Heinz Monz: Los años de educación de secundaria de Karl Marx

Bernardo Regal Alberti.*
Enero 2009.
Lima.

1. Heinz Monz, el investigador de la niñez y adolescencia de Karl Marx.

En las biografías a las que recurre normalmente un estudioso de Marx, -incluídas las de buenos conocedores del marxismo- no se dice gran cosa de los cinco años de su educación secundaria (1830-1835) en su ciudad natal Trier (Tréveris), Alemania.

Un par de amigos filósofos a quienes en una oportunidad consulté sobre este aparente vacío en las biografías de Marx, pensaban que indagar en los primeros años del Marx joven y pre-revolucionario era un forzado intento de reinterpretar su personalidad y sus ideas, dándoles algo así como un baño liberaloide más a gusto de los públicos antimarxistas.

Lo que en realidad hasta nuestros días ocurre (si uno, por ejemplo, navega por internet) es que los sucesos del Marx colegial y adolescente no suelen relatarse porque sencillamente no se conocen.


Por eso el principal aporte en 1974 de mi tesis para el doctorado en filosofía[i] fue dar a conocer los estudios e investigaciones sobre la historia de Trier y particularmente sobre los años que vivió allí Karl Marx, realizados por el Profesor Dr. HEINZ MONZ [ii], paisano de Marx y figura central de la cultura académica y científica de Trier. Si pensamos en lo inédito y original de una verdadera investigación académica, ese fue en realidad mi único aporte.

Glosando a L.Althusser (La revolución teórica de Marx) que reconoce la trascendencia de Auguste Cornu (Karl Marx et Friedrich Engels, leur vie et leur oeuvre) para acceder con fundamentos sólidos a la vida intelectual universitaria de Marx, tengo que decir que con Heinz Monz ocurre lo mismo para conocer al Marx muchacho, adolescente y preuniversitario.

Althusser admira pero de alguna manera lamenta que el trabajo de A. Cornu se haya realizado con la modestia y el silencio de los grandes investigadores. Digamos lo mismo del Dr. Monz[iii]: su obra, basada en una verificación rigurosa de los hechos con documentos y archivos de primera mano, aparte de considerar toda la bibliografía existente, no parece haber llegado suficientemente a los medios intelectuales.

En las siguientes líneas –ecos de mi tesis y un nuevo y justo homenaje al trabajo de Monz- destacaré los detalles que me parecen los más importantes en la vida estudiantil de Marx, apropiándome a mi manera de la exhaustiva investigación de Heinz Monz sobre los “fundamentos del desarrollo de la vida y obra de K.Marx”. (Karl Marx, Grundlagen der Entwicklung zu Leben und Werk, NCO-Verlag, 1973, Trier).

2. Dos episodios medulares que marcaron al colegio de Karl Marx.

Dos circunstancias muy particulares llaman la atención en la vida del Karl Marx estudiante secundario.

a) Primero, el hecho realmente desconcertante, -realmente pintoresco e increíble a primera vista-, de que una gran parte de sus condiscípulos y compañeros de promoción durante esos cinco años de secundaria se estaban preparando para ser algún día sacerdotes católicos, curas católicos. Más aún, buena parte de sus profesores eran sacerdotes.

b) Segundo, el hecho de que su colegio, el “Gimnasio Estatal Federico Guillermo” de Trier, estuvo todos esos cinco años (lo mismo que antes y después de esos años) bajo la mira de las autoridades políticas de la ciudad, como instituto acusado de acoger, fomentar y difundir ideas subversivas y revolucionarias en cuanto antiprusianas, en suma liberalmente democráticas.

3. Sus compañeros de aula, ¿futuros seminaristas, futuros clérigos romano-católicos?

Quien esté familiarizado con los escritos de Marx sabe que ese curioso dato sobre sus condiscípulos, convertidos más adelante en curas, es en realidad irrelevante para su futura labor intelectual universitaria, periodística y política. Pero tampoco dejó huella digna de tenerse en cuenta en su personalidad adolescente. Sin embargo, dado lo chocante de la noticia, vale la pena comentarlo.

Tal vez hasta los comienzos del siglo XX, y con mayor razón en el siglo XIX, en las regiones provincianas alejadas de los grandes centros culturales y educativos de una Europa todavía influenciada por lo cristiano, los colegios secundarios de las ciudades y pueblos católicos acogían, entre otros, a los muchachos de condición humilde que aspiraban a ser, como curas, algo más que sus sencillos padres campesinos, obreros, artesanos, agricultores. Y hasta cierto punto eso ocurrió en Trier como veremos luego.

No sólo en la Europa cristiana sino, por ejemplo, en el Perú, una salida habitual y tradicional para muchas familias modestas era la aspiración de que alguno de sus hijos varones llegase a vestir hábitos. Los propios obispos y arzobispos crearon “seminarios menores”, es decir, colegios de secundaria que sirviesen oficialmente de canteras para futuros seminaristas de filosofía y teología. Y, dada la obvia o supuesta seriedad de estos institutos de secundaria, más de algún profesional civil, laico, ha estudiado de seguro en un ‘seminario menor’ antes de ir a la universidad.

Lo confuso del asunto es que este no es exactamente el caso del “Gimnasio Estatal Federico Guillermo” de la pequeña y muy católica ciudad de Trier (más del 80% población católica en esos tiempos). De ninguna manera fue en esos cinco años que nos interesan propiamente un seminario menor ni ningún tipo de institución de la iglesia católica. Sin embargo, su historia de varios siglos como institución educativa dirigida por clérigos católicos se presta a confusión.

Porque, efectivamente, el colegio fue fundado en 1563 por los jesuítas y gobernada por ellos durante dos siglos. Una calle en el mismo centro de Trier los recuerda todavía, la ‘Jesuitenstrasse’.

Pero los jesuítas fueron expulsados en 1767 de todos los territorios de la corona española. El colegio de Trier fue entregado en 1773 al obispado de Trier, o sea al clero diocesano, y en los años siguientes confiado temporalmente a los Hermanos Piaristas (de la orden de San José de Calasanz). En 1779 volvió definitivamente a los diocesanos aunque por poco tiempo porque en 1800 fue estatizado y convertido en Escuela Central obviamente bajo absoluta administración civil.

Mientras ocurrían estos últimos sucesos iba creciendo en Europa el poder de Napoléon Bonaparte. En 1801 los territorios al oeste del Rin (Trier incluída) fueron anexados oficialmente a la Francia napoléonica. El colegio de Trier, que en 1804 era ya reconocido como Escuela de Secundaria, pasó a llamarse durante la ocupación francesa de Trier -1809/1810- “Collège de Trèves”.

Pocos años después, la caída del imperio napoleónico y el proceso de unificación alemán dió lugar a una nueva y larga ocupación militar de Trier, la del imperio de Prusia. El colegio de Trier fue elevado entonces, en 1815, dentro del sistema educativo alemán, a la importante categoría de 'gimnasio' como etapa de preparación formal para el ingreso automático a la universidad en virtud del Abitur, el examen de madurez intelectual al final de la secundaria. El Gimnasio Estatal de Trier fue obviamente bautizado por los invasores con el nombre del emperador de Prusia Federico Guillermo III.

Así las cosas y dadas las dos ocupaciones foráneas de la católica Trier y los quince años como colegio estatal que transcurrieron hasta la matrícula de Marx en 1830, uno se imagina un colegio sencillamente laico.

Pero la realidad no se ajusta en detalle a este esquema. El Gimnasio Estatal de Trier tenía, por supuesto, profesores civiles comunes y corrientes, pero incluía en su planta principal tanto a sacerdotes en ejercicio como a sacerdotes que habían colgado los hábitos (estos últimos con no poco rechazo de las familias católicas).

La principal figura y alma del colegio era el Dr. Johann Wittenbach, historiador y filósofo liberal, kantiano, director del colegio desde 1815 hasta 1846. Su prestigio en la ciudad era notable y su influencia en la formación racional y liberal de los estudiantes durante sus treinta años como director, era absolutamente indiscutible. Pero Wittenbach, además, había hecho de joven toda la carrera eclesiástica católica que abandonó sin llegar a ordenarse sacerdote.

Entre los sacerdotes que tuvieron directamente a Marx como alumno están Heinrich Schwendler (uno de sus profesores de francés), Nikolaus Martini (latín, francés y alemán) y Michael Schoefer (geografía, historia e historia natural). Y entre los ex-sacerdotes, Cosme Damian Wirz (también profesor de alemán). El propio director Wittenbach fue profesor de geografía e historia para la promoción de Marx.

El Gimnasio no tenía, sin embargo ningún tinte ni clima clerical. Más bien era criticado por su poco fomento de las cosas religiosas y tenía, en todo caso, una definida y radical orientación liberal, racionalista, netamente afrancesada. Específicamente Johann Steininger (profesor de Marx para matemáticas, física y química) era un reconocido y criticado promotor del materialismo y del ateísmo entre sus estudiantes.

Sin embargo, contrasta con este cuadro de 'modernidad' y de ausencia de una religiosidad que el colegio pudiese fomentar, el hecho de que de la promoción de 32 condiscípulos de Marx nada menos que 13 muchachos (el 40% de la promoción) de familias humildes seguieron al acabar el colegio la carrera eclesiástica y llegaron a ser sacerdotes romano católicos. En este sentido es ampliamente conocida la carta de Marx a Engels -17 setiembre, 1878- en que recuerda con ironía a esos condiscípulos “un poco toscos que estudiaban becados”. En el resto de la promoción había otros 12 chicos católicos y, por lo demás, solamente 7 de confesión luterana, entre ellos el propio Karl y su futuro cuñado Ferdinand von Westphalen.

La instrucción religiosa, un par de horas semanales, estaba a cargo de algún párroco. Los domingos y a veces durante la semana los chicos católicos tenían su celebración litúrgica. Para los luteranos, aunque sólo a partir de 1831, las clases de religión estaban a cargo del profesor de alemán y lenguas clásicas, Vitus Loers, experimentado pastor y alto funcionario de su iglesia.[iv]

Como dije al principio, el desconcertante contexto formado por curas, ex-curas y condiscípulos que aspiraban a ser curas, no parece haber influído de un modo considerable en el Marx adolescente. Heinz Monz discute la importancia que pueden haber tenido en la formación de Marx las tres confesiones que confluían en su niñez y adolescencia: la judía, la evangélica y la católica. Admite, con otros biógrafos de Marx, una determinada influencia en cuanto que las conoció (irreconciliables entre sí por lo demás) pero sólo como información intelectual, no piadosa ni valorativa, que se le ofrecía inevitablemente y que podría explicar tal vez más adelante su posición frente a la religión.

Heinz Monz es particularmente sobrio en su interpretación del influjo concreto que la católica Trier y los elementos católicos del Gimnasio pudieron haber tenido en el Marx adolescente y no encuentra pruebas documentales para decir algo más allá de lo que se acaba de mencionar. ¡Marx mismo, aparte de la carta a Engels citada más arriba, simplemente sepultó todos los recuerdos del complicado Gimnasio de Trier donde hizo su secundaria!

Añadamos que la época, mediados del siglo XIX, estaba todavía cargada de confrontaciones religiosas y antireligiosas que los pensadores de entonces trataban de muy diversas maneras, como solemos mencionar en nuestros actuales cursos universitarios de filosofía cuando introducimos, por ejemplo, a Mill o a Nietzsche. Marx tomará desde luego parte en este tipo de reflexión, debates y crítica política antireligiosa pero sólo cuando ingrese a la universidad de Berlín.

4. ¿Experiencias políticas en la Secundaria?

Distinta es la influencia, como experiencia política, que el muchacho Marx recibió en sus cinco años de colegial en el Gimnasio de Trier aunque no fuese propiamente un actor en ella.

Desde que en 1818 el gobierno prusiano creó la universidad de Bonn y cerró la de Trier, el Gimnasio empezó a ser el principal foco cultural e ideológico que perturbó durante décadas a los funcionarios que Bderlín destacó en Trier. El otro centro de cultivo de ideas antiprusianas era el Casino Social donde se comentaban y difundían, lo mismo que en el Gimnasio, las idas y vueltas de los movimientos políticos y laborales de Francia, Bélgica y Luxemburgo contra los regímenes que retrocedían de los logros de la revolución democrática. El propio padre de Karl, decano del colegio de abogados, era un asiduo socio, comprometido dentro de ciertos límites prudentes en los reclamos por un gobierno democrático y autónomo que se ventilaban en el Casino.

Monz revisa innumerables cartas e informes de todo tipo en los que el gobierno de Berlín y los de las autoridades regionales subalternas manifiestan su permanente descontento por la amenaza que significaban el Casino y el Gimnasio. Si bien nunca ocurrió nada semejante a un levantamiento subversivo, esto se debió básicamente al fuerte control policial que ejercía Prusia. Mencionemos alguna de las medidas represivas contra el Gimnasio, incluso años antes de que ingresara el alumno Marx.

En 1824, por ejemplo, se dispuso que los estudiantes internos (pensemos en los becados) no podían reunirse en sus habitaciones para tomar vino, cerveza o jugar cartas. Todos los alumnos debían tener un permiso firmado de sus padres para sacar libros de la biblioteca de la ciudad; y al año siguiente se les prohibió definitvamente sacar libros con o sin permiso de los padres. Naturalmente se trataba de libros prohibidos por las autoridades policiales. Ya en 1819 se había prohibido que ningún estudiante pudiese ir a la universidad de Jena. En ese año profesores y alumnos del Gimnasio habían estado de gira en la universidad de Bonn y fueron acusados de reunirse con intelectuales y poetas peligrosos.

La tensión en la ciudad era fuerte. En 1830, año en que Marx ingresa al Gimnasio, se dispuso que los viajeros que venían de Francia podían estar sólo una noche en Trier y continuar luego viaje hacia las regiones al lado derecho del Rin. El ‘lado izquierdo’ del Rin, la región de Renania, era la región afrancesada, peligrosa, revolucionaria. El toque de queda de las 10 de la noche se adelantó a las 9pm. Los propietarios de alojamientos tenían que entregar a la policía los pasaportes de los huéspedes. Los estudiantes católicos de teología que llegaban a Trier por los disturbios que ocurrían en Bélgica o Luxemburgo sencillamente no podían quedarse en la ciudad. El propio obispo de Nancy, llegado a principios de agosto de ese año, fue obligado a salir inmediatamente de Trier.

Nada impedía, sin embargo, que la ciudad se viera con frecuencia inundada de volantes y panfletos clandestinos antiprusianos. La policía ingresó más de una vez al Gimnasio para operativos de registro. En 1832 se encontró en la casa de un exalumno que acababa de dar su examen de Abitur diverso material de propaganda clandestina y un profesor del Gimnasio fue acusado de ser el autor. Y dado que los estudiantes del Gimnasio se reunían no sólo en las cantinas sino también por las calles para criticar al gobierno, las autoridades prohibieron en 1834, para evitar más contaminación, que los alumnos considerados sospechosos visitasen en sus viajes ningún centro universitario. El director Wittenbach manejó siempre con prudencia y altura todas las quejas y acusaciones que el gobierno prusiano hacía constantemente contra profesores y alumnos.

El cuerpo docente del Gimnasio vivía su propia tensión interna. Wittenbach era el corazón de los sentimientos antiprusianos, pero siempre dentro de la cordura, la astucia y el equilibrio. Era el pararayos frente a los funcionarios impuestos por Prusia en la ciudad, que por lo demás tenía un gobierno local propio aunque supervisado y vigilado sin descanso por los prusianos. El plantel de profesores estaba sólidamente unido a su director y, en virtud de las libertades que Wittenbach permitía, traspasaban una y otra vez los límites que querían fijar los prusianos. Debió haber más de un profesor pro-prusiano pero Monz no ha encontrado documentos para probarlo. Hubo, sin embargo, una importante excepción: el Dr. Vitus Loers, abiertamente proprusiano, mal visto por los estudiantes y nombrado finalmente en 1835 Subdirector como evidente contrapeso de Wittenbach.

Entre los profesores del Gimnasio, Thomas Simon se proclamaba abiertamente defensor de los pobres y los informes policiales hablaban de su corrupta ‘orientación’. Era el más radical del cuerpo docente. Otros profesores considerados sospechosos eran Johann Gerhard Schneemann (profesor de Marx) comprometido en una famosa sesión del Casino donde hasta se cantó la Marsellesa; Heinrich Schwendler, sacerdote, (profesor de Marx) sindicado por su participación también en círculos revolucionarios y considerado especialmente peligroso por la pasión con que comunicaba sus ideas en clase. Johann Steininger (profesor de Marx), materialista y ateo pese a haber estado varios años en un seminario sacerdotal antes de estudiar física, matemáticas y geología en París, conocido por su fanatismo por la ciencia francesa.

Durante 1831 se dieron pequeños enfrentamientos entre la población y las fuerzas policiales y se tuvo que recurrir a un refuerzo con patrullas de soldados. Las clases altas de Trier (abogados, comerciantes, médicos, notarios) demostraban abiertamente su simpatía por Francia y la tensión política motivó a que algunas familias salieran de la ciudad por temor de una posible guerra. El alcalde Wilhelm Haw, que ejerció el cargo desde 1818 hasta 1840, de igual prestigio y de pensamiento similar al de Wittenbach y los profesores sospechosos del Gimnasio, era considerado como “de la clase de hombres más peligrosos de la orilla izquierda del Rin”. Se le acusaba de conectarse con los emisarios que traían propaganda francesa. En sus informes denunciaba el maltrato a la población por parte de la policía. El gobierno fue boicoteando su poder, como en 1830 en se le quitó cualquier tipo de autoridad sobre la policía.

Para redondear el panorama hay que decir que junto con los sentimientos antiprusianos se mantenía viva en los círculos intelectuales la figura mítica y los escritos del renano Ludwig Gall, muy conocido por los historiadores del socialismo alemán y de los llamados movimientos utópicos. El tema de la pobreza rural era por supuesto uno de los temas que se incluían en los reclamos de la población de Trier. Pero al menos en los cinco años de colegio de Marx no ocurrió nada que hiciese tambalear al gobierno foráneo.

A grandes rasgos esta fue la atmósfera que se vivía en la ciudad durante los años de colegio de Marx. ¿Hasta qué punto influyó en él?

Tan comedido como cuando se trata de posibles influencias religiosas, Heinz Monz simplemente dice que las luchas políticas que se dieron en Trier durante su niñez y juventud evidentemente no pudieron ocurrir sin dejar huellas en él. Repite así, aunque con menos radicalidad, lo que Auguste Cornu ya había escrito unos veinte años antes: “…la agitación política, en la que participaron su padre y algunos de sus maestros y condiscípulos no pudo dejar de ejercer una profunda influencia sobre el joven Marx desde sus primeros años en el Liceo; y aunque no se puede probar su participación efectiva en dicha agitación, no se puede dudar de que contribuyó notablemente en su primera orientación política”.

Al respecto Monz considera que determinadas citas en los posteriores escritos de Marx pueden explicarse, efectivamente, en función de las tensiones políticas en Trier, aunque sin duda se explican mejor por las experiencias políticas de Marx fuera de Trier. Lo que sí está claro, dice Monz, es que bajo ningún concepto se le podría tachar como ‘reaccionario’ frente a lo que ocurría en su ciudad mientras estudiaba en el Gimnasio.

En 1995 estuve recorriendo como turista las calles de Trier, no por motivos académicos sino por imaginarme en esas calles a Karl tal vez de la mano con Jenny von Westphalen, “la muchacha más linda de Trier” como dice él mismo en 1863 (a los 45 años de edad y 20 de casados) en una carta que le envía a Jenny durante una visita a Trier: “La gente me pregunta una y otra vez, por activa y por pasiva, por aquella que era la chica más linda de Trier y la reina del baile; resulta endiabladamente agradable para un hombre que su mujer viva todavía en la fantasía de una ciudad como la princesa encantada”.

Pero, como suele decirse, esa ya es otra historia.

* Este artículo es publicado con autorización del autor

Notas
[i] “Análisis del texto de la composición escolar REFLEXIÓN DE UN JOVEN AL ELEGIR UNA PROFESIÓN (Karl Marx, 1835) y de las circunstancias políticas que reinaban en el Gimnasio Estatal de Tréveris cuando fue redactada”, PUCP, Lima, 1974.
[ii] En bibliotecas especializadas y, por supuesto, en internet se pueden apreciar los innumerables trabajos del Dr.Monz en torno a la historia de Trier, su cultura y sus personajes más notables. Para mi tesis doctoral seleccioné datos, que eran para mí relevantes, de su extraordinaria investigación documental “KARL MARX, GRUNDLAGEN DER ENTWICKLUNG ZU LEBEN UND WERK”, Trier, NCO -VERLAG, 1973.
[iii] En algún momento de nuestro intercambio epistolar me sugirió Monz que hablase con alguna buena editorial española para efectos de traducir y publicar su monumental trabajo referido en la nota anterior. No me sentí con fuerzas en ese momento como para asumir tan grande responsabilidad.
[iv] En mi librito “KARL MARX 1835” (Lima, edit. Imágenes y Letras, 1974) he traducido dos de los exámenes finales de Marx al término de su secundaria. La composición literaria objeto de mi tesis y el examen escrito de religión sobre el tema “La unión de los creyentes con Cristo según Jn.15,1-14, fundamento y esencia, absoluta necesidad y efectos que produce”, composición esta última que se vió obligado a hacer por exigencias del examen de Abitur.