustancial.
Pero este pisar fuerte moviendo a sectores sociales tradicionalmente postergados y canalizados por la revolución militar implicó el recelo del sector liberal tradicional, después de todo la economía distributiva del socialismo militar les afectaba a ellos. Era natural su desazón y su cólera. Y no podían quedar sin hacer nada.
El golpe de mano contra el golpe militar de Velasco Alvarado lo dio F. Morales Bermúdez (75 – 80), militar del entorno velasquista. De pocos comenzó a limpiar todo el mar del socialismo militar a la peruana. Más pragmático empezó su labor de barrimiento por lo económico. Otros gobiernos posteriores seguirían con la limpieza de todo equívoco en materia de ideales, ideas, aspiraciones, valores, motivaciones y temores generado por el socialismo militar a la peruana. La economía liberal tradicional con su vieja conciencia teóricopolítica correspondiente comenzó su lento camino de recuperar lo temporalmente arrebatado.
Incluso Dios, temporalmente desplazado de su lugar por la teología de un cura de barrio, comenzó a ser restaurado a su antiguo lugar.
Después de Morales Bermúdez se eligió a un ex-presidente para un segundo período (80-85), Fernando Belaunde Terry. El mismo que fuera depuesto por Velasco quien fue a su vez depuesto por Morales. Según los liberales se restauraba lo perdido, todo volvía a su cauce normal, que es el cauce liberal tradicional. Los ideales, ideas, aspiraciones, valores, motivaciones y temores fueron también los de la ideología liberal. La ética y la libertad se perfiló más claramente liberal tradicional. Apareció en el horizonte del país un nuevo contrapunto, el socialismo militar a la peruana desarraigado de a pocos, desigualmente, por el enfoque liberal.
A estas alturas de la historia social del país me pregunto si resulta sensato hablar de ética y libertad al margen de lo político. Me pregunto si la ruptura entre la ética publica y la ética privada ha sido superada por los contendientes en su momento. Me pregunto, por último, si los contendientes han sabido encarnar esa imperiosa necesidad social de cambio. En todos los casos me inclino a responder escépticamente.

LA ECONOMIA LIBERAL NO DA PARA MAS COMO VA.-
Al pensar este asunto no pienso hablar de economía, quiero hablar de los hombres. Después de todo, en la encrucijada de si los hombres tienen que depender de la economía, o, si la economía tiene que depender de los hombres, mi voto es a favor de lo segundo. En consecuencia, hay que hablar de los hombres, son ellos los que viven la realidad de la economía y no los especialistas con sus recetas, cuadros, gráficos, estadísticas, planes, proyecciones y mentiras.
La economía de la patria pese a las recetas, cuadros, estadísticas, planes, proyecciones y mentiras es la de una creciente tasa de desempleo y subempleo, un poder adquisitivo reducido en fuerte porcentaje y la progresiva eliminación de vastas capas de la población de su derecho a la cultura y educación, es decir la progresiva eliminación de su derecho al bienestar material y espiritual. Aquí no me ocuparé de las secuelas sociales, tocaré lo que espiritualmente, valorativa y moralmente esto significa.
Para amplias capas de la sociedad peruana la situación de pobreza es lo cotidiano, pero se olvida lo que la pobreza implica espiritualmente si además son bombardeados por los puntos medulares de la ideología liberal. Y lo que se percibe es que esta ideología liberal habla de un individuo que vela por sí y para sí y que el resto se vaya al infierno, pese a que ya vivimos en él. Dios no creó la patria, se ensañó con ella.
Y esta penosa actitud comporta algo más penoso aún: la violenta percepción que va del individualismo del liberalismo tradicional al feroz individualismo del liberalismo zoológico. Y este individualismo es un método de vida, una sicología, valoraciones, aspiraciones y un nuevo bloque de temores.
Cientos de veces nos hemos interrogado en qué consiste el individualismo que nos proyecta la ideología liberal, cuáles son los rasgos de este "ismo" moral que subyace tras la relación social política liberal.
El individualismo es sobrevaloración o subvaloración ideológica distorsionada del individuo. Así, habría un individualismo con sus rasgos específicos para lo primero, y lo habría con sus rasgos pero como individualismo de segunda categoría, para lo segundo. Y creo, igualmente, que hay un individualismo que se asume como producto de las relaciones sociales, un individualismo sensato, si así se quiere; y, hay un individualismo que se cierra a las relaciones sociales –aún siendo su fruto agresivo—que no traspasa las fronteras del cuerpo, un individualismo zoológico. El individualismo sensato, distorsión ideológica de lo individual con ciertos límites y propio de una un liberalismo tradicional, alimenta y convive con su extremismo, el individualismo zoológico que es distorsión ideológica de lo individual sin límites.
Desde el ángulo de la ideología liberal los pobres son ineficientes, es decir, perdedores, fracasados; los que no lo son se clasifican de eficientes, vencedores, de éxito. Pero esto tiene sus límites: habrá un individualismo de clases populares, de clase media y de clase alta. Cada cual con su punto de referencia de perdedor- ganador.
En todos los casos el punto central es el "yo". La red personal de cada quien que se extiende y enreda al otro. Lo que implica que los que forman parte de la red son enredados, instrumentos. Así, al individualismo le es consustancial asumir al "otro" como instrumento. Y como todo instrumento, sujeto al uso, abuso, o desechable. En rigor tecnología moral
En todos los casos esta red es jerárquica, es un conjunto de redes donde los unos se instrumentalizan en función a otros, y los otros en función de los unos. Es conscientemente arribista. No dejará de haber modelo para imitar y objetivo al que siempre arribar.
En todos los casos juegan con el par polar conformismo-inconformismo. Conformista con respecto a su red jerárquica e inconformista con respecto a su ubicación propia. Pero no hay proyección más allá del horizonte de lo individual.
En todos los casos actuará conforme a un patrón de valoración extremadamente flexible, según la red en la que esté o a la que aspira. Es decir, la tabla de valores del sujeto se mueve conforme la necesidad jerárquica y el punto de referencia. La tabla de valores se instrumentaliza y se relativiza, adquiere una gran dinámica como tecnología, como si fuera una gran variedad de abanicos movidos en las manos de la bailarina en infinitas presentaciones artísticas. Incluso Dios tiene allí su lugar sin que moleste, no faltando los domingos para arrepentirse. Los valores entran al gran mundo del mercado. La ética y la libertad se tornan valores del mercado, negociables y transables.
En todos los casos se establece una jerarquía de temores y prejuicios, propios o adquiridos según la circunstancia. Y el bloque de temores será más grande conforme la red jerárquica en la que se está y a la que se aspira. Y una vez arriba pensando en las situaciones reales, potenciales o imaginadas que lo puedan hacer caer de su lugar. La tecnologización de la subjetividad vivida cotidianamente como sicología y ontología espontánea conduce a una autoconciencia espontánea distorsionada, donde se asume también tecnológicamente a la distorsión como lo normal en sí mismo y con respecto a sí mismo y al otro, el efecto práctico es el juego de las máscaras, es el juego de la Medusa.
Cuando hablamos de ética y libertad, por tanto, debemos interrogarnos de dónde estamos partiendo, qué sistema de valores estamos aceptando y negando, cuál es el ámbito en el que nos estamos moviendo. Así como la política no es abstracta sino más bien concreta porque beneficia a unos y perjudica a otros como colectivos humanos, de igual manera la ética y la libertad no son abstractas sino concretas en la medida que permite su realización a unos y se las niega a otros.
Y de aquí dimana un problema más bien válido para la teoría del conocimiento que consiste en lo siguiente, a partir del punto que precedentemente hemos visto, el individuo sujeto a la ideología individualista puede establecer un conjunto de argumentos de base racional pero esencialmente deformados por su contenido. Un falso conocimiento o conocimiento unilateral que daría vida a falsas conciencias cuando asumidas por capas sociales. Que a su vez lleva al problema siguiente: ¿es válida y correcta la concepción de lo objetivo y subjetivo que nos proporciona la ideología liberal o debemos admitir que es una distorsión que pretende ser en ambos casos objetiva?
Y si se mira desde otro ángulo, el sicológico, parecería el individualismo más bien una patología de lo normal, una monomanía del yo. Para decirlo provocativamente, ¿lo que sugiere el individualismo mirado psicológicamente es sano?. Y aquí me permito una digresión a propósito de la incoherencia del individualismo: si admitimos que el egoísmo es lo único sensato sea en su versión moderada o extremista, luego hay que admitir que para que exista este egoísmo deberá ser incorporado por otros y, aquellos a quien se les incorpora la posibilidad de elegir ser egoístas asumirán lo no-egoísta en su horizonte cotidiano bajo muchas variedades. De esta manera el egoísmo ontológicamente no existe porque aun en su forma negativa, sea como egoísmo, muerte o nihilismo la afirmación del ser se cumple como dada por negaciones.
Bajo condiciones económicas de sobrevivencia este problema de la ética y libertad – y condiciones de sobrevivencia son la que viven amplias capas de la sociedad peruana – concebida en términos abstracto- negativos puede derivar en prédicas sin valor real, bonitas pero ineficaces.
Desde un punto de vista concreto, empero, esto nos llevaría a una paradoja. Si la libertad radica en el ámbito de una obligatoria necesidad de cambio, y esto es lo ético, entonces tendríamos que concluir que la ideología liberal expresaría cabalmente esa ética.
La respuesta práctico política – por ello me preguntaba en algún momento si los contendientes políticos habrían sabido encarnar la necesidad de cambio-- apunta al no. La razón parece clara. El programa del socialismo militar a la peruana como el programa político de algunos partidos liberales han sido cuestionados constantemente en la forma que acepta el sistema político, es decir, vía electoral. Peor aún si el cuestionamiento es violento como se ve en la historia social.
Me preguntaba si la necesidad de cambio la podrían encarnar las fuerzas que contienden en el panorama político: ¿Podría conseguirlo un liberalismo a lo militar con proyección a quedarse 20 años en el poder, como se discute en ese entorno?, ¿Lo lograría la subversión marxista?, ¿En términos efectivos podrían hacerlo los partidos opuestos al liberalismo militar?, ¿Y en todos los casos tendríamos la estabilidad que no hemos tenido incluso de aquí a veinte o cincuenta años como lo quieren los estrategas inspirados en los mil años del Reich alemán?. Tengo mis dudas de que la dinámica social con los colectivos humanos severamente excluidos y afectados, se sientan conformes con su suerte y no pretendan nuevos caminos en el orden político sea bajo formas legales o subversivas. La razón para pensar esto es también patente: la dinámica social del país desde la Guerra del Pacífico encuentra en los sectores excluidos y marginados tanto política como militarmente ciertas regularidades, habiendo sido objeto de estudio las regularidades políticas de evolución pero no tengo idea de estudiosos nacionales respecto a lo militar.
El socialismo militar a la peruana, el de algunos partidos liberales, el de corte socialista socialdemócrata, el enfoque aprista que sería de política estatista-corporativo se han visto cuestionados a lo largo de estas tres últimas décadas, pero no se sigue que puedan introducir modificaciones y correcciones y perfilarse nuevamente en el horizonte político bajo otras formas. Después de todo los partidos son sustanciales al sistema político liberal, quien niegue esta premisa niega uno de los principios básicos del sistema social capitalista y burgués.
Desde un punto de vista práctico la estabilidad del sistema político es necesaria si se quiere un efectivo desarrollo no sólo material, también para la estabilidad de un patrón de valores. Marcos para una apropiada estabilidad de la ética y la libertad. Y encontramos vez tras vez que la necesidad de cambio es una presencia ineludible que la política del sistema como sus diversas formas a lo largo de las últimas décadas no logran encarnar los partidos políticos. Lo hasta aquí mostrado es parte del problema que va del 50 al 80. El problema se pone más espinoso cuando se ve la década del 90. Hay en esta década un desafío real, el de la subversión marxista- leninista- maoísta. Esta subversión tiene su inicio ideológico por los 60, cuando las izquierdas debatían sobre cuestiones de revolución y poder, etc. Y en los 90, pese a todo lo que se diga en su contra, ha mostrado con su accionar cuán frágil es la institucionalidad del sistema político haciendo uso de sus propios recursos políticos que no sean los militares.

LA FRAGILIDAD INSTITUCIONAL DEL SISTEMA POLITICO.-
Entiendo por fragilidad la anemia a la que está sujeta el Estado con respecto a la sociedad y que se expresa en el hecho político y espiritual. Y aquí hay que distinguir la etapa anterior al 85 hasta el 90 y la posterior a ella convirtiéndose en desbordante desde el 92.
Es notorio el deterioro espiritual que vive nuestra sociedad, una descomposición moral galopante. El mensaje espiritual del Estado que se irradiaba a amplias capas de la sociedad en una determinada conciencia, legítimo hasta los 50, con tendencia a ser cuestionado desde los 60 y 70 y muy cuestionado en los 80, para los 90 aflora como deterioro. La prueba es la generalizada corrupción que se vive en un clima de impunidad total en el que no se respetan ni los pocos dineros de las personas sencillas ni menos la dignidad a la que tienen derecho. En un clima generalizado de amedrentamiento que utiliza a los servicios de seguridad para ello, donde los servicios de seguridad mandan y vigilan todo y a todos. Y el deterioro de la calidad de vida de las personas es alarmante. Donde el cinismo de la propaganda afirma que todo es éxito, pese a las evidencias en contra, resulta intoxicante. En suma, un clima totalmente enrarecido, distorsionado, zoológico.
Pero el ambiente intoxicante que se vive si bien parte desde arriba, de las altas esferas del Estado, cuando llega a la base de la sociedad, por sus desencarnadas manifestaciones cobra ribetes patéticos. Es el desbande en el saqueo de la cosa pública. Lo que lleva a constatar por enésima vez que no hay peor transgresor de la legalidad y los valores que la misma elite política.
Y aquí conviene ver el papel del intelectual, en general para referirse a éste se afirma que es izquierdista y lo izquierdista se entiende por revolucionario. Es un equívoco. Es rebelde si no tiene un cobre en el bolsillo y no ve su nombre en blanco y negro. Súplase eso y el rebelde se torna un conservador. Ahora se ha convertido por los vaivénes de los tiempos en un vulgar espadachín del mercado, se llama intelectual liberal de hora nona.
La vida del país los muestra en los últimos treinta años en varias facetas pero con una misma constante: la del renunciante a sus anteriores convicciones. Mientras el clima fue políticamente de un gobierno infusamente socialista militar, el intelectual era un vociferante izquierdista: Lo fue durante todo el 70. Se apagaron sus ímpetus desde el 80: Si antes gritaba por reformas e infusas revoluciones ahora grita por contrarrevoluciones, en ambos casos bien pagados. En la década del 90 se le ve en su papel ridículo de siempre, firmar manifiestos contra el gobierno o cuestionando al gobierno o adhiriendo al gobierno. Pero desde un ángulo operativo, ¿qué es un intelectual?. Nada, absolutamente nada. Y sus convicciones están al vaivén del dinero que recibe del Organismo No Gubernamental o del Gobierno. Si cambia conforme los vientos políticos y el dinero de sus protectores, ¿qué intelectual es ése?. Un oportunista. El intelectual es, simplemente, un oportunista. Y a su crisis personal de ridículo oportunista la llama después crisis del conocimiento o de la cultura o de la ciencia, pero en todos los casos es la crisis de su miserable existencia. Otros más hábiles pretenden estar todo el tiempo en la atalaya de los acontecimientos para tener buena perspectiva y sin compromiso opinar, eso dicen y creen ellos; pero la evidencia muestra que tales cosan son para otear y colocarse mejor en el horizonte de las oportunidades. En síntesis, vulgares conformistas que antes que la verdad optan por la comodidad, por la servidumbre, por la vileza, la traición a su tarea de compromiso radical con la verdad.
El intelectual desde el ángulo del individualismo pertenece al ámbito de la patología de lo normal, con acentuado egocentrismo y una sobrevaloración fundada en la carencia que cubre con aspavientos propios del ignorante, el mercachifle con aires de pavo real y el mediocre conformista, un narcisista del conocimiento. Ningún compromiso con la verdad áspera y crítica, llena de la dureza propia de la creación que solo crece del inconformismo con la realidad, de imaginar nuevas posibilidades y plantearse tareas titánicas. Compromiso que solamente nace de corazones capaces de desbordar generosidad [F. Nietzsche]. En vez de esto: cobardía, vulgaridad, bajeza, basura.
Dejemos a los intelectuales y sus sueños de ser importantes y volvamos al problema anterior. La fragilidad del sistema se nota en otro ángulo, la crisis de los partidos políticos.
Teóricamente los partidos políticos encauzan las inquietudes e intereses de los diversos sectores de la sociedad. Sin embargo dejan la impresión de impotencia para seducir a éstos, para llevarlos por sus canales. No parecen funcionar como moduladores y dirigentes de la sociedad. Están como anclados en posiciones válidas para su momento pero frente al hecho de los últimos veintisiete años como que ha perdido fuerza e imaginación. No ofrecen horizonte político alguno.
Esto ha dado vida a plantearse el problema de la vigencia de los partidos políticos. Las dictaduras afirman por regla general que la crisis del Estado de derecho refleja la inutilidad de los partidos políticos. Ello, por tanto, justifica la dictadura. Es una posición torpe. El sistema liberal encuentra en los partidos políticos el soporte de su sistema. Por ello resulta absurdo que una dictadura militar o civil, pretenda usar el argumento de las crisis del Estado de derecho para atentar contra su normatividad jurídico- política, estos estados de derecho tienen o crean o hacen viables sus propios mecanismos de superación.
La dictadura civil, otra variedad violatoria del estado de derecho, se apoya para su fin político en un partido armado, la Fuerza Armada, y proceden al juego de lo que ellos llaman elecciones. Pero se ve la tremenda debilidad de desligar a las elecciones del tipo político de gobierno que justifica, en otras palabras, las elecciones de tipo representativo como modelo de la vigencia de la democracia en rigor no dice nada, solamente dice algo en los marcos del sistema político cuando ellas justifican unívocamente un estado de derecho. El problema se hace más severo cuando se observa que por los mismos mecanismos legales se pueden usar éstas para justificar gobiernos abiertamente negaciones del estado de derecho: en realidad no es algo nuevo, toda la década del 20 y 30 eurooccidental: Italia, Alemania, y eurocentral practicaron este mecanismo con mayor o menor grado de calidad en el contenido a partir de la misma legalidad liberal. En el caso nacional es violar la legalidad del mismo sistema liberal usando la misma legalidad liberal y justificándose a partir de las elecciones que es lo que se asume como lo único que legitima algo; semejante legitimación que pasa como barniz por sobre un flagrante delito de violación del estado de derecho ocurre porque se ha hecho de las elecciones, además, un fetiche.
El que en el caso nacional la dictadura civil se apoye en un partido armado está expresando los límites no sólo de los partidos políticos, también de la misma dictadura civil y reduciendo a meros fetiches cosas que antes pasaban por esenciales, por ejemplo las elecciones. Y esto no fortalece el sistema liberal desde la misma lógica liberal, por el contrario, desde el mismo sistema liberal: principios, dogmas, rituales, creencias y fetiches, al barrer la estabilidad como hecho y creencia, se entroniza la inestabilidad como principio, dogma, ritual, creencia y fetiche. Desde un ángulo coyuntural la sociedad no es demoliberal por la cantidad de bayonetas circulantes que gritan a voz en cuello que vivimos en democracia; desde el ángulo del sistema político liberal se patentiza su entrañable debilidad por reforzarse tendencias contrarias a la pretensión de vigencia del estado de derecho.
A la luz de la ética y libertad liberales estas pugnas políticas constantes de fuerzas divergentes en su seno relativizan radicalmente el valor mismo de esta ética y libertad, en rigor las convierten en instrumento tecnológico, que en la lucha política concreta de los sectores que contienden equivale a la ética y libertad del más fuerte y del vencedor. En el orden de la filosofía asistimos a la pragmatización de la ética y libertad, con respecto a los contendientes mayores[partidarios y contrarios en el mismo sistema demoliberal del estado de derecho como manera apropiada de organizarse], es decir, con las fuerzas que deciden respecto al sistema. Por supuesto que la relación de estas fuerzas contendientes con respecto a las clases subordinadas será distinta: de uso y abuso, según la situación. Pero se olvida que engendra a ese mismo nivel y en estos mismos sectores un efecto de relativización y pragmatización de valores, en este caso de la ética y libertad. En el ámbito masivo esto genera sedimentación con tendencia a la disgregación y fragmentación o congregación y compactación.
Otro ángulo del problema lo expresa la llamada crisis del parlamento. El parlamento adolece de varias deficiencias: i) la sordera de la mayoría con respecto al que es minoría; ii) confundir el hecho jurídico-político con el social real; iii) confundir el mandato popular con el mandato partidario. Es probable que estos aspectos sean contraproducentes a la misma dinámica del sistema pero es de presumir que el mismo sistema se corrige en su proceso evitando con ello problemáticos saltos bruscos políticos de las clases subordinadas y a su vez de su mismo seno, es decir, le da estabilidad desde el ángulo del sistema liberal, es la escogida políticamente como la que debe prevalecer porque favorece a la misma estabilidad del sistema político liberal. El parlamento cumple esa función y el parlamentarismo actuaría como sedimentación de cierto comportamiento del parlamento preservando las formas que favorecen a la sedimentación del sistema. Las dictaduras, que son saltos bruscos en el mismo seno de quienes direccionan el estado, rompen con todo esto sea como manifestación política coyuntural o del sistema. A partir de esto es que podemos hablar de la corrupción en el sistema y de un sistema corrupto, que veremos más adelante.
En la perspectiva coyuntural el parlamento elegido luego del autogolpe del 92, es un parlamento carente de personalidad y fisonomía. Y manifiesta de forma clara que la corrupción por razones partidistas se tolera y se toleraba bajo diversos gobiernos, por tanto se sería injustos si esto se lo achacásemos sólo a la actual administración. Ocurre que en este caso se monta toda una legislación aparentemente anticorrupción y se hace estrepitoso alarde de ello y, sin embargo desde el ángulo de la política práctica se cierran todos los canales para hacer viable lo que legalmente debería ser cumplido. Si a esto se le suma el papel tutor de la Fuerza Armada el problema es complejo.
Éticamente la situación es esta: antes se corrompía en nombre de la política XXX o YYY, ahora se corrompe en nombre de un nombre. No se precisa pretexto alguno. Aunque esta corrupción afirma que no es corrupción, ni nada de esas cosas, y afirme que la suya no es siquiera política, según esto un independiente no haría política alguna, hay que tomarlas como lo que son: charlatanería.. La impunidad de la corrupción política de ayer a nuestro ahora ha cambiado en una sola cosa: si se presiona mucho la dictadura civil de inmediato sugiere que la subversión está detrás de esa presión. E inmediatamente empieza a funcionar seguridad del Estado, y acto seguido viene la amenaza de la Fuerza Armada. Hablando en rigor el tránsito del individualismo moderado al agresivo se inicia durante el régimen aprista y se prolonga hasta el 90 y vuelve con mucha fuerza después del golpe del 92, desde esta fecha a la actualidad nos movemos en un individualismo zoológico, patológico. De esta manera entramos a través del hecho político a la impunidad descarnada como ética y como libertad, de lo amoral como ética a la libertad válida sólo para el más fuerte.
Bajo este clima intoxicante ¿de qué ética y libertad hablamos?. De la ética y libertad a la que induce el Estado. Es la nefasta ética de un individualismo que no trasciende lo corporal, se sintetiza en tres palabras: trabaja, come y cállate. La condición humana pierde todo sentido, toda esencialidad, toda humanidad. Es la ética y libertad reducida a la condición de organismo por obra y gracia del Estado.
La naturaleza pone a todos los organismos de la escala natural bajo el dominio de la férrea necesidad, pero la naturaleza es ciega. ¿Qué hacemos cuando el Estado determina esto para la condición humana?, ¿Puede lo humano actuar así con su propia humanidad?. Estamos frente a la ética y libertad perversas.
Cuando se pone en un mismo nivel moral los ideales éticos con los de ganancia y rentabilidad indiscriminada, estamos siendo cómplices de una ética y libertad perversas que una dictadura lleva a su máxima expresión, la sanciona político- jurídicamente.
Existe perversidad cuando se asume que habrá gente pobre por ineficaz, que habrá gente que muere por falta de asistencia médica, desocupación, de hambre, cuando se asume que ello es parte del costo social de la libertad, de mal necesario, en suma, de un simple problema de estadística. Esta racionalidad es ya una racionalidad típicamente perversa.
Pero esta perversidad llevada a su máxima expresión existe por que hay un clima fértil cuando se sancionan como positivos valores que deshumanizan antes que humanizan. El individualismo puede llevar a la disgregación de una entidad colectiva, y eso es lo que estamos viendo: una ética perversa que nos lleva a la disgregación, concebida como supuesta ética y libertad.
El Estado liberal sabe de este problema cuando se mueve en el margen del llamado Estado de derecho y por ello fija normas político-jurídicas para evitar el desbordamiento, la disgregación en su propio seno. Pero no puede evitar convivir con el elemento que deshumaniza; ello justifica las normas y neutraliza el vector deshumanizante en su propio seno pero no lo cauteriza, no cierra la herida. Pero cuando se mueve en un horizonte contrario a los que propugnan la estabilidad coyuntural [de la administración respectiva] y con ello de todo el sistema del estado de derecho, para que prevalezca la fuerza opuesta a la antes mencionada, entonces se fijan las normas política-jurídicas para que esa ética y libertad deshumanizante florezca y se impongan por la fuerza. Entramos a la barbarie. Del sistema político como Estado de derecho que lleva la corrupción a cuestas, se pasa a la corrupción total del sistema cuando se normativiza y sanciona política-legalmente el extremismo del individualismo zoológico, patológico. Debemos decir, en consecuencia, que hemos pasado de la corrupción del sistema al sistema corrupto.
En la situación de un país como el Perú el clima para que florezca la ética y la libertad perversas se amalgama, se entrevera, se amasija, con el hambre, el abatimiento sicológico y la desesperanza, el arribismo y la desesperación. A la crisis espiritual más crisis espiritual. Vivimos esencialmente fracturados, tullidos, contrahechos, somos un aborto, un vómito, un excremento de divinidad perversa.
Pero contra el Estado vive, a pesar de todo, la ética de la esperanza, de que esto tiene que ser distinto. Y la libertad incluso para hacerlo contra el Estado. Habría que inventarlo de no haberlo. Y de hecho se ha inventado desde hace mucho y se seguirá inventando. La supervivencia física de la poderosa dinámica social llevada adelante por los excluidos socialmente de los beneficios del mismo estado, nos lleva también a la supervivencia espiritual. No es sólo el heroísmo de los héroes oficiales, es el heroísmo anónimo del hambriento, del inconforme, del excluido el que pulsa estas teclas.
Nuestros filósofos académicos van a la búsqueda de éticas perfectas, éticas en las que ni ellos mismos creen o que muere con ellos. Mueren buscando libertades que habitan en sus cabezas. He aquí una fuente y fuerte ética y libertad emanados de la bestialidad de la realidad. La supervivencia física habla de la supervivencia espiritual, hasta el heroísmo cambia de lugar cuando se le mira desde el ángulo de la supervivencia espiritual del excluido social.

ETICA PUBLICA Y ETICA PRIVADA.-
Como cortante línea blanca en un mar negro aparece vez tras vez este inquietante problema, es una constante que marca el quehacer político de la patria. Veamos algunos aspectos de este agudo problema.
La evidencia relativa a la corrupción hay que ubicarla en la edad media peruana. La evidencia para pensar tal cosa en el incanato no la hemos hallado. En todo caso no nos interesa el problema como hecho, más bien nos importa como origen. Y el problema es el de la percepción de la cosa pública y privada durante la fase de la edad media peruana.
La tesis que sostengo es que la división entre ética pública y ética privada hay que ubicarla en el manejo de la cosa pública y privada que sugiere la doctrina cristiano- católica. Es la tradición más severa que hemos tenido luego de la campesina, o mejor, andina. Abarca desde la llegada de los españoles y se cierra oficialmente con el hecho de la independencia. Aunque luego de ella se reencarna en la tradición liberal pero con otros rasgos.
La política durante la edad media peruana de control español se manejó con criterios fundados en la doctrina cristiano-católica. Pero junto a esta política oficial --oficial porque se limitaba realmente a los españoles y, en medida menor a los mestizos; y asumía al indio en un marco más bien jurídico antes que real-- iba la práctica de una fe católica cuya relación era más intensa con la Iglesia que propiamente con lo público, con la cosa pública. Y lo católico carecía de una visión de lo público que no fuese más allá de lo puramente individual-piadoso. Se rendía cuenta individual-piadosa a la Iglesia de la cosa pública, se entendía esta relación como una relación privada-individual, como conciencia filosófica individual, como cosa privada. Y lo público se entendía individualmente más bien en los marcos de la caridad cristiana y sujeto a la determinación de la jerarquía eclesiástica. La ética con respecto a la cosa pública, por consiguiente, que es ya una ética pública, se subsumía en la ética privada entendido en un horizonte de conciencia filosófica individual. Este es el marco que no ha logrado ser superado y que históricamente se reproduce en la fase liberal.
Con el advenimiento de la fase liberal, todo el largo proceso de la primera república que concluye con la Guerra del Pacífico y la segunda que se inicia después de la Guerra del Pacífico, se produjo desde el punto de vista de los liberales una idea de la cosa pública como propia, intransferible e incompartible con los que no fuesen de su grupo social. Y tal óptica excluía a los demás grupos sociales. Esto por el lado de lo político como teoría y práctica
Pero lo que aconteció en el plano de la ética pública de la cosa pública no fue distinto a lo anterior, es decir, se le miró como cosa de su grupo social, y, además, entendido en el horizonte de lo individual privado, si bien practicado por una elite política ésta carecía de un horizonte liberal entendido como sujeto histórico, es decir, con una autoconciencia como clase social responsable de direccionar a las demás clases sociales, por el contrario prevaleció lo antes descrito [el horizonte individual-privado] y envuelto en ropaje de caridad, la relación con la cosa pública se vistió de ropaje caritativo cristiano. La ética pública de la cosa pública por los liberales peruanos no implicaba una seglarización de la ética pública con la correspondiente responsabilidad, siguió cerrada en el molde de la caridad, es decir y como lo denuncia N. Hartmann en el marco de la irresponsabilidad, el dogmatismo religioso así como engendra una responsabilidad respecto a su propio horizonte engendra también una seria irresponsabilidad frente al horizonte de otros.
La ética pública de la cosa pública no comportaba una conciencia histórica de esta cosa pública y, por ende, una ampliación de la ética pública más allá de la esfera de la caridad. La ética pública no comportaba responsabilidad hacia los demás grupos sociales aún manejando la cosa pública como propia, intransferible e incompartible, excepto como caridad que a su vez es una irresponsabilidad respecto a lo otro. De esta manera la vieja división engendrada en el virreinato entre ética pública y ética privada se renovaba bajo otra forma y en otro momento histórico, es decir, el liberal. Este proceso histórico explica la razón de ser del paternalismo con respecto a los otros grupos sociales en la que se junta una ambivalente relación de violencia y paternalismo. Y la absurda pretensión de creer estar haciendo el bien cuando se ejecuta el peor de los males
Pero comporta además otro ángulo, la ideología liberal es básicamente individualista y hemos visto que esta puede ser moderada o extremista, la ética privada de la cosa pública se vivencia individualistamente. Es la posición de un individuo frente a la cosa pública, no cristalizada necesariamente en una ética pública liberal correspondiente, y esto explicaría con cierta racionalidad el grado de rapacidad con que se depreda la propiedad pública por los que tienen algún rango en la jerarquía del estado, es decir la alta, media y baja burocracia y empleocracia Y este problema lleva a algo que es más cardinal y radica en la siguiente disyuntiva: debe conceptuarse la ética pública liberal con los ojos de la ética privada liberal, o, a la inversa, debe conceptuarse la ética privada liberal con los ojos de la ética pública liberal. Presumo que en este lado del continente la respuesta favorece a la primera de las alternativas. Mientras que en los estados desarrollados parecería la segunda alternativa la efectivizada, o se ha jugado mejor con ella.
Interrogarse sobre esto puede parecer ocioso pero es inevitable en la medida que nos explica la razón de ser histórica de cuál es la génesis y porqué de la corrupción contemporánea en nuestro estado. Prescindiendo de las interpretaciones usuales e ingenuas de que el hombre es corrupto porque o es pecador o egoísta por naturaleza.
Y este agudo problema remite al problema de la propiedad privada. ¿Existe correlación entre propiedad privada y ética privada?. En última instancia el problema planteado como la disyuntiva entre la ética privada liberal y ética pública liberal parece remitir a un mismo asunto: como se compatibiliza la propiedad privada liberal con la ética privada liberal frente a la ética pública liberal.
En síntesis, lo que sugiero es que la génesis del problema de la ética pública como privada hay que buscarla en la edad media peruana, se sigue que también bajo la forma liberal, el antagonismo entre ética privada liberal y la ética pública liberal que afecta a nuestro estado, ha ocurrido y ocurre por insuficiente conciencia histórica liberal sobre la cosa pública, como grupo social en el poder del Estado.
La Iglesia católica tuvo que lidiar con este espinoso problema como luego la figura notable de John Locke para el pensamiento liberal. En el caso peruano, con escasa conciencia liberal sobre el problema, ha conducido y conduce al mal endémico de la corrupción. Mal que lleva a cuestas el sistema y que deviene corrupción del sistema bajo condiciones de dictadura civil. Mal que presumo no es consustancial a los sistemas políticos, como cierto pesimismo histórico quisiera hacerlo creer.

DE LA ALTERACIÓN.-
Veamos seguidamente la cuestión de la corrupción. Corromper es palabra de origen latino que significa, en sentido estricto, alterar. Corromper es alterar el manejo de la cosa pública. Tal procedimiento implicaría estar incurso en la ética pública alterada o, corrupta. Pero esto tiene una sintomatología. La ética discurre en el orden de la acción libre y voluntaria. La ética corrompida necesita moverse necesariamente en ese orden. Y los condicionantes o coordenadas históricas, lo general, que lo explican parecerían haber sido mostradas en las líneas precedentes.
La alteración, en el orden individual se expresa constantemente en la forma como miramos y valoramos la cosa pública. Mientras mayor sea la conciencia de la ética privada con respecto a la cosa pública, mayores serán las posibilidades de incurrir en la alteración, en el orden de la cosa pública, de la ética pública. Y, a la inversa, mientras mayor la conciencia de la cosa pública, la ética pública, menores posibilidades de incurrir en alteración de la cosa pública. De allí el enorme valor que tiene la conciencia histórica de la cosa pública, de la ética pública de la cosa pública.
El panorama se complica cuando en el orden práctico, político, el grupo social en el manejo de la dirección del Estado actúa de forma excluyente con respecto a los otros grupos sociales. El grupo social excluyente monopolizará las relaciones con respecto a los otros grupos desarrollando una posición vertical. Y, a su vez, para defenderse y mantener sus privilegios de grupo social excluyente, procesará en su seno una serie de relaciones que actuarán como , relaciones de encubrimiento. Cuando son varios los grupos sociales que codirigen el Estado las posibilidades de corrupción son menores, porque evita prosperen las relaciones de encubrimiento, hay más posibilidades de mutuo control.
Pero si se cumpliesen estas dos condiciones: el remodelamiento pleno de la conciencia histórica de la cosa pública y la codirección de Estado, no se garantiza la desaparición de la corrupción; garantiza, sí, las posibilidades de que se torne mal endémico. Y esto nos conduce a otro aspecto del problema.
¿Es la corrupción consustancial a los sistemas políticos?. Me inclino a creer que no. Si no nos atenemos a las interpretaciones ingenuas relativa la una a que el ser humano es egoísta por naturaleza y la otra que reza que las cosas son así porque se ha abandonado la senda de Dios, tendríamos que buscar el mecanismo para evitar la tesis pesimista de que la corrupción es consustancial a los sistemas políticos.
Tal pasa por identificar la raíz del problema y eso es lo que hemos procurado aclarar. Superar el problema implica comprender las dos condiciones enunciadas. No basta decir que para superar el problema hay que dictar normas coactivas draconianas. Son importantes pero como aspecto secundario del problema. Pero a esto se le opone una razón más práctica, política, ¿estará un Estado determinado en capacidad de hacerlo?, ¿Estará un Estado en la disposición de desarrollar campañas políticas de remodelamiento de la conciencia pública, de la ética pública, para superar por etapas este problema?. Nuevamente me inclino a manifestarme escéptico. Empero no pierdo la esperanza de que algún día…
(*) J. Octavio Obando Morán, Estudió filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde actualmente es docente. Cursó estudios de Doctorado en la Universidad Federal de Río Grande del Sur, donde obtuvo el doctorado en filosofía con la tesis: o processo de objetivacao, constitucao e desdobramiento da ontologia dos afectos no peru: 1530 - 1630 (2003), ha publicado tambíen: Ordenamiento Cronológico de la obras completas populares de José Carlos Mariátegui como oposición al ordenamiento temático actual ; Filosofia: Iniciacion y Camino; Ocaso de una Impostura.

LA COSMOVITALIDAD LATINOAMERICANA

Darío Botero Uribe (*)
América Latina vive el sueño de encontrarse a sí misma: enajenada de su ser por el colonialismo europeo, fue desventrada, sus culturas mancilladas, sus templos sepultados bajo los templos cristianos, sus civilizaciones arrasadas, sus instituciones aherrojadas, sus hombres y mujeres diezmados por la sobre-explotación, los virus del colonizador y el hambre, su historia rota: la vieja historia- la propia- olvidada, ignorada, prohibida; ¡sólo la historia colonizada es historia! Todo el mundo prehispánico borrado con saña. América Latina renace del olvido, de un sueño trágico y lanza su mirada sobre la historia remota, el pasado reciente y el momento presente. Entonces, se pregunta: ¿De dónde venimos, quiénes somos, cuál es la cultura de nuestro mundo, por qué siempre tenemos que importar una razón raquítica, que llamaremos ratio, para trazar la ruta de nuestro mundo, dejando de lado la no- razón y el logos, jugosos y amojonados profundamente en las cosmologías y en las mitologías indígenas, en las mitonomías populares, en el folclor, en el arte, en los sueños, en los proyectos propios cuando se les permite brotar de sí mismos, en el esfuerzo de un camino milenario y de unos caminantes que siguen una ruta que ahora no saben a dónde conduce. América Latina ha llegado a una encrucijada. Todos los caminos son trascendentes a otros pueblos, a otras culturas desde las cuales se programa nuestra economía, nuestras instituciones, nuestra vida social y nuestro pensamiento filosófico. Por estas razones, el Vitalismo Cósmico ha elaborado la cosmovitalidad latinoamericana para oponerla a la raciomundanidad europea y norteamericana. La raciomundanidad es mundo y razón. El mundo es una proyección del hombre que tiene que ver con el conocimiento. El hombre conoce y a través de la razón se proyecta en el mundo. Su discurso tiene que ver con la organización de un mundo productivo, de un mundo que se somete al conocimiento para que revele sus secretos, de los cuales el hombre se vale para transformarlo, mediarlo, ponerlo al servicio de su civilización. La razón de que se vale el hombre para transformar el mundo, para apropiárselo es la razón de la modernidad, es ratio, una razón cuantitativa, económica, productiva, financiera, material. Esa razón ha venido siendo cada vez más estrecha, más limitada, más agobiante. Así el dinero y la ganancia pasaron a ser paulatinamente el fin de esta civilización. Hoy comienza a vivirse la decadencia de una estrategia que conduce al cierre del discurso y a la irracionalidad de una vida puesta al servicio de los valores económicos y materiales. La cosmovitalidad es cosmos, no- razón y logos. El cosmos es una categoría griega, indígena y vitalista. Es el primer referente para pensar, el hogar del hombre. Nuestro cuerpo es un pedazo de cosmos, de polvo estelar. El logos es una categoría griega que representa la razón, en el concepto de esa civilización luminosa y gratificante. Es la alternativa a la ratio, la razón de los latinos. En esas dos concepciones de la razón está sintetizado el espíritu de esos dos pueblos, Grecia y Roma. Los griegos revelaron un talento extraordinario para la teoría, el pensamiento filosófico, el arte, la creación, la palabra, el discurso. La mitología griega tiene una singular fuerza creativa, como ha puesto de presente Mircea Eliade. Roma, por elcontrario, fue un pueblo con gran espíritu práctico, que destacó en la organizacióndel imperio y en la concepción del Derecho. El espíritu teórico de los griegos hasido abandonado paulatinamente por la modernidad, en cambio se ha acentuado cada vezmás la ratio romana. Esas dos formas de razón tienen su dignidad y su importancia;son complementarias. El mundo contemporáneo ha debido utilizar esas dos formas derazón, cada una en su momento; en vez de eso, la Modernidad se hizo cada vez másproclive a la ratio de una manera unilateral. En América Latina el logos ha sido sumamente fértil en los mitos, en las cosmologías; en la ficción, arte y formas creativas, pero a diferencia de Europa no ha perdido sufuerza, pese a que está siendo gravemente interferido porque nuestros dirigentes seempeñaron en que sigamos obsecuentemente en la línea trazada por civilizacionesforáneas. La no- razón es una categoría que he propuesto desde hace algún tiempo, que tipifica mi obra y que considero como un rasgo característico de la cultura latinoamericana.La no – razón se refiere a lo otro de la razón: en tanto la razón se ocupa de la proyección del hombre en el mundo: en el proceso productivo, tecnológico, social,etc; la no- razón tiene su campo propio en la expresión del ser anímico, simbólico y creativo del hombre: lo inconsciente, lo lúdico, el arte, la sensibilidad, la imaginación, etc. La racionalidad posee, pues, una tridimensionalidad: razón, no-razón e irracionalidad. Lo irracional es lo que contraría a la razón y a la no razón. La no – razón no se opone a la razón sino que la complementa. Cuando sostengoque la no- razón es un rasgo característico de la vida intelectual y cultural de América Latina, no estoy afirmando que sea exclusiva de nuestro mundo, sino más bien, que por condiciones socioculturales e históricas, esun trazo preponderante de nuestra realidad contemporánea. En tanto que el mundo es una determinación epistemológica, el cosmos es una determinación vital. En la experiencia europea se conoce el mundo para ponerlo al servicio de la civilización; en la tradición latinoamericana se vive el cosmos y se conoce en la experiencia de vida. Los europeos han mediado el mundo metafísicamente antes de desnudarlo para apropiárselo. En América Latina el cosmos ha sido patrimonio del hombre: lo vive, lo ama, y pese a que en gran medida ha sido expropiado de él, nunca ha renunciado a su simbiosis. La categoría mundo posibilitó con la trascendencia el trasmundo: el hogar de los dioses, de los misterios y de la concepción del hombre como alfeñique. El cosmos representa la filosofía del eternismo; es, en tanto infinito el hogar de lo finito radicalmente considerado y del humanismo en tanto forma de asumir la potencialidad humana. El mundo es una determinación teológica que en la filosofía contemporánea se ha secularizado. El cosmos representa la preexistencia del universo antes de la aparición de la vida.Es, por tanto, el mundo inorgánico que generó en determinado momento la materia orgánica y la vida. Las raciomundanidad es el lugar preferentemente de la razón: es el ámbito del pensamiento, de la universalidad, de la producción, de la economía, del progreso. La cosmovitalidad es el lugar preferentemente de la no- razón y el logos: es el ámbito de la imaginación, la creatividad, el inconsciente, la sensibilidad, el arte, laindividualidad social y creativa y el sentido comunitario. La cosmovitalidad latinoamericana tiene su base en la hibridación de tres culturas de la no- razón yel logos: la indígena, la hispana y la africana: una larga historia de colonialismo,de dolor y de creatividad ha configurado en las distintas naciones unas culturas de lo afectivo, lo lúdico, el ritmo, el goce, la pasión, la creatividad, la improvisación, la solidaridad, la resistencia a la opresión, la alegría, el conjuro mágico contra el dolor y la tragedia. La cosmovitalidad ha preservado en América Latina en alguna medida el sentido del arte, del mundo simbólico, frente a la civilización occidental que ha exorcizado los fantasmas de la creatividad para encontrar al final la alienación a la técnica, a lamáquina, a una razón seca como un yermo. La no- razón y el logos han manejado en América Latina una discursividad transversal, alejada de la racionalidad de la modernidad (la ratio), lo cual ha sido interpretado por la intelectualidad modernizante como un rasgo irracional, en vez de captarlo como la genuina no- razóny el logos que posibilitan un discurso que ha resistido la presión de la ratio y puede ser reconducido a una cultura vigorosa de la lucidez y la creatividad. El pensamiento europeo y norteamericano cayó en la trampa de la ratio: comenzó a dosificar el oxígeno hasta que la cultura vigorosa fue muriendo por asfixia y sólo quedó la civilización dependiendo de tres valores: el dinero, la máquina y el terror, es decir, la muerte. ¿Cuál es el sentido de la cosmovitalidad latinoamericana? Aguzar el sentido de la identidad de lo diferente, mediar el proceso científico- tecnológico con un riguroso proceso de humanización; fortalecerla creatividad intelectual y artística y abrirnos al mundo desde nuestro punto degravitación asumido, para intercambiar productos y conocimientos. Cuatro ámbitos mundanos El hombre de acuerdo con el Vitalismo Cósmico se mueve en cuatro ámbitos mundanos: ámbito del conocimiento, ámbito simbólico, ámbito praxiológico y ámbito de la vida cotidiana.
1 Ámbito del conocimiento regido por la razón, que se ocupa de determinar la significación
En el mundo occidental el conocimiento ha llegado a ser una función determinada por la investigación científico- tecnológica, en forma prácticamenteexclusiva. De esta manera hoy son las grandes compañías multinacionales las quedeterminan, financian y validan el conocimiento. Podemos preguntarnos: en estas condiciones ¿qué se investiga, para qué se investiga y cuál es el sentido de verdad predominante? ¿Qué se investiga? Hasta el siglo XIX la investigación científica buscaba conocer el mundo. Siempre han existido intereses detrás de la formulación de las preguntas que conducen adeterminar una investigación, pero esas preguntas no tenían un sesgo determinado; enlos más diversos campos el conocimiento abría una perspectiva: conocer para saber,comprender, actuar, producir, teorizar, descubrir el mundo en que nos movemos. El conocimiento estaba ligado a la verdad, a la emancipación, a la creación, a laproducción, a la humanización. Un avance en el conocimiento significaba un avance en las miras del hombre; en su proyecto de vida, en su ámbito de posibilidades. El conocimiento se daba como una lucha contra la ignorancia, los prejuicios, las cadenas que aherrojan al hombre a una tradición chata, conformista. Durante el siglo XX, a medida que avanzaba la industrialización, muchos políticos e intelectuales elaboraron una cosmovisión del progreso, la civilización estaba alcanzando los más altos registros del avance del hombre en la historia. Un autoengaño fatal. La civilización occidental ciertamente avanza pero en un sentido unilateral. La producción ha aumentado en una escala inconcebible, pero ¿ Cuál es el resultado? Aumenta el hambre, la ignorancia, las carencias diversas; el mundo simbólico comienza a agostarse, el arte se liga al mercado, el discurso se cierra.¿Podemos llamar a ese proceso progreso, avance, logro de metas? El proceso de autodestrucción de la vida alcanza límites nunca imaginados; el hombre se deshumaniza; el terrorismo ya no sólo hace parte de los fanatismos religiosos y políticos, sino que las grandes potencias hacen alarde de su capacidad de deponer gobiernos, intervenir en cualquier parte del mundo en donde sus intereses los impulsen a actuar. En los últimos 50 años la investigación ha dado un giro de 360 grados. Ahora espensada, dirigida, ordenada por las multinacionales; investigan los escollos que sepresentan en sus planes de dominar una rama de la producción social. Lo atinente a encontrar materiales más económicos, procesos más eficientes y rápidos para aumentar la ganancia. ¿Para qué se investiga? Se investiga con miras a dominar el mercado con una oferta que busca solucionar necesidades verdaderas y falsas. Desde hace mucho tiempo se sabe que al capitalismo no le interesa satisfacer las necesidades de los sectores populares, porque ellos no pueden pagar o por lo menos no pueden pagar para que las grandes compañías obtengan una ganancia considerable. El capitalismo depende de los sectores medios y altos; se busca satisfacer sus necesidades reales en educación, salud, vivienda, recreación, bienestar; pero esto no satisface a una producción que depende de un aparatoproductivo basado en la alta tecnología, que produce a escala y que necesita cada vez más producir en volúmenes más considerables. Hay sólo una parte de la población que puede consumir los productos industriales, pero en vez de hacer reformas paraque toda la población pueda acceder a los bienes industriales, se organiza una estrategia para que los sectores que pueden consumir inviertan cada vez más en la industria de las ilusiones: la publicidad se dedica a la fabulación. Existe una genuina, es la de los creadores literarios y artísticos;es la de la ficción, que no es mentira sino creación libre. La fabulación es creación; el autor no se atiene a los hechos comprobados, demostrables, por eso noes historia, él inventa personajes y sucesos, pero consciente e inconscientemente incide en la inmanencia de su ámbito de vida, la fuente de toda experiencia, pero también de la imaginación. Las historias imaginarias no son falsas, sino historias en las cuales la imaginación recrea el mundo libremente con el talento y la formación del autor, pero también mostrando con un lenguaje literario, sin necesidad de un desarrollo puntual, algo que nos emociona, nos cautiva, afecta nuestra sensibilidad o sentido de justicia. La ficción es una creación que puede dar de la realidad, sin copiarla, sin traducirla periodísticamente, una dimensión másprofunda, porque muestra exagerando o sacando de contexto motivos triviales, los meandros oscuros, poco perceptibles de una realidad que nos oprime o nos coarta. La publicidad, por el contrario, se encarga de engendrar un mundo de ilusiones queincita a comprar costosos productos para engordar las ganancias de lasmultinacionales. Es trágico que en nuestros Estados pobres la publicidad siga creando un mundo ilusorio, cuando la mayoría de la población tiene necesidades básicas de salud, de educación, de recreación, de bienestar insatisfechas, para lascuales la industria no produce nada. Paradójicamente también el arte en el mundo occidental está sucumbiendo al mercado.El valor de cambio ha sustituido al valor estético. Ahora es el mercado el quedetermina lo que se escribe, lo que se compone, lo que se representa, lo que se pinta, lo que se esculpe.... Hace años los teóricos del arte se ocupaban a espaciodel público: había necesidad de crear un público para cada arte, educarlo, prepararel gusto y la capacidad de análisis. El público culto era el que determinaba cuál obra es buena, lograda o cuál ha fracasado. Ese correlato creador- público constituía en una fuente de compenetración que iluminaba con el conocimiento y elgusto las dos orillas. No se podía defraudar a un público cada vez más preparado y exigente. ¿Puede el mercado sustituir al público en el gusto y el conocimiento para la valoración del arte? La respuesta es no. El mercado representa la capacidad de compra de la burguesía, una forma de tráfico inculta ydeshumanizada. El mercado no selecciona, no orienta, no exige; el mercado es la prostitución de los valores intelectuales y estéticos. Podemos preguntarnos, enestas condiciones el giro de la civilización occidental puede asegurar la supervivencia de las culturas, de los valores intelectuales y estéticos, del espíritu creador y lúcido de la civilización y de nuestros pueblos latinoamericanos que copian acríticamente todo lo que en ese contexto se produce? Por el contrario, aun cuando a muchos les resulte difícil aceptarlo, vamos regresivamente hacia una edad media confesionalista, represiva y oscura, con un agravante, el podertecnológico servirá para aumentar el terror y la ignorancia. ¿Cuál es el sentido de verdad predominante? La verdad tenía antes de la Modernidad tardía una función emancipatoria, progresista, gratificante. La verdad representaba un triunfo frente a las tinieblas,a los prejuicios, a la charlatanería. La verdad se convertía en un criterio decisorio, en avance social; luchar contra la mentira, el engaño, la falsedad era algo heroico, progresista, que ayudaba a la sociedad a lograr metas importantes. Esto era así, porque el conocimiento se constituía en una herramienta lúcida ycreativa; la verdad entonces era un trofeo que ayudaba a la gente a conocer más ymejor. El criterio clásico de verdad era la coincidencia entre la formulación en ellenguaje y el fenómeno observado; se buscaba una verdad objetiva que diera cuenta del mundo. Pero en el siglo XX ese criterio fue abandonado. Para Wittgenstein: "5.64 Vemos aquí como el solipsismo llevado estrictamente coincide con el puro realismo"
1. Una filosofía que se propuso luchar contra los discursos filosóficos carentes de sentido; buscaba consecuentemente un discurso verdadero, más allá de la apariencias.Esa tendencia de ir a los hechos se convierte posteriormente en una realidad dudosa,en la cual la verdad como criterio fundamental ha desaparecido sustituida por lacerteza. Habermas da un paso más, presenta la verdad como un acuerdo entre loscientíficos sobre las teorías o afirmaciones dentro de un paradigma vigente.
Ahora la verdad no se refiere a la realidad sino a la opinión de los científicos. Laverdad tal como se concibe no permite superar las brumas que se oponen a un saber adecuado de naturaleza y transnaturaleza; la verdad que surge del proceso de investigación y conocimiento es cómo producir más y mejor, no para satisfacer las necesidades generales sino para crear necesidades falsas que motivan al consumidor acomprar lo que no necesita y a acuñar ideales falsos, que lo apartan de una humanización del mundo, de una vida creativa, lúcida, humana, gratificante y solidaria. Lo más terrible del capitalismo es que hoy está creando por imperativos del mercado un mundo falso que además de la injusticia, traiciona los grandes ideales del hombre, pero ese mundo además posee una inmensa capacidad de seducción. Hoy en el mundo occidental apenas sí se investigan marginalmente las posibilidades sociales,la lucha contra la ignorancia, la búsqueda de la convivencia, las causas de los problemas sociales. El drama es que en las grandes economías se produce unconocimiento de punta científico- tecnológico, pero se ha abandonado el conocimiento humanista emancipatorio. Hoy en Europa y en los Estados Unidos la ignorancia del pueblo es cada vez mayor. Como el conocimiento no apunta a la verdad, a la lucidez, las ideologías religiosas y mitonómicas dominan a grandes sectores de la población. He ahí el significado de la decadencia.
2- Ambito simbólico
Hacen parte del ámbito simbólico, en la caracterización que le he dado: la cultura,el arte, el mito, los desarrollos conscientes- inconscientes, que el hombre formulaen el curso de la vida psicosocial. El mundo simbólico procede fundamentalmente apartir de la no – razón y el logos. Se ocupa primordialmente del sentido. El ámbito simbólico es por excelencia el espacio humano; en él se expresan el arte, laestética, la creatividad, el pensamiento filosófico simbólico, la sensibilidad, laimaginación, el inconsciente, la lúdica, la individualidad; etc. Este ámbito simbólico es el más característico de la formación. Si bien el conocimiento preparaa los hombres y mujeres para desarrollar actividades, el mundo simbólico dota al individuo para la vida; lo saca de los conceptos rígidos y lo predispone para una dimensión rica y matizada. El mundo simbólico inclina a la tolerancia, la libertad, la alegría, el respeto, la complejidad humana. Si encontramos un individuo superespecializado en una rama del conocimiento, él estará entrenado para desempeñar una actividad muy técnica y sin duda importante, pero ignorará casi todo del círculo humano. La escuela vitalista insiste mucho en que lomás importante es aprender a vivir. Mientras el ámbito del conocimiento está referido a lo sígnico, el mundo simbólico parte del símbolo; el signo tiene un significado convencional, es universal; el símbolo es individual pero inteligible.Esto corresponde a la necesidad de interpretar el mundo, de llenarlo de sentido. Lo simbolizado es conocido pero lo simbolizante es una interpretación; agrega algo quela mente vislumbra como posibilidades. El símbolo es de esta manera el principio de la creación intelectual y artística. El eclipse del ámbito simbólico en el mundo occidental, representa un giro ineludible hacia la decadencia. Para mí, vitalista,el equilibrio entre conocimiento y ámbito simbólico es una necesidad antropológica,psíquica y social fundamental. En tanto la raciomundanidad europea y norteamericana parte de la razón (ratio), delconocimiento científico- tecnológico, del significado, de la universalidad, la cosmovitalidad latinoamericana parte de la no- razón y el logos, equilibra elconocimiento científico- tecnológico con el humanista- emancipatorio, buscapreferentemente el sentido, la vida comunitaria y la realización humana a partir delindividuo egoísta- social; natural-transnatural; individual- universal; consciente-inconsciente; ético, libre, lúcido, creador. El cosmos latinoamericano es el hogar del hombre; es un mundo integrado a su praxis de vida; un ámbito especial en el cualno ha podido ni ha querido mediar esa interacción de la naturaleza con su vida. Pese a la formación de grandes ciudades, las comunidades se forman en el interior como núcleos homogéneos para mantener vivos los lazos comunitarios. América Latina, por otra parte, sigue dependiendo de la floresta, su cultura, sus símbolos siguen enraizados en una campiña feroz e indomable. El hombre latinoamericano ha aprendido que si prosigue el esfuerzo titánico, la naturaleza leofrece todo lo que necesita para vivir. El cuerpo humano y el espacio cósmico prolongan esa simbiosis de una gesta ancestral que pide ser descifrada, interpretada, desarrollada como identidad histórica que evoluciona, que recibe influencias y las procesa, pero que pide no ser traicionada por la copia acrítica dela raciomundanidad que impacta negativamente en los lazos sociales, en la cultura,en el orden social, en el proyecto histórico de estos pueblos. El Cosmos latinoamericano es un ámbito de interacción con la naturaleza, de vivir ligados a la tierra, de respetar la naturaleza como hacen los indígenas que tomanlos frutos, cazan y siembran sin poner en peligro los ecosistemas. Esa interacciónanimista de los indígenas para quienes el espíritu está diseminado por toda la naturaleza; mora en plantas y animales a donde los hombres y mujeres se dirigen para dialogar, para unir el cuerpo cósmico con el espacio cósmico en un encuentro que hace del cosmos no un mundo ajeno sino el mapa de la geografía de vida. La Pachamama, la tierra-madre es un concepto ancestral que ha evolucionado en nuestros campesinos mestizos como un apego y fidelidad a la tierra. La cultura que emerge de allí es una cultura tradicional de convivencia, de desarrollo pacífico, de disfrutede la vida, ciertamente con una tecnología poco desarrollada, pero que mantiene al hombre humanizado. En esa forma cultural el logos representa una larga tradición en el discurso, las mitologías, las cosmogonías, la literatura, el arte que con la influencia de los tres pueblos originarios: indígenas, hispanos y africanos perfila una cultura raizal que comienza a expresar las realidades latinoamericanas. Somos una cultura de la sensibilidad, de la creación, de la convivencia, pero en los últimos años comenzamos a perder nuestra fisonomía, a convertirnos en parias de un mundo que no nos reconoce en la identidad de lo diferente, en nuestros valores, en nuestro talento, sino que nos miden por la economía, somos pobres, atrasados, subdesarrollados. Propongo que nos midamos por la cultura; no existen culturas superiores e inferiores; las culturas son simplemente hogares en donde distintos pueblos han cribado su experiencia de vida, la han traducido en tipos de comportamiento social, en forma de concebir, plasmar, valorar y crear. Somos una cultura de la no- razón y el logos, nuestro arte debe estar ligado a la vida: el arte en tanto no razón está atado a la cultura. No obstante, Colombia ha abolido la pintura de caballete porque no está de moda en el Museo de Arte de NuevaYork. Estamos viviendo un proceso que conduce a la pérdida de la inmanencia de nuestro mundo, estamos experimentando con la trascedencia de los valores de otros, a los cuales nuestros dirigentes se quieren parecer, pero para hacerlo han enajenadonuestra historia, nuestra cultura, la evolución rica y compleja de un mundo que pudiese ver florecer en la producción intelectual y artística su genio; que pudiese ver en las soluciones sociales y políticas un espíritu perfilado en luchas, en conflictos, en debates, en reflexiones,, en búsquedas, en pensamientos lúcidos que finalmente accedieran a una racionalidad (logos) genuina, en la cual resolviese susproblemas con el pensamiento y su propio talento y no en la actitud absurda que vivimos hoy de copiar todo lo que se perfila en el extranjero, hasta llegar a constituir como instituciones un palimpsesto, que ahora nadie puede entender. Mientras el mundo europeo y estadounidense separó el conocimiento científico-tecnológico, lo aisló como derrotero de su civilización, los latinoamericanosdebemos más bien aquilatar el mundo del conocimiento con el mundo simbólico. En elmundo simbólico está la posibilidad de humanización. La civilización occidental al dejar de lado el mundo simbólico, se ha precipitado a un cierre del discurso y a la decadencia. El terror es ahora la impronta de la civilización occidental.
3- Ambito praxiológico
El ámbito praxiológico es el conjunto de operaciones técnicas y procedimentales quepermiten aplicar los conocimientos al mundo de la producción social. Es muy interesante observar lo que está sucediendo en el mundo occidental: lo normal es que la ciencia determine el proceso de producción, al fin y al cabo éste no es más quesu aplicación. ¿Pero qué ha ocurrido? El conocimiento se tornó cada vez más proclive a la producción de mercancías. En esta perspectiva, para asombro de todos, son losproductos comerciales los que determinan la ciencia. La ciencia marcha ahora a lazaga del mercado; son los gustos de los consumidores, las necesidades del consumo, pero fundamentalmente las necesidades de ganancia del capital las que retroalimentanen gran medida la investigación científica y el conocimiento. Un ámbito que seestimaba poco problemático del mundo social adquiere ahora el papel de vanguardia de la vida intelectual en el mundo occidental. Vivimos en la Edad del Conocimiento. El conocimiento ha reemplazado al trabajo, en gran parte como energía de la producción social. Una sociedad basada en el conocimiento debería garantizar la lucidez, una vida más humanizada, libre y gratificante. La gran paradoja de la historia contemporánea es que en la Edad del Saber el gran dictador no es el entendimiento, la inteligencia o la razón sino el mercado. El consumismo está reemplazando a pasos de gigante la lectura, la reflexión, la crítica, la lucidez. América latina tiene hoy una opción: copiar la decadencia del mundo occidental o asumir su destino lúcido. No es fácil, pero no existe otra posibilidad brillante y creativa.
4- El ámbito de la vida cotidiana
La vida cotidiana tiene dos posibilidades:
1- La fatiga, el aburrimiento y la angustia de un ámbito que está más acá o más allá del trabajo y de la actividad productiva; la vida cotidiana puede ser y es con frecuencia un espacio de monotonía, que corroe los mejores deseos y preocupaciones.
2- La vida cotidiana puede ser en la perspectiva de la utopía un mundo de la vida, no como lo conciben Husserl e incluso Habermas, sino como yo lo he reformulado enotros textos: como el ámbito de la realización humana. El mundo de la vida seráentonces el ámbito de la amistad, de la lectura, de la creación, de la vidadionisiaca, del pensamiento, de la escritura, de la alegría, de la pasión, del amor.
Existe un escollo a vencer, es la narcosis que la civilización occidental nos halegado: la televisión, el computador, el teléfono y un sin número de aparatos tecnológicos. Estos productos de la civilización no son malos, por el contrariorepresentan avances considerables para mejorar la vida. Pueden ampliar el conocimiento, la investigación, la recreación; pero están siendo usados para el adormecimiento, la enajenación del mundo real, el dejar de lado la lectura, la crítica, el desarrollo del mundo intelectual y artístico. De esta manera los medios tecnológicos aplicados a la vida cotidiana fomentan la ignorancia, el conformismo yla mediocridad. Hay necesidad de subvertir la vida cotidiana para poder vivir lúcida y creativamente. El paradigma razón - no razón. El paradigma razón- no- razón apunta a la creación de una nueva civilización: una civilización con unos nuevos valores: la humanización, la defensa de la vida biológica, la potenciación de la vida psicosocial; la abolición de la miseria; elconocimiento y la verdad vinculados a los problemas fundamentales del hombre, labúsqueda de la emancipación, el fomento de la creación intelectual y artística comolos valores más altos para regular la vida psicosocial; la recreación y el deportecomo elementos básicos de la formación; el equilibrio del conocimiento con el mundosimbólico; el predominio de la ética vitalista; una economía que tenga como objetivo el hombre y la vida social. Esta es en síntesis la propuesta de la Escuela filosófica del Vitalismo cósmico que realizará el año entrante el Primer encuentro nacional por la vida.
(*) Darío Botero Uribe, Es profesor Emerito y maestro de la Univerisdad nacional de Colombia. estudió derecho, ciencias políticas y filosofía en la misma univerisdad y ocupó el cargo de Decano de su facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales durante el periodo de 1986-1988. Ha publicado: ¿Por qué escribo? (1998); Teoria Social del derecho (4ª Ed. 2001); Vida, ética y democracia (2ª Ed. 2001); El poder de la filosofía y la filosofía del poder (3ª Ed. 2001) Manifiesto del pensamiento latinoamericano (3ª Ed. 2002) El derecho a la utopía (4ª Ed. 2002) y la voluntad de poder de Nietzsche (4ª Ed. 2002)

LA IDEOLOGÍA DE LA MUERTE: APROXIMACIÓN FENOMENOLÓGICA AL PCP-SENDERO LUMINOSO


Jaime Villanueva Barreto

La catástrofe nacional que significó para todos los peruanos el conflicto armado interno todavía no ha terminado. Con él asistimos a la remoción de los cimientos mismos de nuestra comunidad, al resquebrajamiento de los sutiles hilos que unen el tejido social, e incluso al profundo cuestionamiento de la viabilidad del Perú como una nación democrática y plural.
Desde que el PCP-Sendero Luminoso iniciara su cruenta ofensiva contra el Estado, desafiando la organización democrática que tras 12 años de dictadura habíamos alcanzado, mucha sangre se ha derramado y mucho dolor se ha apoderado de todos nosotros. Esto, sumado a la torpe reacción por parte del Estado, que lejos de defender sus fueros democráticos y asegurar la paz social, inició una contraofensiva muchas veces sistemáticamente diseñada para violar los derechos humanos básicos de miles de pobladores, sobre todo campesinos. Entre ambos actores cegados y ensordecidos ante el clamor de miles de personas que ambos aseguraban defender y representar, y que eran víctimas de las más crueles humillaciones y formas de morir a manos de éstos; se encontraba una sociedad inerme e indiferente, que únicamente reaccionó cuando el estruendo de las bombas comenzó a amenazarla. Toda esta situación ha producido pues una “destrucción de la autoconciencia moral” entre nosotros, la quiebra del cuerpo político, que sabe perfectamente que su única oportunidad de continuar con vida es iniciar un proceso de reconciliación nacional que involucre a todos sus miembros. Proceso que a su vez pasa por la asunción de la verdad de todo lo acontecido durante esos años, y que ha sido expuesta en toda su crudeza por la CVR, y la justicia que claman esos miles y miles de muertos y desaparecidos, pero también los millones de perjudicados de una u otra manera con todo lo sucedido y más aún todas aquellas personas que esperan una reparación por parte del Estado y de todos nosotros.
Desde el lado académico el complejo fenómeno de la violencia ha sido abordado desde muchas perspectivas. Podemos ver abundante bibliografía desde todas las especialidades, principalmente las ciencias sociales, que han tratado de comprender lo sucedido. Un tema en el que todas ellas han reparado es el de la comprensión del actuar del PCP-Sendero Luminoso. Sin embargo, salvo algunas excepciones que desde muy temprano reflexionaron sobre el tema, advirtiendo todos los peligros que una organización tal podría traer, la filosofía no ha dicho todavía mucho sobre todo lo sucedido. No se ha detenido aún a explicitar los presupuestos conceptuales desde los cuales actúo Sendero Luminoso.
Una manera de aproximarse al fenómeno tan complejo de violencia es desde alguna de sus perspectivas. En el caso específico de este trabajo, siguiendo el método fenomenológico de Edmund Husserl, nos acercaremos a explorar, describir, y tratar de mostrar algunos de los presupuestos con los que operó y aún puede seguir operando la ideología del PCP-Sendero Luminoso. Para esto trabajaremos en dos tiempos: 1) daremos unas rápidas indicaciones de cómo entenderemos el tema de la ideología; 2) abordaremos descriptivamente la ideología de Sendero Luminoso.



1) El tema de la ideología

Abordar el complejo fenómeno de las ideologías supone tratar de no hacerlo desde ningún lugar, es decir, desde un pretendido lugar no ideológico donde se admita muy rápidamente que aquel que realiza la crítica a la ideología quede a salvo del defecto que denuncia, es decir, pensar que el ideologizado es el otro que aún no ha reparado –como yo si lo he hecho- en que su pensamiento está plagado por ésta. Al contrario, como sabemos toda descripción y aún toda crítica debe serlo sabiendo que se encuentra históricamente situada, aunque como dice Paul Ricoeur, “con un cierto factor de distanciamiento que nos permita reinterpretar nuestras herencias culturales”.
Todo fenómeno ideológico como anota Ricoeur[1] -a quien seguiremos en adelante en sus reflexiones sobre el fenómeno de la ideología- tiene hasta cinco rasgos centrales por los cuales podemos identificarlos:
a) Difunde y perpetúa la convicción de los actos de fundación, con la finalidad de convertirla del credo de unos cuantos (padres fundadores) al credo del grupo entero. Es aquí donde se diseñan e intervienen todas las imágenes e interpretaciones que rememoran el acontecimiento fundador, retomando y reactualizando dicho acto como una interpretación de sí mismo. Es aquí cuando se racionaliza lo que en un primer momento era principalmente fruto de la emoción, “la ideología ha dejado de ser movilizadota para ser justificadora, o más bien continúa siendo movilizadora a condición de ser justificadora”[2].
b) De esta función movilizadora obtiene la ideología su segundo rasgo: su dinamismo. Lo que justifica e impulsa la ideología es un motivo. Está movida por la voluntad de mostrar que el grupo que la profesa tiene razón en ser lo que es. Pero la ideología es también, a este nivel, justificación y proyecto, es decir, todos los grupos e instituciones reciben de ella la creencia en el carácter justo y necesario de la acción instituida.
c) Para preservar este dinamismo la ideología tiene que ser simplificadora y esquemática. Como dice Ricoeur, la ideología “es una clave, un código, para permitir una visión de conjunto, no sólo del grupo, sino de la historia y, en último término del mundo”[3]. La función justificadora de la ideología para incrementar su eficacia social, pasa entonces porque el pensamiento pierda rigor y quede encarcelado en número determinado de códigos. Con esto aparecen los fenómenos de ritualización y de estereotipo; se construye un vocabulario y con él un orden de denominaciones correctas, por eso, se expresa fácilmente en máximas, en eslóganes, en fórmulas lapidarias.
d) De ahí tenemos que el código interpretativo de una ideología es algo en lo cual los hombres habitan y piensan. Toda ideología es por ello operatoria y no temática. Es decir, “actúa a nuestras espaldas y no es un tema que tengamos ante nuestros ojos. Más que pensar sobre ella, pensamos a partir de ella”[4]. Esto hace de la ideología una instancia no crítica, de aquí es de donde procede la posibilidad de disimulo, de distorsión que desde Marx se vincula con la ideología.

e) Este quinto rasgo tiene que ver con que lo nuevo no puede ser recibido sino a partir de lo típico, surgido de la sedimentación de la experiencia social.

Estos rasgos de la ideología, como lo advierte Ricoeur, “son a la vez efecto del desgaste y resistencia al desgaste”[5] por la que atraviesa necesariamente todo grupo humano. Esta paradoja tiene que ver con la función de la ideología, que es la de perpetuar un acto fundador, siendo a la vez interpretación de lo real y obstrucción de lo posible, es decir, por la inevitable esquematización que le es propia, se sedimenta mientras los hechos cambian, todos ellos, son interpretados desde los mismos códigos, no importando la distancia temporal, ni las modificaciones sociales e históricas propias de ésta.
Un claro ejemplo de esto lo constituyen los propios análisis marxistas con los que se pretendía criticar las ideologías, pues como dice Ricoeur, “el análisis en clases sociales, para no citar más de un ejemplo, y especialmente la tesis de que no hay más de dos clases, después de haber sido una hipótesis de trabajo sumamente fecunda, se transforman en un dogma que impide mirar con nuevos ojos las nuevas estratificaciones sociales de las sociedades industriales avanzadas o las formaciones de clases, en un sentido nuevo del término, en las sociedades socialistas, para no hablar de los fenómenos nacionalistas que muy difícilmente se prestan a un análisis en términos de clases sociales. Más grave que esta ceguera ante lo real –continúa Ricoeur-, la oficialización de la doctrina por el partido provoca otro fenómeno temible de ideologización: del mismo modo que se acusa a la religión de haber justificado el poder de la clase dominante, el marxismo funciona como sistema de justificación con respecto al poder del partido como vanguardia de la clase obrera y con respecto al poder del grupo dirigente en el interior del partido. Esta justificación con respecto al poder de un grupo dominante explica que la esclerosis del marxismo ofrezca el ejemplo más contundente de ideología en los tiempos modernos”[6]. La ideología entonces, cualquiera que esta sea, es parte de nuestra compresión a-crítica del mundo en el que vivimos, el problema estriba cuando tratamos de institucionalizarla, o cuando radicalizamos su pretensión justificadora tratando de universalizar nuestras creencias particulares.
Pero esta pertenencia que nos precede y nos conduce (función integradora de la ideología) vive sólo a condición de excluir la reflexión. Es necesario un factor de distanciamiento que nos permita incluir una instancia crítica en esta precomprensión que nos constituye y que somos, para poder sacar a luz y cuestionar los presupuestos con los que estamos inmersos en nuestra praxis cotidiana.
En este sentido, nuestras reflexiones girarán en torno a sacar a luz los presupuestos que conlleva una ideología en particular, la del PCP-Sendero Luminoso, para ver hasta qué punto y por qué se constituyó como movilizadora de muchas conciencias que creyeron ciegamente en ella.

2) Descripción de la ideología del PCP-Sendero Luminoso
Antes de iniciar nuestro recorrido, tal vez sea bueno indicar que lo haremos desde la perspectiva fenomenológica, es decir, describiendo lo que vayamos encontrando en los documentos a los que hemos podido tener acceso, sobre la ideología del PCP-Sendero Luminoso. Esto es, en el mismo espíritu de los procedimientos husserlianos, sacando a luz el sentido oculto que ésta pueda tener. Procederemos como el mismo Husserl señala “avanzando y retrocediendo en “zigzag”, ayudándose uno a otro cada uno de estos movimientos en interrelación. (donde) una clarificación relativa de un lado aportará cierta luz sobre el otro, que a su vez la irradiará sobre el lado opuesto”[7]
Esto con la finalidad de pararnos, de hacer un alto en el camino para echar un vistazo a los alrededores, en una actitud de “epojé”, que justamente significa etimológicamente, parase para mirar antes de tomar una dedición sobre el camino a seguir. Este detenerse, como se dijo antes, no significa mirar desde un lugar privilegiado, o peor aún desde ningún lugar. Al contrario, cuando Husserl llama a los filósofos a ser “espectadores desinteresados”, lo hace para que se instauren en una actitud que lo único que busca es la teoría pura, pero ésta deviene es a su vez en praxis pura, pues no puede haber praxis sin teoría ni teoría sin praxis.
Es decir, lo que se descubre es precisamente a una subjetividad que es vida subjetiva, que es experiencia del mundo, una subjetividad que actúa sobre un mundo que a su vez es dado a la experiencia. Toda experiencia entonces lo es de algo y todo algo sólo lo es en relación a una determinada experiencia. Por eso, como dice Husserl “conocer mi vida es conocer el mundo”, el mundo que se da a mi propia experiencia vital. Según esto, necesariamente todo lo que hagamos y pensemos –sabiendo ahora que el pensamiento también es un hacer- constituye un determinado sentido de ser, una manera en la que lo que es se nos presenta, como constituido por ciertas determinaciones de sentido.
No podemos pensar ya más en un sujeto que capta formas eternas o leyes universales que a su vez, reflejan una cierta estructura ontológica de la realidad. Lo que nos descubre la fenomenología, al contrario, es que cada ámbito de realidad tiene una legalidad propia, así por ejemplo, un principio matemático sólo se puede dar en el modo propio de captar una certeza matemática, que es cualitativamente diferente, por ejemplo, de la captación de una determinada situación histórica, a la que no se le puede atribuir reglas como las de la matemática, sino que se presenta de otra manera, pues es otra la intención que se dirige hacia ella. Esto es a lo que Husserl denominó precisamente, el a priori de la correlación intencional. Donde lo central esta en la correlación, es decir, en el entre dos que caracteriza a toda relación. Este descubrimiento fundamental de Husserl, nos enseña pues que no podemos pensar en una única manera válida y universal de captar toda la realidad, es, si se quiere, el descubrimiento de toda la variopinta experiencia de la subjetividad.
Con esto nos alejamos pues de toda supratemporalidad o eternidad, como en la que se encuentran las leyes formales o normativas. Para Husserl, cada individuo es un ser histórico, pues lleva en sí una historia, su propia historia hecha de múltiples experiencias, hilvanada de diversas vivencias que la constituyen., por lo que al ser anímico, es decir, al sujeto, pertenece la irreversibilidad.
Sabiéndonos situados en nuestra propia relatividad, como el mismo Husserl expresa: “todas nuestras dilucidaciones no podrán ser útiles a la comprensión sino en la relatividad de la situación que les corresponde”[8] y esta es la de tratar de sacar a luz que detrás de todo el discurso ideológico del PCP-Sendero Luminoso, se oculta un profundo compromiso subjetivo con una visión objetivante e ingenua del mundo y de la ciencia.
El PCP-Sendero Luminoso es una organización que tiene el pleno convencimiento de que posee una base ideológica que es fruto de una verdad universal y científica que ha interpretado “correctamente” la realidad social mundial y también la peruana. La seguridad de su actuar proviene del convencimiento de estar siguiendo leyes de la historia descubiertas por una interpretación científica del mundo. En su Primer Congreso sancionan que: “la todopoderosa ideología científica del proletariado, todopoderosa porque es verdadera tiene tres etapas: 1) marxismo, 2) leninismo, 3) maoísmo”[9]. Más allá de la discusión acerca del estatus epistemológico de lo que consideran una “teoría verdadera” nos interesa saber qué tipo de sentidos intervienen en la constitución de este tipo de afirmaciones que movilizó a miles de voluntades.
Si bien el PCP-Sendero Luminoso sostiene ser sobre todo una organización política, lo cierto es que todo su discurso e incluso su actuar político se sostiene en una concepción ideológica. Su profundo compromiso con una actitud naturalista del mundo lo lleva a considerarlo todo –incluso a los sujetos- como cosas. Ellos tienen la firme creencia de estar actuando como lo hace un físico o un matemático, es decir, deduciendo desde ciertas premisas aceptadas de ante mano como evidentes, lo que debe suceder como consecuencia necesaria.
En este sentido, su desafío a las leyes del Estado y a la sociedad en su conjunto proviene de que lejos de considerarse ilegal o criminal, creen haber encontrado las fuentes últimas de donde toda ley positiva encuentra su legitimidad. Es decir, se consideran más obedientes a fuerzas suprahumanas por las que están dispuestos a sacrificar incluso la vida, no sólo de sus militantes, sino también la de la población, en cumplimiento de lo que consideran es la ley de la historia o de la naturaleza, que en este caso específico se fusionan.[10]
Esta característica, sin embargo, no es propia de Sendero Luminoso, ya Hanna Arendt en su profundo estudio sobre los Orígenes del Totalitarismo se percató de que “la ilegalidad totalitaria, desafiando la legitimidad y pretendiendo establecer el reinado directo de la justicia en la Tierra, ejecuta la ley de la historia o de la naturaleza sin traducirla en normas de lo justo o injusto para el comportamiento individual. Aplica directamente la ley a la humanidad sin preocuparse del comportamiento de los hombres. Se espera que la ley de la naturaleza o la ley de la historia, si son adecuadamente ejecutadas, produzcan a la Humanidad como su producto final”[11]. Se trata pues de la aplicación ciega de una ley, se la aplica porque es verdadera.
Lo que hay detrás es la concepción de que se ha logrado, producto de un largo debate “científico” una interpretación “objetiva” del mundo. Es la completa asunción de los ideales positivistas del siglo XIX. El marxismo de Sendero Luminoso cree que éste ha hecho con la historia lo que Galileo hizo con el estudio de la naturaleza. Entonces lo que tenemos es una completa substrucción de la realidad. Se han invertido los papeles y los sujetos de ser quienes realizan su historia devienen en los cumplidores de leyes objetivas, descubiertas por mentes iluminadas. Asistimos a una mezcla de un pretendido pensamiento científico con una estrategia política de alcanzar el poder.
Sólo así se puede explicar que los llamados a los militantes de Sendero para que realicen su “guerra popular” apelen constantemente a este tipo de motivaciones: “Dicen que esta parte del cosmos se estructuró como Tierra quince mil millones de años lleva a la Tierra para generar el comunismo, ¿cuánto dura un hombre?, mucho menos que el simple parpadeo de un sueño; no somos sino una pálida sombra, y pretendemos levantarnos contra todo ese proceso de la materia; seremos un sueño a fenecer. Burbujas ensoberbecidas ¿eso queremos ser? ¿una parte infinitesimal que quiere levantarse contra quince mil millones de años?, que soberbia, que putrición! (...) Seamos pues materialistas, comunistas, demostrémoslo, eso es necesario y nadie puede enfrentarse a la necesidad (...) no somos nada salvo ser comunistas”[12] Aquí vemos con toda claridad cómo ante la interpretación de la ineluctabilidad del desarrollo de la materia, que corresponde a una “ley científica”, los sujetos aparecen como totalmente prescindibles frente a la necesidad de ese fenómeno universal, no son nada en relación a él. Curiosamente en estas palabras podemos notar la profunda visión naturalista del PCP-SL, pues aún presentándose y auto definiéndose como un partido político que busca la liberación del pueblo de la explotación, establece como pauta suprema de su actuar una visión científica que no toma en cuenta a los sujetos, que se coloca como un mundo en sí con una verdad en sí que solamente hay que aplicar, una verdad de aplicación universal. Es en este sentido, que la misma Arendt, dice que: “las ideologías son conocidas por su carácter científico: combinan el enfoque científico con resultados de relevancia filosófica y pretenden ser filosofía científica”[13]
Frente a ellas, a los militantes sólo les queda cumplir su papel en la historia, es decir, aplicar las directivas que se les dan. A cambio, reciben un estatus superior al de la masa pues constituyen la vanguardia, tienen una conciencia “despierta”, han visto la luz que irradia la ciencia que manejan. En varios de sus documentos se dice: “Nosotros somos comunistas, Marx nos enseñaba que los revolucionarios tienen por obligación profesional organizar la miseria para derrumbar el viejo orden y nuestra obligación es hacerlo científicamente, conocedores de la ley de lucha de clases y sabedores de la meta hacia la cual marcha la clase y el pueblo”[14], para después agregar: “somos comunistas, de temple distinto, de material especial (...) tenemos entusiasmo porque nos nutrimos de la ideología de la clase (...) somos sangre poderosa y palpitante (entusiasmo es participar de la fuerza de los dioses, por eso rebozamos entusiasmo, pues participamos de las divinidades del mundo actual: la masa, la clase, el marxismo, la revolución”[15]
Su actuar político, su voluntad de cambio de la sociedad, proviene de la seguridad que brinda no actuar llevado por la casualidad, sino siguiendo un poderoso orden objetivo. No temen a la equivocación, pues tienen la seguridad que brinda el razonamiento “científico”, mutantis mutandis como la tiene un geómetra al deducir a partir de los axiomas conclusiones verdaderas. Esto revela pues un compromiso muy fuerte con el objetivismo de la ciencia moderna que devenido ya en mera técnica se ha sedimentado en nuestras de vida.
Con la matematización galileana de la naturaleza asistimos al triunfo de la objetividad formal frente a la subjetividad constituyente. Lo que se olvida es toda la vida subjetiva-relativa del sujeto y se construye un mundo cerrado en sí donde las leyes más generales tienen perfecta aplicación. Sin embargo, la vida, esa donde los sujetos se desenvuelven a diario deja de ser tema de la ciencia, es más, explícitamente se condena como error todo lo que provenga de ella. La distinción entre cualidades primarias y secundarias son testimonio de ello. Este objetivismo del que parten ha substruido por completo el mundo de vida de donde toma sentido y lo ha convertido en un receptáculo nomológicamente diseñado y completamente objetivado.
En cambio, la fenomenología nos muestra cómo el correlato objetivo de una conciencia (la experiencia) lo es en tanto ésta se dirige a él intencionalmente de modo teórico-práctico-valorativo simultáneamente, esto nos ayuda a entender que las distintas experiencias difieren según el tipo de objetividad al que se dirigen, así por ejemplo, las objetividades matemáticas y lógicas son exactas, en cambio la constitución de los fenómenos sociales no lo son. Nuestra tesis es que el PCP-SL confunde estos planos y “objetiva” como una verdad científica lo que en realidad sólo puede ser considerado una motivación moral o ética.
Esta característica no es exclusiva del PCP-SL, sino que subyace a la constitución de toda ideología totalitaria; esto nos lo muestra Arendt cuando dice al respecto: “Lo que distinguía a estos nuevos ideólogos totalitarios de sus predecesores estribaba en que ya no era primariamente la “idea” de la ideología –la lucha de clases y la explotación de los trabajadores o la lucha de razas y el cuidado de los pueblos germánicos- lo que le atraía sino el proceso lógico que podía desarrollarse a partir de ahí. Según Stalin, no era la idea ni la oratoria, sino la irresistible “fuerza lógica” de Lenin la que se imponía abrumadoramente a sus audiencias.”[16] De la misma manera los militantes del PCP-Sl interpretan, por múltiples experiencias que pueden remontarse a su entronque marxista-leninista-maoista el accionar político y práctico como obedeciendo a una serie de postulados teóricos o científicos, es decir, verdaderos.
En uno de sus primeros documentos Para entender a Mariátegui del año 1968 dicen: “No es posible comprender las cosas, no es posible comprender la sociedad, el mundo, si es que no se parte de una concepción ideológica del proletariado (…) de un método para trabajar, un método de análisis, un método insustituible para comprender cualquier cosa (…) En el Perú no hay nada curioso, porque la sociedad no es curiosa, la sociedad responde a leyes; pero quien no sigue el marxismo no las puede descubrir”. Vemos pues que su accionar se sustenta en una rígida interpretación científica del mundo profundamente ortodoxa y dogmática (“un método insustituible para comprender cualquier cosa”) y sus acciones devienen así en necesarias, pues no sólo son parte de una estrategia de “lucha” política, sino que también son pasos necesarios refrendados por alguna “ley científica” que les garantizaría el triunfo. Tal modo de proceder sólo puede entenderse desde una actitud naturalista que lo ve todo: el mundo, los otros, la naturaleza, etc., como meros objetos regulados por “leyes objetivas” que sólo tienen que ser conocidas. Así, como señala Arendt: “(…) en su reivindicación de una explicación total, las ideologías tienen tendencia a explicar no sólo lo que es, sino lo que ha llegado a ser, lo que nace y perece (…) La reivindicación de la explicación total promete explicar todo el acontecer histórico, la explicación total del pasado, el conocimiento total del presente y la fiable predicción del futuro. (…) Por eso el pensamiento ideológico se torna emancipado de la realidad que percibimos con nuestros cinco sentidos e insiste en una realidad “más verdadera”, oculta tras todas las cosas perceptibles, dominándolas desde este escondrijo y requiriendo un sexto sentido que nos permite ser conscientes de ella”[17]. En esta inversión no es la voluntad la que “convence” al intelecto, sino que las acciones encuentran una plena justificación en una teoría que las orienta.
Es por medio de esta concepción que en los diferentes planos de su discurso se puede apreciar una profunda objetivación de los otros, lo que les permite vehicular su accionar, pues al ver a los demás como simples objetos, entonces son no sólo manipulables, sino también, prescindibles: “Tratar como meras cosas a los hombres y a los animales –dice Husserl- tiene ciertamente un sentido diferente: un sentido jurídico y moral, y por otro lado un sentido científico. Pero ambos tienen algo en común. Moral prácticamente trato a un hombre como mera cosa cuando no lo tomo como persona moral, como miembro en el conglomerado moral de personas en el que constituye un mundo moral. Igualmente, no tato a un hombre como sujeto de derecho cuando no lo tomo como miembro de la comunidad de derecho a la que pertenecemos ambos, sino como mera cosa, tan sin derecho como una mera cosa. De modo enteramente análogo, trato a un hombre teóricamente como cosa cuando no lo incluyo en el conglomerado de personas con referencia al cual somos nosotros sujetos de un mundo circundante común, sino que lo trato como mero anexo de los objetos de la naturaleza en cuanto puras cosas y, por tanto, como algo cósico él mismo”.[18] Estas palabras de Husserl son muy ilustrativas pues nos permiten diferenciar entre una actitud que considera a las personas como tales y a otra que las considera como simples objetos de uso. Para los miembros del PCP-SL los otros – incluso sus propios militantes de mandos medios – aparecen como meras cosas completamente prescindibles en aras del seguimiento de una “ley científica” que se presenta como expresión de un “saber superior” que representa un mundo en sí completamente desvinculado de la experiencia mundano-vital de los sujetos. Realidad que además están empeñados en “transformar” conforme a parámetros que muchas veces no le pertenecen.
Esta desvinculación de los sujetos hace posible que se piense en la ideología senderista como depositaria de una verdad independiente, “objetiva”, pese a que tal cosa no puede sustentarse seriamente. Pero esta desvinculación no sólo podría estar operando en el nivel objetivo, sino que también a nivel de las relaciones mutuas que establecen los sujetos. Son ellos mismos los que se sienten solos, sin un sentido que los motiven, y que encuentran en este tipo de discursos una justificación para su acción. En esta misma línea, y para terminar quiero citar las palabras de Hanna Arendt –que resultan tan actuales y estremecedoras, sobre todo en nuestro contexto- respecto a la amenaza del totalitarismo:
“Lo que prepara a los hombres para la dominación totalitaria en el mundo no totalitario es el hecho de que la soledad, antaño una experiencia liminal habitualmente sufrida en ciertas condiciones sociales marginales como la vejez, se ha convertido en una experiencia cotidiana de crecientes masas de nuestro siglo. El proceso implacable por el que el totalitarismo impulsa y organiza a las masas parece como un escape suicida a esta realidad. El “frío razonamiento” y el “poderoso tentáculo” de la dialéctica que se apoderan de uno como una garra parecen como el último asidero de un mundo donde nadie es fiable y en donde no puede confiarse en nada. Es esta íntima coacción, cuyo único contenido estriba en la estricta evitación de contradicciones, la que parece confirmar la identidad de un hombre al margen de todas las relaciones con los demás”[19]

[1] Cfr. Ricoeur Paul, “Ciencia e ideología” en: Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica II, México DF: FCE, 2004, pp. 279-305.
[2] Ibid., p. 283.
[3] Loc. Cit.
[4] Ibid., p. 284.
[5] Ibid., p. 285
[6] Ibid., p. 294
[7] Husserl Edmund, La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental, Barcelona: Editorial Crítica, 1991, p. 61. Traducción de Jacobo Muñoz y Salvador Mass.
[8] Ibid., p. 62.
[9] Arce Borja Luis (Editor) Guerra popular en el Perú. El pensamiento Gonzalo, Lima: 1989, p. 395.
[10] De esta manera se explica el constante llamamiento de Abimael Guzmán a sus militantes para que “lleven la vida en la punta de los dedos”. También la sustentación “teórica” de la cuota y la previsión de los “ríos de sangre” por los que se tendrá que atravesar antes de llegar al fin de su guerra.
[11] Arendt Hanna, Los orígenes del totalitarismo. Totalitarismo, Madrid: Alianza editorial, 1987, p. 685.
[12] Arce Borja, Ob. Cit. P. 144.
[13] Arendt, Oc. Cit., p. 693.
[14] Arce Borja, Ob. Cit., p. 151.
[15] Ibid., p. 156-157.
[16] Arendt Hanna, Los orígenes del totalitarismo. Tomo 3 Totalitarismo, Madrid: Alianza Editorial, 1987, p. 698.
[17] Ibid., p. 696.
[18] Ideas, II, p. 236 & 51. Esta sería la forma cósica en que tanto el Estado como Sendero habrían tratado y considerado al pueblo que decían “defender” y “representar” respectivamente. El trato in-humano recibido por parte de estos actos relejaría precisamente el que sean considerados por todos como cosas y por tanto absolutamente prescindibles, más aún si consideramos que no tenemos un mundo circundante compartido.
[19] Arendt, Ob. Cit., p. 705.