Pensamiento y compromiso social (1)

Horacio Cerutti Guldberg[2]


1. Exigencia de relectura crítica
"Juan XXIII iba por ese camino: 'Fórmese su conciencia y proceda'. Es decir, no se esté preocupando tanto por lo que piensan los demás [...] Eso he sido: hombre libre, no en pleito, no queriendo el pleito con los demás, por decir yo soy más, sino por talante, por buscar más bien actuar conforme a la conciencia"
[3].

Con estas palabras del Obispo de Cuernavaca debo comenzar esta intervención de modesto homenaje, en la medida en que, por una parte, Raúl Vidales (1943-1995) sentía un cariño y una admiración muy especiales por Don Sergio y, por la otra, era un hombre de pensamiento libre. Justamente esa actitud autónoma de Raúl para pensar y enunciar su pensamiento sin tapujos producía sorpresa en los interlocutores, quienes no pocas veces malinterpretaban su audacia intelectual como si fuera provocación y hasta intempestivas agresiones. Es más, a muchos les aparecía como un improvisador sin fundamentos académicos. Aquellos que encaren la satisfactoria tarea de releer o leer por primera vez la obra de Raúl quedarán fascinados, a no dudarlo, por la solidez de conocimientos interdisciplinarios que revelan sus textos. Al día en sociología, teología, filosofía, historia y antropología e, incluso, con desarrollos valiosos en psicología social, economía y politología. El "pero" -únicamente pertinente para academicistas irredentos- radica en que no expone de modo magistral o definitivo, sino a la búsqueda, indagando. Nada más lejos de sus textos que la soberbia dogmática, el sermón moralista o la catequesis didáctica
[4].
Más fascinante les resultará a esos lectores encontrarse en textos de hace diez o quince años con reflexiones francamente actuales y vigentes, a veces mucho más que lo recién escrito y publicado. En el mejor sentido, supo Raúl entrarle al corazón de la problemática que nos afecta, en momentos en que muy pocos captaban con lucidez y menos se atrevían a decir lo que nos ocurría y ocurre. Su pensar dialéctico, procesual, abierto y autocrítico, sumado a una sensibilidad muy especial hacia el sufrimiento ajeno y acompañada de la alegría interna de quien confía, le permitió dejarnos un aporte intelectual invalorable para el pensamiento y la acción a que se sintió vocado y en la que nos convoca todavía con gran fuerza.

Mal lo recordaríamos entonces si -con buenas voluntades muy acríticas- procediéramos como él nunca lo hizo: regodeándonos en una trivialización epigonal, en un saumerio mistificador o leyéndolo con unción beata. No fue un santo, ni quiso serlo, si por tal entendemos una pureza inhumana y ahistórica. Aunque para mí tengo que lo fue en alguna medida, en la misma en que entregó su vida a los ideales de una tradición que debe dar cabida a todos.

Don Sergio hubiera estado de acuerdo en calificarlo como hombre de fronteras, yo agregaría transgresor de muchas fronteras disciplinarias, lingüísticas, raciales, culturales, jurídicas, nacionales, religiosas y generacionales. Sin embargo, el corazón que estructura, organiza, unifica y da sentido a su obra -si atendemos a lo que los mismos textos nos señalan- está constituído alrededor de una preocupación casi obsesiva: cómo conceptualizar, imaginar y llevar a la práctica un proyecto político alternativo en pro del bienestar de las mayorías. La reflexión para la acción política -no en el más noble sino en el más popular de los sentidos de la palabra- sureaba -porque nuestro norte es el sur...y de otro modo estaríamos desorientados- sus afanes y se desvivió revolviéndose en y contra ese núcleo epistémico y práxico.

Con este mismo espíritu autocrítico en que siempre con él me sentí hermanado, intentaré espigar algunos tópicos particularmente fecundos de su reflexión para, retomándolos, incitar y estimular a nuestro propio esfuerzo teórico. Con otra palabras, procuraré mostrar algo de lo mucho que aprendí de Raúl, para compartirlo y con ánimo de que sirva a la tarea común de construir las
alternativas que la hora presente nos demanda.

2. Proyecto nacional de liberación
Justamente porque el proyecto de organización de nuestros estados nacionales no está terminado, no ha culminado, nunca vió Raúl mayores dificultades en propugnar una liberación nacional y el respeto a las diversidades étnicas y sociales que esconde la mistificación unificadora de nuestras élites gobernantes
[5]. Desde el siglo XIX el proyecto de las burguesías (conservadoras-liberales) trató de centralizar, homogeneizar y unificar de modo casi forzado las diversidades de nuestros pueblos. A tal punto no lo lograron, que hoy se levantan incólumnes los sobrevivientes de esos esfuerzos que en algunas zonas incluyeron etnocidicios mejor calificables de otrocidios. Indígenas y mujeres, negros y campesinos, niños y viejos, obreros y empleados, estudiantes y la misma naturaleza, todo hubo de someterse a una lógica de poder hegemonizante, excluyente de beneficios, autoritaria, machista y depredadora.

Explícitamente se colocaba Raúl en la tradición de José Carlos Mariátegui a quien cita literalmente
“Pero el nacionalismo de los pueblos coloniales, sí, coloniales económicamente, aunque se vanaglorian de su autonomía política, tiene un origen y un impulso totalmente diverso. En estos pueblos, el nacionalismo es revolucionario y, por ende, concluye con el socialismo. En estos pueblos, la idea de nación no ha cumplido aún su trayectoria ni ha agotado su misión histórica”
[6].

Que la nación estaba todavía en proceso y que su idea tenía mucho que brindar de sí, lo creía Raúl sin dudas. Por eso, apelaba a los "tiempos profundos" y hablaba sin paradoja de la "vieja, muy vieja novedad de los indios". Me atrevería a decir que trataba de recuperar la nación, el estado nacional para sus legítimos integrantes.
Con toda nitidez enuncia su posición

“Las burguesías como fenómeno sociológicamente relevante, en ingún caso han precedido a la nación-estado mexicana, peruana, boliviana. Pero ahora el Estado se identifica como la nación y con esto queda fetichizado. El Estado esconde y oculta a la nación real y a la posible y en consecuencia, tiene que mistificar la historia y el espacio de los pueblos de los que se dice administrador y a los que pretende imponer los modelos de vida de las metrópolis”
[7].

Su defensa de las etnias no es ingenua, nostálgica o idealista. Es histórica y política. Lo que está en juego es el poder, el modo de concebirlo y ejercerlo. De la misma manera que lo advirtiera su críticamente admirado Tata Vasco de Quiroga en la búsqueda de la "perfecta policía". Decía Raúl,

“Vasco de Quiroga concede gran importancia a la forma en que se presenta el poder entre los indígenas...”
[8].

Y ese parece ser, hasta hoy, el problema decisivo. )Cómo entender y conceptualizar el poder?. )Cómo organizarse para ejercer un poder alternativo o contrapoder que nos permita ser en plenitud a todas y todos?. )Cómo poder-hacer más que dominar o sojuzgar?. )Cómo hacer entre todos y para bien de todos lo que a todos conviene?. Raúl sabía que ese "todos" escondía muchas trampas. Todos no somos todos o algunos son más todos que otros. Y ahí está el problema. Si la parte de ese todo, que se arroga la representación de todos, trabaja sólo para sí misma y, las más de las veces, ni siquiera para sí misma, sino para unos poquitísimos privilegiados que viven en otro mundo muy distante de los olores cotidianos, entonces no hay -sencillamente- democracia. Tampoco hay propiamente hablando estado nacional, salvo que regalemos irresponsablemente la noción e idea misma de estado nacional a ese pequeñísimo sector que se beneficia con su expropiación. Raúl extrema el argumento hasta llegar a identificar lo nacional con las etnias. Creo que captaba muy bien que sólo reconociéndose como integrados por múltiples nacionalidades podrán consolidarse nuestros países
[9].

3. Contra la manipulación espúrea del mestizaje
Denuncia valientemente cierta retórica oficialista del mestizaje cultural, la cual no ha logrado ni puede ocultar las diversidades étnicas por más que lo pretenda. Tenazmente procura esclarecer su propio pensamiento para decirnos que los esfuerzos de integración, educación, asimilación, pérdida de identidad y culto al indio muerto no son más que expresiones de una ideología etnocéntrica y racista que invisibiliza al indio vivo y discrimina sus diferencias. Por eso se dirigió a los mitos, como corazón del universo simbólico indígena en los cuales radicaría la potencia indispensable para resistir y acumular fuerzas en pro de cambios cualitativos ineludibles. Aunque no me consta si pudo avanzar en ese campo como quería. Personalmente tengo mis reservas en propiciar sin más una vuelta a los mitos y no creo que haya sido esa la intención de Raúl. Pero, encontró en ellos una relación de respeto a la naturaleza, a la madre tierra, que consideró fuente apreciable de resistencia y creatividad
[10].
Así, se convirtió, junto con otros destacados antropólogos, en vigoroso gestor de la causa indígena y en respetuoso admirador de sus valores culturales. Apasionado de nuestra identidad diversa, plural y multiforme, nunca dejó de denunciar la ideología de una identificación homogénea y ahistórica que se oculta malamente detrás de los nacionalismos de las identidades culturales balcanizadas.

Experimentador y amante como pocos de la multidiversidad latinoamericana, supo distinguir y articular niveles en su concepción y en su pasión desde lo local a lo nacional, de lo regional a lo subcontinental, para impulsar una unidad respetuosa de las diferencias. Una unidad nuestroamericana más rica, en la medida en que nuestras manifestaciones diversas tienen acogida y cobijo bajo su paraguas o sombrilla benevolente.

Por eso se refirió al pueblo con matizados tonos y habría asumido, seguramente, la oportuna advertencia de Hugo Assmann en el mismo encuentro de Costa Rica que ya he multicitado, cuando subrayaba

“Así, en nombre de la "organicidad" de la teoría, se pasa a minimizar la tarea nada fácil de reflexionar sobre las infinitas trampas que los dominadores tienden a los dominados. Hay momentos en los cuales hay que recordar, con mucha humildad por cierto, que la mitificación del "sujeto-pueblo", como supuesto generador potencial de la teoría revolucionaria que necesita, es uno de los más graves atentados contra los verdaderos intereses del pueblo”
[11].

No creo, sinceramente, que Raúl pensara en la existencia de una "especie de armonía entre teoría y pueblo" o entre teoría y etnias o pueblos indios. Procuró siempre historizar su reflexión, en el sentido de no evadirse de la historia y del proceso social y cultural. "...hay otros mundos, pero todos están en éste"
[12].

4. Opción sin garantías
Estaba cierto de que no se pensaba en el vacío o desde el vacío, sino histórica, cultural, genérica y políticamente situados.

En el empeño por "estructurar y organizar una lógica afirmadora de la vida", "la afirmación de la vida real de todos los hombres", tuvo clara la toma de posición de que esto implica. Impulsando a otros compañeros y en actitud de "humildad epistemológica" le importó

“señalar que las reflexiones se hacen al interior de la realidad histórica existente, desde la perspectiva de una praxis de liberación, en definitiva, desde los pobres que luchan por la vida y la justicia”
[13].

Hasta aquí no hay gran novedad, porque durante años la teología de la liberación visualizó la opción por los pobres como un asunto más vivencial que teórico
[14]. Pero, un asunto vivencial con consecuencias teóricas. Julio Lois define

“La opción por los pobres consiste en la decisión voluntaria que conduce a encarnarse en el mundo de los pobres para asumir con realismo histórico su causa de liberación integral”
[15].

Más adelante añadirá que es colectiva, etc. Generalmente, se han obviado los problemas y dificultades que presenta una tal opción. Como muestra veamos las afirmaciones que reproduzco a continuación

“Sólo los explotados y los que se ponen en su lugar social pueden ver la perversidad del sistema. Fuera de ese "lugar social" no es posible darse cuenta: la maldad del sistema -que es malo pero muy inteligente- está muy bien disimulada. Sólo en el lugar de los pobres se logra la perspectiva que deja ver su maldad, su injusticia, su negación radical de la voluntad de Dios”
[16].

Pero, resulta que en el mismo "Apéndice pedagógico" del libro de referencia en el cual se ha afirmado con Nolan que el "tema" no es teórico y a propósito de las reflexiones de Lois, se añade

“Este primer estudio trata de plantear una visión de conjunto de las teoría de la opción por los pobres, con ideas "claras y distintas"
[17].”

¿En qué quedamos? ¿El asunto es teórico o no? A mi juicio, de hecho se lo trata y se lo debe esclarecer teóricamente. Además, se sugiere debatir sobre "algunos de los siguientes puntos frecuentemente polémicos", de los cuales reproduzco sólo uno

“Hacer la opción por los pobres es un privilegio de los no pobres, porque los pobres no pueden plantearse tal opción”
[18].

Ahora, si sólo desde un determinado lugar se puede apreciar la maldad intrínseca del sistema )cómo cambiar de lugar?. Si no se nace en ese lugar )cuál sería el estímulo, la bujía o detonante que llevaría a cambiar de lugar?. Más todavía, si se cambia de lugar )cómo no asumir el destino de los que estaban ya en ese lugar?. En fin, las interrogantes se podrían suceder largamente. Valga lo dicho para mostrar las dificultades de conceptualización a que conduce plantear las cosas de esa manera. No creo que sea falta de capacidad de los excelentes teólogos que han tocado el punto. Son dificultades que surgen de la forma misma de la argumentación. Para colmo, en mi opinión, durante mucho tiempo la teología de la liberación esgrimió la opción por los pobres como una especie de garantía de ortodoxia y ortopraxis. Buena parte de la reflexión teológica se orientaba a propiciar esta opción, la cual una vez realizada parecía no requerir a continuación de mayores esfuerzos. Se entraba, como por arte de magia, en la vía regia del servicio a los pobres de este mundo. No estaba lejos esta propuesta de la acriticidad insostenible de una ciencia proletaria que años antes había sido postulada por expresiones de los marxismos vulgares y manualescos.

En este punto es donde creo que el aporte de Raúl es decisivo. En ningún momento hablará de una opción como garantía de nada. Entre paréntesis, no recuerdo haberlo oído hablar nunca en nombre de Dios. La opción produce incertidumbre, no es mérito optar y mucho menos se trata de permanecer en el lugar de los dominados. Conviene que lo diga Raúl con sus mismas palabras y que aquilatemos la importantcia decisiva de los matices que introduce a este respecto.

Reivindica la utopía "como futuro trascendente que surge desde la praxis política de los oprimidos" en contra del "fantasma de una sociedad sin utopías" y aclara expresamente
“Como anticipación imaginaria esto significa la negación radical y total de "el lugar" que ocupan los oprimidos en los procesos de reproducción en la realidad de explotación”
[19].

Y termina de redondear la idea
“No hay línea política sin opción y en alguna de sus partes ésta impone un salto hacia lo desconocido, ¡hacia la esperanza!”
[20].

Más adelante en el mismo volumen reitera la idea con un añadido importante

“No hay línea política sin opción y en alguna de sus partes ésta impone un salto hacia lo desconocido, hacia la esperanza, que sólo el curso de la acción demostrará si eran insensatez o acertada intuición del futuro”
[21].

Esta opción, que en verdad es un conjunto de opciones o decisiones existenciales renovadas en diversas coyunturas, no garantiza nada. Posibilita, sitúa, brinda perspectiva, abre horizontes pero exige una permanente alerta racional y autocrítica para seguir avanzando. No hay garantías históricas de éxito, aunque puede haber -para los que tienen fe- una promesa escatológica
[22]. Sin embargo, confundir los planos en el análisis y en el lenguaje tiene consecuencias nefastas. Llega a propiciar, incluso, una parálisis de la reflexión teórica en teología y en diversos campos. La mera reiteración de un gesto o de una palabra sacralizada no modifica la realidad y de eso estamos hablando. Por esa transformación pugnó y luchó nuestro homenajeado.

5. Afán de utopía por afán de realidad
Aunque no era el tema a desarrollar de momento, Raúl se inscribió en
“esta grande y sorprendente autocrítica tradición del temor que el utópico sintió ante el utopismo...”
[23].

Se advierte a lo largo de sus reflexiones una actitud ambivalente, no por ingenua, sino por alertamente crítica ante la utopía. Y en esa perspectiva se suceden sus observaciones sugerentes y llenas de agudeza. Habla así de la "doble metáfora" que articula las utopías:
“Las utopías se escriben a la vez desde la esperanza y la desesperación. Son modelos de estabilidad concebidas con ánimos de contradecir”
[24].
Vuelve sobre la metáfora del espejo:
“La utopía es como un espejo: y un espejo, aún cuando distorsiona de una manera muy creadora, sólo puede reflejar las formas y las sombras que existen
[25],
Para subrayar la que le aparece como enigmática naturaleza de lo utópico:
“El sueño utópico del futuro, con sus fuentes en la fantasía y en la alienación, implica la pesadilla del presente. Y sin embargo, como hemos visto, el futuro concebible y deseable nunca se ve libre de este escape de pesadilla. Aceptamos el enigma”
[26].

No se podrá encontrar en sus reflexiones apelación a la utopía por falta de realismo, por un idealismo ingenuo. Hay utopismo por hambre de realidad; de una realidad otra, alternativa. Más justa y solidaria. Y lucha por ella sabedor de que no será nunca perfecta.

Su pensamiento se hace explícito en el siguiente texto, cuya extensión está en relación directa con su diafanidad:
“Estamos claros que el problema de un proyecto histórico es el que funda una acción, está dado por el conocimiento de lo real, por el dominio de la historia como contradicción y también como "sentido", frontera de lo posible que es uno de los componentes básicos de la política: su dimensión científica y su dimensión utópica. Porque justamente la teoría científica es subversión de la realidad, desestructuración de las evidencias y de las representaciones del sentido común, hipótesis siempre renovada, problemática guía de interpretación.
De otra parte no puede pensarse una teoría revolucionaria eficaz sino ligada a un proyecto político; y la política tiene otras dimensiones que la estrictamente científica; ella es también un universo mágico preñado de sueños, representaciones y creencias, de pulsiones no "racionales" que son también del dominio de la historia; es por ello que no puede [ha]ber ni teoría acabada ni sentido omnicomprensivo de la historia”
[27].

6. Sugerencia de tareas pendientes
a) Una lectura completa de la obra de Raúl espera a los investigadores. Estaremos así en mejores condiciones de aquilatar su invalorable aporte.
b) Los sueños están sembrados, los surcos abiertos. De nosotros dependerá que Raúl, como tantos otros compañeros de anhelos transmitidos de generación en generación, no haya arado en el mar...
c) La compleja relación mitos-utopías tiene que ser examinada con detalle, sin olvidar que para Raúl se trata de formas del lenguaje, de lenguaje simbólico, de aprehender la "fidelidad a la tierra" y de ponderar la "cuota de poder" que representan, que late en sus pulsiones.

En esa visión amplia y en la pasión grandiosa que tuvo sobre la vida, quizá le hubiera gustado que pusiera provisorio punto final a estas reflexiones con unos versos del poeta nicaragüense de Solentiname
“La creación la hiciste demasiado bella
y nos enamoramos, mas no de vos.
Y en el erotismo, Señor, se te fue la mano”
[28].

Bibliografía:
1980 Anselmo Carretero y Jiménez, Los pueblos de España (Inroducción al estudio de la nación española). México, ENEP-Acatlán/UNAM, 383 págs.-
1982 Gabriela Videla, Sergio Méndez Arceo. Un señor obispo. Cuernavaca, Correo del Sur, 191 págs.-
1983 Raúl Vidales y Luis Rivera Pagán (editores), La esperanza en el presente de América Latina. San José, DEI, 479 págs.-
[s.f.] Raúl Vidales, La utopía de Vasco de Quiroga. (Cuadernos de Teología y Cultura, 3). Morelia, CEMIF, Vol. I, 31 págs.-
[s.f.] Raúl Vidales, La utopía de Vasco de Quiroga. (Cuadernos de Teología y Cultura, 5). Morelia, CEMIF, Vol. II, 31 págs.-
[s.f.] Raúl Vidales, La utopía de Vasco de Quiroga. (Cuadernos de Teología y Cultura, 7). Morelia, CEMIF, Vol. III, 31 págs.-
1988 Utopía y liberación; El amanecer del indio. San José, DEI, 200 págs.-
1989 Joâo Batista Libânio, Teología de la liberación. Guía didáctica para su estudio. (Presencia Teológica, 55). Trad. Alfonso Ortiz García. Santander, Sal Terrae, 286 págs.
1991 Ernesto Cardenal, Cántico cósmico. Presentación Raúl H. Mora Lomelí. Guadalajara, ITESO, 581 págs.-
1991 José María Vigil (Coordinador), Sobre la opción por los pobres. Managua, Ediciones Nicarao, 151 págs.-
1993 Raúl Vidales, "La teología del imperio" en: Varios, El ensayo en Nuestra América; para una reconceptualización. (El ensayo iberoamericano, 1). México, UNAM, pp. 475-517.-
1995 María Arcelia Gonzáles Butrón, "Abriendo surcos, sembrando sueños; Utopía y liberación en el pensamiento de Raúl Vidales Delgado" ponencia en la mesa de homenaje dentro del VIII Congreso Nacional de Filosofía, Aguascalientes, 9 de noviembre de 1995, 12 págs., mimeo.-


Notas:

[1]. Intervención en el Homenaje Póstumo "Utopía y Liberación. Abriendo surcos, sembrando sueños" con motivo del primer aniversario de la desaparición de Raúl Vidales Delgado, Auditorio del Centro Cultural Universitario, Morelia, Michoacán, miércoles 31 de enero de 1996.
[2]. Horacio Cerutti Guldberg nació en Mendoza, Argentina, en 1950. Le fue otorgada la nacionalidad mexicana por naturalización. Es doctor en Filosofía por la Universidad de Cuenca, Ecuador. Es catedrático de la UNAM: profesor en la facultad de Filosofía y Letras e investigador en el Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos (CCyDEL). Entre sus publicaciones más recientes podemos encontrar las siguientes: Historia de la ideas latinoamericanas ¿disciplina defenecida? (UCM – Juan Pablos, 2003), Experiencias en el tiempo (Jitanjafora, 2001), Filosofar desde nuestra América (Miguel Ángel Porrúa – UNAM – CCyDEL 2000) y Configuraciones de un filosofar sureador (Orizaba 2006)
[3]. Don Sergio Méndez Arceo entrevistado por Gabriela Videla, Sergio Méndez Arceo, un señor obispo. Cuernavaca, Correo del Sur, 1982, pp. 96 y 99.
[4]. El Diccionario enciclopédico Grijalbo define sugestivamente uno de los sentidos de "catequizar" como "inducir a alguien para que realice algo que antes estaba en contra de sus opiniones" (Con un breve prefacio de Jorge Luis Borges. Barcelona, Grijalbo, 1986, ver p. 399).
[5]. Aunque se interrogaba sobre el particular. "...)en qué medida y bajo qué condiciones de particularidad pueden las organizaciones étnicas transformar sus luchas específicas, particulares o locales, por reivindicaciones de identidades nacionales en el marco de un movimiento nacional integrado a otros sectores sociales? )En qué radican esas reivindicaciones: (identidad nacional y liberación nacional) son parte de la lucha cultural y de afirmación étnica del campesinado? Así mismo )es posible que las luchas campesinas en distintos momentos históricos se integren a un movimiento de liberación nacional? )En qué medida la identificación de clase-nación integra o no a los movimientos étnicos culturales de cada región de un país, con un alto contenido pluricultural y multiétnico?" (Utopía y liberación; El amanecer del indio. San José, DEI, 1988, p. 94).-
[6]. Mariátegui citado por Raúl Vidales, "La insurgencia de las etnias - Utopía de los pueblos profundos" en: Raúl Vidales y Luis Rivera Pagán (editores), La esperanza en el presente de América latina. Ponencias presentadas al II Encuentro de Científicos Sociales y Teólogos sobre el tema "El discernimiento de las utopías", Costa Rica, 11-16 de julio de 1983. San José, DEI, 1983, p. 258.
[7]. Ibidem, p. 262.
[8]. Raúl Vidales, La utopía de Vasco de Quiroga. (Cuadernos de Teología y Cultura, 7). Morelia, Centro Michoacano de Investigación y Formación (CEMIF) "Vasco de Quiroga" A.C., [s.f.], p. 19.
[9]. Se colocaba así también en la línea de lo mejor del pensamiento español, por supuesto poco leído y menos valorado. Cf. de Anselmo Carretero y Jiménez, Los pueblos de España (Introducción al estudio de la nación española). Prólogo de Miguel León Portilla. México, ENEP-Acatlán/UNAM, 1980, 385 págs.-
[10]. Cf. Utopía y liberación..., pp. 127 y ss.-
[11]. Hugo Assmann, "Organizar la esperanza" en: Raúl Vidales y Luis Rivera Pagán (editores), La esperanza..., p. 471.-
[12]. Utopía y liberación..., p. 53.
[13]. Raúl Vidales, "Introducción" a Raúl Vidales y Luis Rivera Pagán (editores), La esperanza..., p. XVIII.
[14]. Relacionado con el crecimiento espiritual afirma Albert Nolan "Este tema no es teórico, sino vivencial" ver: José María Vigil (coordinador), Sobre la opción por los pobres. Managua, Ediciones Nicarao, 1991, p. 144. Por mi parte creo que no es un tema, sino una actitud o proceso de decisión cuya postulación comporta y ha comportado siempre serios problemas teóricos. He tomado en consideración este volumen dedicado al tema, porque es uno de los más recientes de que tengo referencia y porque creo que sintetiza bien la ya larga tradición en relación a este asunto dentro de la teología latinoamericana de la liberación.
[15]. "Opción por los pobres: síntesis doctrinal", Ibidem, p. 9.-
[16]. José María Vigil, "Opción por los pobres: )preferencial y no excluyente?" en Ibidem, p. 59.-
[17]. José María Vigil, Ibidem, p. 133.-
[18]. Ibidem, p. 134.-
[19]. Raúl Vidales "Introducción..., p. XIX.-
[20]. Ibidem, p. XXI.-
[21]. "La insurgencia de las etnias..., p. 258.-
[22]. Aquí tocamos un tema cardinal y de difícil resolución para los teólogos de la liberación. Con un lenguaje más elaborado toca el punto Joâo Batista Libânio: "La Tdl no reduce el problema de los pobres a una simple cuestión de clase, como veíamos anteriormente. Más aún, ve a los pobres no simplemente en su dimensión histórica humana, sino como destinatarios de un Reino definitivo. Y por eso mismo los fracasos históricos en la lucha liberadora nunca son para la teología algo definitivo y último. Sobre ellos está la victoria de la resurrección de Jesucristo, que asume hacia adentro de la historia glorificada todas las luchas por la justicia, tan si han tenido históricamente éxito, como si no. La apertura hacia la Transcendencia(sic) hace que la opción evangélica abarque la opción meramente ideológica. La dimensión evangélica de las opciones de la Tdl le permite no adulterar la interpretación de la revelación, garantizando de este modo la calidad teológica del producto" (Teología de la liberación. Guía didáctica para su estudio. Santander, Sal Terrae, 1989, p. 133). El peligro de propiciar una mística del martirio es evidente, pero no es ahora el lugar para entrar en el desarrollo de este punto.-
[23]. Raúl Vidales, La utopía de Vasco de Quiroga I. Morelia, Centro Michoacano de Investigaciones (CEMIF) "Vasco de Quiroga", A.C., [...], p. 17.-
[24]. Ibidem, p. 19.-
[25]. Idem.-
[26]. Idem.-
[27]. "La insurgencia de las etnias..., p. 257.-
[28]. Ernesto Cardenal, Cántico cósmico. Guadalajara, ITESO, 1991, pp. 147-148.-